Capítulo 26

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Hola a todos, quería pedir mis más sinceras disculpas por haber tardado tanto en actualizar. Es que he tenido una crisis de inspiración. No me salían las ideas y tampoco las palabras, por lo que ruego que me disculpen. Yo soy la primera que odia esperar para seguir leyendo una historia que me gusta.

Espero que os guste.

Un beso muy grande.

Embry llegó a La Push bastante frustrado por su situación ¿Hasta cuando iban a seguir así las cosas? Estaba a punto de entrar en su casa cuando escuchó una voz muy conocida que lo llamaba desde lejos. Se giró y vio a Jimena correr hacia él con la mano derecha levantada como forma de saludo.

-Hola Embry ¿Qué tal estás?-pregunto con una radiante sonrisa cuando llegó al encuentro del azabache-Hace mucho que no te veo.

-Bien-contestó sin ánimo.

-¿Tienes cosas que hacer?-pregunto con interés.

-No-contestó con sinceridad aunque se arrepintió en seguida de haber dicho eso.

-Perfecto ¿Vienes a mi casa?

-No-repuso de inmediato.

-¡Embry!-exclamó molesta.

-¿Qué?-inquirió encogiéndose de brazos.

-Eres un antipático-dijo con desdén.

-¿Yo? ¿Antipático?-inquirió-no lo soy.

-Lo eres.-afirmó la joven.

-¿Para qué quieres que vaya a tu casa?-increpó. No se fiaba de las intenciones de aquella chica.

-Pues...por varios motivos pero el principal es que necesito tu ayuda con las matemáticas.

-No creo que pueda...-comenzó a inventarse una excusa decente pero Jimena lo cortó.

-Te recuerdo que te ayude con tu trabajo de historia, me lo debes.-lo interrumpió.

-Está bien de acuerdo, paso por casa cojo algunas cosas y me paso por la tuya para ayudarte con las matemáticas.

Jimena quedó encantada con la noticia de que Embry iría a su casa. Corrió y se apresuró a ordenar su habitación que la había dejado echa un adefesio. Quería dejarla impecable para cuando el chico llegase. También aprovecho para ponerse otra ropa, una mucho más atractiva. Optó por un vestido corto y bastante escotado. Se miró al espejo y se sintió muy satisfecha, después de todo Embry no se resistiría ante ella si la veía así. Embry, ese chico la volvía loca, su pelo, sus ojos, sus músculos...Al recordar aquella fabulosa noche en la que lo hicieron no puedo evitar sentir un calor que le subía por la espalda.

Se sorprendió a sí misma llevándose una mano hacia su zona intima para aplacar un poco aquella subida de temperatura. Con cada movimiento de su mano se imaginaba a Embry embistiéndola una y otra vez. El placer que estaba sintiendo se vió interrumpido por el sonido del timbre. Al parecer Embry había llegado. Se miró al espejo antes de abrir la puerta, al quedar satisfecha con la imagen bajó las escaleras para recibir al hombre de sus sueños. Pero antes paso por el lavabo y se lavó las manos.

-Hola-saludo el azabache.

-Hola Embry-dijo con voz coqueta-pasa y sube por favor.

-¿Subir?-inquirió.

-A mi cuarto.-explicó.

-¿A tu cuarto?-increpó con desconfianza.

-Sí, tengo un gran escritorio para poder estudiar. Ya lo sabes-El chico puso mala cara y no contesto, se limitó a subir en silencio. Cuando entró en el cuarto de Jimena no pudo evitar sentir una mala sensación al recordar lo que había sucedido en aquella cama, cuando había dejado salir sus instintos más bajos y repugnantes.

Lobos... Embry y AriadnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora