Capítulo 2

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El salón se encontraba en silencio. El único sonido que podía escucharse era la voz del aburrido anciano que se dedicaba a enseñar historia. Yoongi apoyó su codo sobre su pupitre y su mejilla sobre el puño cerrado de su mano. Luego, desvió su mirada hacia afuera. Desde su lugar se podía ver todo el campus de la universidad. Y entre todos esos árboles, autos, alumnos, plantas y otros edificios, encontró lo que sus ojos ansiaban ver cada día, a cada momento.

Park Jimin estaba caminando por uno de los senderos del patio. Se veía muy pequeño debido a la distancia, pero a Yoongi no le costaba trabajo notar cada detalle de su persona. Su flequillo se encontraba dividido en dos, dejando al descubierto su frente, llevaba unos lentes oscuros para evitar que sus ojos sufrieran molestias por el brillante sol, tenía puesta una camiseta blanca amplia y unos jeans negros que se ajustaban a sus piernas. Y lo mejor de todo: lo vio sonreír. Inconscientemente, él también lo hizo, pero todo rastro de felicidad se borró de su cara al ver a su otro amigo, Jeon Jungkook, correr hacia él.

Porque sí, se habían vuelto amigos los tres.

Gruñó al haber visto aquella escena, y el sonido de algo rompiéndose lo trajo de nuevo a la realidad. Miró hacia abajo, a su otra mano.



—Es el tercero en la semana —dijo su compañero, Hoseok, al ver el lápiz roto en las manos del muchacho—. El señor de la librería se hará millonario contigo.

—Sí, supongo.

—Señor Min, señor Jung, hagan silencio. Estamos en medio de una importante clase —advirtió el profesor.



Yoongi pasó una mano a través de sus rubios cabellos y suspiró. Debía resistir otros cinco minutos más. Después de eso, podría ver a Jimin... y a Jungkook, claro.

Por más loco que pudiera parecer, desde el incidente del gorro rojo, Yoongi había quedado fascinado con Jimin. Le encantaba su presencia, su voz, su risa... todo de él le parecía perfecto, haciendo que lo que alguna vez había comenzado como el simple pensamiento de un niño de ocho años, se convirtiera en el primer amor de un chico de trece, en el causante de una guerra de hormonas a sus dieciséis y el responsable de haber creado un enorme deseo de pasar la vida juntos a los veinticinco, aunque sabía que nada pasaría.

Yoongi era muy torpe para demostrar sus sentimientos. Tanto así, que no podía pronunciar una frase completa halagando al más joven sin un insulto o una broma en medio; sin ofender al otro para distraerlo de haber escuchado una confesión vergonzosa, lo cual siempre terminaba en empujones y ceños fruncidos por parte del menor.

En cambio, Jungkook era... él era un ángel. Y eso le daba rabia al mayor. Era correcto, educado, pero divertido a la vez. No temía decirle a Jimin un millón de veces lo que pensaba acerca de su deslumbrante apariencia y siempre le sacaba una sonrisa... y hasta algún abrazo.

Yoongi era el único que sabía acerca del enamoramiento que el menor tenía por Jimin, y ya daba por hecho que, de llegar a decirle todo, Jimin aceptaría sin dudarlo. Llevaban ya años pegados como si tuvieran pegamento, como si fueran chicle y zapato... o cabello, porque es más difícil quitar un chicle del cabello...

Volviendo a lo anterior, luego de que haya comenzado el recreo, Yoongi bajó las escaleras con desesperación. Ya nadie se sorprendía al verlo de esa forma, porque cada día se repetía lo mismo. Una vez abajo, llegó hasta donde estaba Jungkook y secó el sudor de sus palmas en su pantalón.



—¿Y Jimin?

—Buenos días, hyung. Qué agradable verte —bromeó el menor.

If we could turn back time [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora