CAPÍTULO 2-La Gobernanta General

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No siempre estuve tan enfocado en mi trabajo. Una vez amaba y disfrutaba la vida. ¿Qué le pasó a esa persona?

LoG, 41


Lo último que oyó fueron las palabras de Enoka: "Llévala al dormitorio."

Instructora Elena estaba observando toda la escena sin atreverse a intervenir. Cuando Cegata fue sacada del comedor, su mirada pasó hacia Roko, cuyas lágrimas corrían por su rostro. Recordó el día en que lo conoció. Era un niño frágil, que siempre parecía que iba a estallar en lágrimas. Siempre hablaba de su madre y esperaba que iba a venir a por él.

Los huérfanos aparentan tan dulces e inocentes, pero... Parece que no todo está bien con ellos. Las condiciones en las que viven.... Son demasiado tranquilos, saben demasiado. Su apariencia es la de un niño, pero ellos en realidad no son niños, no en el corazón. Cegata como si no estuviese una de ellos. Ella no necesita la protección de nadie.

Por un momento se preguntó cómo se sentía la niña y si llegó consciente su propia cama. Pero tales pensamientos eran un lujo. Era la hora de la clase.

Cegata, de hecho, se despertó un poco más tarde en una cama de madera con barras. Su cabeza la dolía mucho. Tuvo un deseo repentino de taparse la nariz y dejar de respirar.

Debajo de cada cama había un orinal que los huérfanos llenaban nada más levantarse, y era vaciado al final del día en la Cloaca, justo fuera de los Muros de Lagad.

Es suficiente decir que el olor que gobernaba en el dormitorio no llegaba a ser agradable. El enorme dormitorio parecía extrañamente vacío.

Qué raro que no haya nadie aquí para echarme la bronca. Mejor. Qué me dejen sola ya de una vez por todas, pensó, agarrando al Señor Orejón.

Sabía que se estaba perdiendo las clases de la mañana y le daba igual. De todos modos, casi siempre repetían las misma frases, sobre como la Mente es el creador omnipotente de todo, y que todo se deriva de la Fuente, que la Fuente nos regala la vida, y cosas similares.

Nunca había dicho eso a nadie, pero Cegata consideraba que todo eso era pura tontería.

Si había alguien allá arriba, le daba perfectamente igual que ocurría con todos ellos.

Es cierto, no podía explicar la aparición repentina de un torbellino de la Fuente en algunos lugares, del cual salían todas las cosas de este mundo.

Pero por alguna razón eso ni siquiera la interesaba.

Los Petrificados, los monjes que adoraban La Mente y La Fuente.

Los Indagadores, que querían saber todo sobre el origen de La Mente y de La Fuente, sobre la forma del Mundo y que no les creían tan omnipotentes.

Ambos grupos se le parecían igualmente sin sentido.

¿Por qué la gente simplemente no cuida de sus propios asuntos? No podemos saber lo que pasa por encima de nosotros, ni podemos afectarlo. Lo mejor que podemos hacer es dedicarnos a las cosas que nos rodean.

Después de tantos años de residencia en Orfelinato, todos sus sentidos estaban aturdidos. No podía despilfarrar sus pensamientos en algo de lo que estaba fuera de aquí y ahora.

Tenía que tener cuidado y concentrarse si quería sobrevivir.

Estaba enfadada consigo misma por defender a Roko, pero simplemente no pudo evitar hacerlo.

La profecía del agua | ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora