3.

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Peter se removió incómodo en la cama, aun sin abrir los ojos. Sintió unas manos en su cuerpo, pero le dolía demasiado la cabeza como para querer reaccionar.

— gatito — llamó la voz de Beck, en forma melosa y por reflejó, Peter sonrió. Y cuando la mano acarició su cabello, el ronroneo. Hasta que, como si su cerebro se reiniciará, recordó su vida.

Abrió los ojos, entonces, borrando la sonrisa, junto a el, en la cama, estaba Quentin. Fumando un cigarro, mientras acariciaba sus cabellos con una mano.

Peter noto que estaba revisando unos papeles, así que incorporándose un poco, con sus codos. Preguntó.

—¿Que es eso? — su voz sonó rasposa, tal vez por las horas de sueño.

— las finanzas — respondió el rubio. Sin mirarlo. Peter hizo una mueca, rodando hacia un lado de la cama, para luego levantarse.

Beck lo miró con brevedad, disfrutando de las piernas desnuda del omega.

— tengo un trabajo para ti — dijo el rubio, llevando el cigarrillo al cenicero.

Peter suspiro, tragando saliva. No sé sentí listo todavía para volver.

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No es que Peter no agradeciera ese pequeño descanso del sexo. Pero no era precisamente comodo transportar cocaína por Nueva York.

Primero que nada, Quentin no le había dado un transporte. Por alguna razón, que desconocía, le había dicho de forma molesta un "camina".

Por lo tanto, tuvo que caminar con medio millón por las calles. Y para empeorar las cosas, se encontró cara a cara con el abogado del otro dia, mientras éste compraba un hot-dog.

Definitivamente no podía ser una jodida coincidencia que este estuviera a unas cuadras del 'motel'. Donde debía dejar la mercancía, antes de volver a casa. Peter ya se había topado antes con agentes de la ley, que buscaba desmantelar el negocio de Beck.

— Benjamín — llamó el abogado, como si lo saludará, antes de caminar así el. Y Peter entró en pánico.

Que no noté que trae consigo mas de medio gramo de cocaína.

— abogado... Amm — si, Peter era malísimo con los nombres, pero para su defensa, el veía mas de cuarenta rostros por día. Aveces menos. Pero se entiende el punto.

— Murdock — completo el alfa, interpretando el silencio. Además, el no parecía ofendido en lo mas mínimo por que allá olvidado su nombre.

De echo, tenía una actitud comprensiva, que a Peter, sinceramente, le ponía los pelos de punta.

— Murdock — repitió, como promesa de que no lo olvidaría de nuevo. Pero si lo haría. —¿Que hace usted por aquí? — pregunto receloso.

El alfa se encogió de hombros, despreocupadamente. — bueno, solo estaba dando una vuelta por la cuidad — murmuró como quien no quiere la cosa, antes de que sus ojos le delataran. — que coincidencia, coincidir aquí. Con lo enorme que es Nueva York.

— por supuesto que si — respondió Peter, con cierto tono irónico — si me disculpa — intentó excusar.

—¿Vives por aquí? — interrogó el alfa, evitándole el pasó.

— visitó a un amigo — se limitó a responder, dándole una ligera sonrisa, esperando que se vea inocente.

—¿No será al sujeto de la comisaría? — pregunto nuevamente, antes de intentar mostrarse relajado, para que Peter no se cerrará ante el asunto.

El prostituto y el abogado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora