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Peter suspiro hastiado. Si antes tenía restricciones, ahora era peor. No podía hacer nada sin que Beck le diera permiso o no.

Y en teoría. El no debería ni acercarse a Lydia. Pero allí estaba. Aun que se supone que Ian lo estaba vigilando, eso a Peter le deba igual. Pues a Ian le convenía quedarse callado, después de todo su culo también estaba en esa mierda.

— te vez bien — susurró con palabras dulce Lydia. Peter le sonrió, ella también se veía bien.

Su rostro se había desinflamado, haciéndola ver mas ella. Y los hematomas habían desaparecido casi por completo. Peter en cambio aun tenia una mancha verdosa y amarillenta, abajo de su ojo.

Su hombro seguía doliendo, sus moretones aun perduraban y la herida de la cirugía, aun no se había cerrado del todo.

— estábamos preocupados por ti — respondió Peter con cierta armonía.

Saber que Lydia estaba bien lo ponía contento. El la quería, casi como a una hermana.

Ella sonrió a duras penas, quizás por los recuerdos de su calvario, antes de sobar su brazo.

— y yo por ustedes. No le dije ni una palabra — susurró bajito, antes de mirarlo — no debiste haber mentido, yo no habría hablado nunca, entonces el no te hubiera casi matado.

— entonces el te hubiera matado a ti.

La conversación se vio interrumpida cuando un cliente ingreso. Lydia sonrió radiante, soltando finalmente su brazo. Mientras Peter sonreía coqueto tras ella.

El tipo se veía de unos 30, su traje barato le quedaba mal, pero parecía haber intentado arreglarse. Pregunto por Tyler, el omega nuevo y se vía un poco nervioso.

Peter lidiaba con hombres así. Estos obsesivos eran peor que los clientes violentos. Ellos te amaban de una forma enferma.

Peter se preocupó por Tyler.

— estoy cansada de esto — murmuró Lydia, viendo marchar al hombre hacia el ascensor.

— puede terminar — soltó entonces Peter.

—¿De que hablás?.

— estan buscando a Quentin. Lo se. Me pidieron ayuda para encerrarlo.

—¿Lo harás? — cuestionó la rubia, acariciando su brazo.

— lo haré — acepto Peter.

Lydia pareció asustada, viendo para los lados, mientras seguía acariciando distraídamente su antebrazo.

— es peligroso.

— cuando el sea arrestado tomaremos el dinero robado y nos iremos.

— el nos matará. Nos encontrará y...

— no podrá buscarnos desde prisión — soltó entonces Peter.

Lydia se vio afligida.

— desearía que no me cuentes esto — murmuró — Ben. Si Beck se enterará nos aplastaría la cabeza.

— el no es todo poderoso. Es humano.

— es nuestro dueño — susurró la chica.

Peter agachó la cabeza, mirando sus zapatos. Sabiendo que en parte Lydia tenía razón. Pero Peter era como un suicida, siempre poniéndose bajo el ojo de Quentin. Siempre a un paso de que el lo mate.

Vanessa entonces apareció en bata. Claramente desnuda.

— lo tengo — dijo, ciertamente orgullosa, mostrando el móvil.

El prostituto y el abogado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora