En un abrir y cerrar de ojos yo me encuentro debajo de él. Mis cosas están todas en el piso. Intento darme la vuelta para poder alzarlas pero no puedo. Él es más rápido y ata mis muñecas con un pañuelo.
- ¡Suéltame!- comienzo a alzar la voz- ¡Déjame ir! ¡Por favor!-
- No, antes quiero hacer algo- dice tomándome del brazo y llevándome a un lugar apartado en donde nadie nos iría a ver.
Intento zafarme de su agarre pero es en vano. Es demasiado fuerte. Vuelvo a intentarlo, pero es igual que al principio, no consigo nada.
- ¿Quieres dejar de tirar?- me grita enfadado.
- ¿Me vas a soltar?- digo aún más alto, enfrentándolo.
- No- responde en seco.
- ¿Por qué?- insisto.
- Quiero que seas mía, solo mía- posterior a decir eso me acorrala en una pared. Intento volver a escapar, no logro nada. Sus palabras me atemorizan.
Abro mi boca para comenzar a gritar, pero él me calla con un beso. Esto es asqueroso, sus labios están amargos y secos. ¡Dios! ¿Por qué no se detiene? Su lengua comienza a recorrer toda mi cavidad bucal, mientras que sus manos bajan hacia mi trasero y lo acaricia.
Quiero escapar esto es repugnante. Me siento una imbécil. No puedo hacer nada porque mis muñecas están atadas. Mis ojos comienzan a humedecerse dejando escapar una lágrima. Él se detiene. Mira mi rostro y luego su mirada baja hacia mi blusa.
Me suelta de una manera brusca para que caiga en el suelo. Luego de esto se tira encima mío haciendo que nuestras intimidades se rocen. Lo que a él motiva más a desprender la blusa. Saborea sus labios. Yo comienzo a llorar.
No puedo gritar, él me lo impide. Comienza a quitar mi sostén lentamente, dejando mis senos libres. Los mira, me mira a mí y los vuelve a mirar.
- Oh maldita sea, no puedes estar tan buena- dice observándome con admiración- Sé que me vas a odiar para el resto de tu vida, pero lo siento. No me resisto, ya no me contengo-
Empieza a apretarlos tan fuerte que no puedo evitar gemir del dolor entre lágrimas. Él sonríe maliciosamente. Con su asquerosa lengua empieza a lamer mis pezones, y estos se endurecen. Él no se detiene. Intento pegarle con mis piernas, es inútil. Su peso me lo impide.
Me arrepiento muchísimo de haber movido mis piernas. Él se dirige con una de sus manos al botón de mis jeans para desprenderlo.
- Ya detente- digo sollozando.
Pero una voz lo interrumpe. Gracias a dios. Los milagros existen.
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Dos Demonios, Sólo Un Paraíso (Parte I de la saga Tiempo Y Destino)
RomantikDos cuerpos ardiendo por un deseo. Dos almas entrelazadas por un pasado, un presente juntos y un futuro no asegurado. El destino los sedujo sin razón alguna. ¿Ahora ellos podrán cambiar lo escrito o lucharán por otra oportunidad hasta el final? ...