Capítulo II

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He despertado en una habitación espaciosa; de unas paredes color azur y entraba un poco de luz en la ventana que se encontraba a mi izquierda. Noté una puerta entrecerrada, enseguida me paro de la cama y cierro cuidadosamente la puerta con seguro. Fui a ver la vista desde la ventana y me encontré con un pequeño jardín que se me hacía admirable, -¿Dónde estoy?- me dije en mente. Percibí que me encuentro en un segundo piso esta casa que ni remota idea tengo de quién es.

Ah... por Dios, ¿cómo he sido tan estúpida? Ya recuerdo: me han atacado y me colocaron un pañuelo en cara para inhalar una clase de olor soporífero, me desmayé y ahora me encuentro aquí, pero no estoy segura de si fue aquella mujer de la biblioteca o alguna otra persona. Estoy frágil aquí, no tengo defensa alguna contra esta persona. Me estresé un poco y comencé a ojear el cuarto; no había baños, sólo un armario repleto de ropa de ancianos, un estante, una mesa de té y un escritorio y también lo que parecía una obsesión a las alfombras puesto que había en todos lados, siquiera las baldosas se lograban ver.

Revisé apurada cada lugar, sin embargo no encontré nada de uso importante. Con mis pensamientos fatalistas por la situación de mal en peor, reviso por última vez el escritorio, y en sus adentros se hallaban libros y un cuaderno, lo cogí y se cayó de él un papelito, lo recogí y observé si tenía algunas palabras:

"Gerald Brannady, próxima consulta venir con sus padres para su finalización de diagnóstico psicológico".

No sé quién es Gerald, así que guardé el papel en su lugar y me tiré en la cama dónde me hallaba antes pensando en cómo salir de aquí.

Llaman a la puerta, me entró un ataque de ansiedad tan exuberante que casi me dieron ganas de lanzarme por la ventana. Sin éxito intenté calmarme intentando respirar "lentamente", caminé hasta la puerta y abrí.

-Señorita Caroline, -lo dijo con tanta seguridad que casi me creía que me llamaba "Caroline"- me atrevo a molestarle pero son más de las 12pm, tal vez quiera bajar a comer su desayuno o con gusto se lo traigo para acá-

Por su vestimenta y altruismo supuse que era la servidumbre.

-Por supuesto, -dije con mi peor naturalidad- tráigalo por favor. Eh, ¿sabes si hay alguien más en la casa?-

-Sí señorita, estamos Cornelio, usted y yo, Gerald salió a entrenar y Elly a hacer diligencias- me respondió con sonrisa de oreja a oreja, a continuación se pierde entre las paredes de esta casa.
¿Serán Cornelio, Gerald y Elly mis secuestradores? Esto se tornaba más extraño, pero necesito actuar con naturalidad para poder sacar información e irme directamente a la comisaría. Abrí la puerta y salí al pasillo, en el cual en su final había una puerta y en la mitad del camino unas escaleras para bajar al piso de abajo. Entré a la última puerta del pasillo y me encontraba con una pequeña librería, había una ventana grande, que dejaba ver un jardín celestial y detrás de éstas un sinnúmero de casas muy elegantes para mi gusto. Si nada más que ver bajé a planta baja, por cierto, las escaleras hacen un chillido irritante. Mientras detallaba la casa la sirvienta se distrajo y chocó conmigo, se disculpó y le pregunté rápidamente dónde queda el baño, señaló a su derecha. Este lugar es bonito, demasiado, debe de ser de gente privilegiada a decir verdad. Al terminar de comer mi emparedado y jugo fui directamente al baño.

***

Me metí en el cuarto de la tipeja de Elly, no me gustaba estar aquí, la energía que portaba era pesada. Le cogí ropa de su armario porque sólo tenía puesto encima una patética bata. Salí de ese feo cuarto y me encuentro en un salón lleno de cuadros que parecían de carácter artístico modernista, eran retratos de puros hombres y sólo había una mujer que destacaba, todos tenían el mismo apellido; Friedrich Brannady, Ruben Brannady, Albert Brannady, y la mujer, Rose Brannady. Todos lucían pudientes, la mujer me daba un toque de miedo, en lo personal era peor que La Gioconda. Distraída mirando el cuadro de Rose, una voz vieja y gruesa me corta el momento, al ver al sujeto me encuentro con un señor mayor, al parecer un mayordomo.

-Madame Brannady, una mujer destacada en Europa occidental por sus riquezas y su familia aristocrática. Era una mujer de muchos misterios, se dice que ni siquiera su prometido la llegó a conocer verdaderamente. En 1948 se comprometió con Kelvin Likasi, una pareja de enamorados europeos, ¡eran una dulzura! En definitiva, se querían. Fueron a un viaje a Suramérica para celebrar en otros ambientes, según ellos; pero su ingenuidad los trajo a este país de ineducados y negros, -se me hervía la sangre de escuchar a este viejo ignorante y soberbio que tenía en frente, traté de calmarme para ver hasta dónde llegaban sus patrañas- fueron a sureste del país, y en una de esas fiestas, los indígenas, los pútridos esos los atacaron hasta matarlos, salió en las noticias, fue horroroso, ¿cómo es posible que esos salvajes mataran a gente por solamente celebrar?- dijo con un tono de melancolía.

Respiré hondo y respondí.

-¿Cómo usted sabe que murieron asesinados por indígenas?, ¿acaso usted fue hasta allá para ver lo que pasó realmente o hubo investigación?- le pregunté algo enfática.
-Salió en las noticias querida, nada miente en los medios. Y no, no creo que hubo una investigación- respondió inmutable.

Vaya crédulo que es este viejo. Entonces, formulé una pregunta.

-¿Qué tal si, Kelvin, Rose y los demás, hicieron algo inaceptable para los indígenas de ahí? Piense señor. Han pasado por muchas cosas esos amerindios, y cualquier cosa por proteger su cultura son capaces de hacer, eso pienso yo-
-No lo creo, pues, nuestros amigos estarían más precavidos de las consecuencias y de ser así, hubieran fusilado fulminantemente a esos indios- como si fuera poco, soltó una carcajada tan repugnante como mi rostro al despertar.
-¿Eres Cornelio?- pregunté.
-Sí, señorita, y a su servicio-
-¿Por qué estoy aquí? No recuerdo nada...- pregunté con cara perpleja.
-¡Haha! Ya veo. Usted llegó cargada en los brazos de Gerald, Elly nos comentó a Marcela y a mí que estuvieron en una fiesta, y te embriagaste tanto que simplemente nos pudiste más y te has desmayado- supongo que Marcela es la sirvienta de hace rato...
Ya decía yo, bien descarada que es la tal Elly. Pero antes, debo irme de aquí antes de que lleguen estas personas.
-Cornelio, ¿cómo puedo ir a Caracas?-
-¡Dios Santo! ¿Estás en un tipo de apoplejía? Está usted en Caracas ya- dijo sonriendo.
Su dentadura me asqueaba, sólo pude hablar una vez más
-Especifique, por favor...-
-¡Estás en el Country Club!-

***

 Me encuentro en la habitación dónde había despertado, exploré un poco la casa y no hay nada que me parezca relevante. Es hora de irme de aquí, son casi las 2pm así que debo poner en orden el plan que tengo en mente.

Primero, salir desapercibida de este lugar, no quiero encontrar con estas personas hasta que estén en custodia, a continuación contar cada detalle de lo sucedido a mi familia, y segundo y último, dejar todo este tema de investigación, puse en peligro mi vida y no quiero involucrarme. He decepcionado a mí padre.

Al cerrar la puerta del cuarto, rosando mis dedos por las paredes azulejas, bajo las escaleras con un pésimo sigilo y por fin, llegando a la puerta principal, con alegría la abrí y casi me imaginaba a estos delincuentes en la cárcel, claro está, que mi alegría duró poco. Dos personas estaban en la entrada, una mujer y un hombre, viéndome fijamente. Definitivamente eran Elly y Gerald, y sí, Elly era la "bibliotecaria", comencé a respirar muy rápido, cerré la puerta con fuerza y me fui corriendo al piso de arriba, sentía a Gerald y a Elly siguiéndome. - ¡Me matarán!, ¡¿qué haré ahora?!- me decía con lágrimas en los ojos. Todas mis expectativas se han acabado en una fracción de segundos. Quería idear algún plan pero en el cuarto no había absolutamente nada, sólo las ridículas alfombras, la cama, la ventana... ¡La ventana! Probablemente pueda bajar si trepo, no está tan lejos del suelo, de hecho, estoy considerando saltar y romperme una pierna. Me senté en la orilla de la ventana, a mi izquierda milagrosamente había un tubo, cerré la ventana y activé mis "instintos", comencé a bajar poco a poco hasta llegar al suelo. La casa era grande, me costó unos minutos ubicarme en el patio hasta que encontré una salida que llegaba a la calle del vecindario, justo al frente de la casa. Volteé a ver y me encontré con Gerald viéndome y por consecuencia comenzó a correr por mí, corrí en vano, yo era anti deportista y él atlético por lo visto, me cogió de un brazo y me dijo:

-Caroline, por Dios, quédate quieta mi amor, todo estará bien -me dijo sonriendo y yo lo miré boquiabierta. Sacó una navaja de su cazadora y comenzó a afincarla en mi cintura.
-Detente, o gritaré y correré a avisar a las autoridades, saldrás perdedor, amigo- dije con casi naturalidad, en realidad, estaba en el borde de estallar en llanto.

Se detuvo, me miró y afincó más la navaja, casi me penetraba pero sólo me amenazó.

-¿Tan imbécil eres? Este sitio es un club de mafiosos, ni tú ni ningún otro aborigen nos dejará como perdedores, camina y cierra el hocico- me respondió agresivo, me dejó una pequeña herida en la cintura pero casi no la sentía. Esto se mostraba mucho más intenso de lo que imaginaba, me sentía débil y asustada, pero debo mostrarme fuerte, creo que será una buena opción...

***

Estoy en el auto de mi secuestrados, me han atado las manos así que me es imposible ejecutar acción alguna. Me sentía algo rara, estas personas me... agradaban, ya, lo dije. Sé que moriré pronto, pero que honor hacerlo por estos profesionales.

Luego del recorrido llegamos a un tipo barrio, se estacionaron al frente de un rancho y me hicieron caminar rápido. Entramos y me mandaron a sentar en un asqueroso sofá; era muy incómodo, la casa olía a peste, no había ningún mueble desde mi percepción, sólo este sofá y un bombillo. Encendieron la luz y se pararon al frente de mí, observándome por un rato, me fatigué y con valentía rompí el hielo preguntando qué pasaba, y de inmediato recibí una cachetada de Elly.

-Mira, Caroline, la verdadera pregunta es: ¿qué haremos contigo?- me comentó Gerald.
-Podrían dejarme ir- sugerí, intentando sobar mi cara.
-Ay, Kelly, no es tan fácil. Primero tienes que callarte y hablarnos de ciertas cosas-.
-¿Cómo sabes mi nombre?- le cuestioné a Gerald.

En ese instante saca un papelillo algo arrugado, lo desenvuelve y me lo muestra. Era el papel dónde había escrito los apuntes en la comisaría.

-¿Qué es eso?...- dije haciéndome la que no sabe.
-A ver, babieca. Deja de hacerte la tonta de una vez por todas, aquí somos nosotros los que hacemos las preguntas, intenta responder bien, porque nada me costará hacerte desaparecer y hacer que crean que jamás has existido- se dirigió ahora Elly a mí.
-Antes, tengo una duda, por favor, respóndanme esto y ya... -los dos asintieron-¿por qué me han apodado "Caroline"?-
-Caroline, -se dirige hacia mí Gerald y acaricia mis pómulos, me angustié- fue mi última víctima, la secuestré y la violé. Se suicidó causándose un desangramiento, la dejamos tirada en un río y ya nadie sabe de ella- sonrío saboreando sus labios, mis ojos se pusieron del tamaño de unos platos. Afortunadamente, Elly interrumpió.
-Tu madre se llama Mary Neiva, ¿correcto?- cuestiona Elly.
-Sí- respondí.

Elly me ve con atención, y luego habla:

-Seremos francos. Controlamos todas las empresas de la mitad del país. En Europa tenemos poder por el mercantilismo heredado de nuestros padres difuntos, y también por la producción agropecuaria. Somos unas de las familias más prodigiosas de país, la mayoría de empresas están subordinadas a nuestras riquezas. Aproximadamente crecerá nuestra empresa recién fundada para la extracción de petróleo, es decir, podemos controlar gran parte de la economía del país, así que estaría demás decir que los ciudadanos, autoridades, e incluso políticos, los tenemos comiendo en nuestra mano. Por consiguiente, no podrás incriminarnos, y mucho menos con este papelito de conjeturas deficientes- me dice Elly con mucha seguridad y rigidez, me quedé impactada y en silencio, prosiguió hablando- ahora, cuéntanos de tu padre- su voz enfatizó en la palabra "padre" y me dirigió una mirada curiosa.

Tartamudeé y luego hablé correctamente.

-Mi padre fue Tomás Gener, fue un banquero y empresario, no sé más de su vida laboral, murió hace unos días...- agregué.
-Es obvio que murió, ya lo señalaste en esta porquería de papel- respondió Gerald- según tú, tu padre era honrado y bueno, ¿qué piensas de esto, Elly?- los dos se rieron.

Guardé silencio. Me sentía vulnerable, cualquier cosa podía pasar, me abstenía a las lágrimas. No sé de dónde saco tanto valor, pero hago un esfuerzo gigante para no desesperarme. Entonces, empezó a hablar Elly.

-Tú padre definitivamente era un honrado, pero un honrado de negros y ladrones. ¿Al menos sabes en qué se basaba su mercancía, o lo que importaba?-
-No... explíqueme- le dije.
-Tú padre se hizo rico por robarnos un yacimiento petrolero a nosotros, los Brannady. En 1948, en la muerte de Rose Brannady y Kelvin, que fueron nuestros abuelos, también estuvo nuestro padre, que con ayuda de sus trabajadores y él mismo encontraron esa pequeña cuenca, ¡¿sabes cuánto dinero producía el petróleo hace 25 años?! No tienes idea. Tú padre y sus indios retrógradas reclamaron la zona donde estaba el yacimiento como si fuera un lugar perteneciente a ellos. Lograron ganar por la intolerancia que había hacia nosotros los europeos en aquél momento. Al día siguiente mataron a todos sus compañeros y a nuestros parientes-. Elly se quería mostrar fuerte, pero se le salieron lágrimas de sus ojos al terminar.
-Así que, tú padre además de ladrón, es un asesino- dijo Gerald dirigiéndose a mí.
-¡Mi padre jamás tuvo que ver con esto, es una farsa!- respondí con impulso.
-Reitero, eres una babieca. Ni siquiera debes saber su verdadera edad, no tienes ni la mínima idea. Tú padre tenía 59 años, tú madre tiene 39, que asco. Luego de la masacre injustificada, tu padre seguramente se vino al noreste del país para activar su explotación petrolera al máximo y convertir su empresa privada en un éxito que aún hoy día sigue en pie. Gerald, dile lo que haremos, yo iré a tomar aire...- dijo Elly saliendo del rancho.

-Bueno, te podrás ir de aquí, niñita, pero con 3 condiciones, -aclaró Gerald mirándome, me sentía feliz en este momento- 1. Irás a tu casa, a continuación no le dirás nada a nadie acerca de tu "investigación", si es que a eso se le puede llamar así, y mucho menos, de esta situación, de nosotros, no nos conoces y no sabes nada de nada, 2. No seguirás averiguando más, si lo haces, créeme que saldrás muy mal, 3. Cuando tu madre muera, te dará su herencia por ser unigénita, por consecuencia y como pago del robo y asesinato de nuestros familiares, nos darás todo el dinero y también la empresa. Si no cumples las condiciones, tu familia acabará como los bolcheviques lo hicieron con los zares de Rusia, pero mucho más prudente, claro.

***

Elly y Gerald me dejaron en una esquina de mi casa. Caminé lentamente a ella, pensando en lo que pasaría si digo una simple palabra acerca de lo que anteriormente pasó. Está en mis manos la vida de mi familia completa, es una presión y carga demasiado fuerte para mí. La ansiedad ataca con más eficacia cada vez que me acerco a la casa. Un día desaparecida, ¿qué voy a decir?... Toqué el timbre. Abrió la puerta mi madre. Sé impactó y abrazó llorando de felicidad, le devolví el abrazo con lágrimas y sollozos reprimidos. Entré y conversamos.

-¿Dónde habías estado, mi nena? Todos nos preocupamos por ti, la policía no te encontraba- me dice mi madre llorando de la emoción.
Estaba a punto de hablar sobre todo lo que pasó, no obstante me acordé de las condiciones y tuve que mentir.

-Ya estoy aquí mamá, te amo. Pues... estaba en una fiesta con unas amigas, perdón por no comentarte, es que nos quedamos en otra casa y dormimos muchísimo... lo siento-
Mi mamá no habló, tenía cara de abrumada y sólo me vio. Se limpió la cara, y me mandó a mi habitación; estoy castigada.

Aún sigo fastidiada y con algo de miedo, no quiero ni pensar que estas personas nos podrán hacer daño a mí y a mi familia, traté de olvidarme del asunto, pero me era demasiado difícil, ni podía dormir. Comencé a sufrir de insomnio, caí en una depresión grave y mi ansiedad comenzó a empeorar cada vez que salía a la calle. Un día camino a casa vi a aquél gato que vimos antes de la muerte de mi padre, lo conseguí recostado, cansado, raquítico y débil, parecía tener mucha hambre pero no podía moverse, no lo sé. No quería que le pasara nada, lo quería llevar a casa pero mi mamá es alérgica y no le agradan los gatos. Tomé la peor decisión, me paré e ignoré al gato siguiendo mi camino con algunas lágrimas en mis ojos, no pude evitar voltear para verlo una última vez; el gatito me veía aún con ojos cansados, como si fuera su última esperanza alejándose poco a poco, dejando paso así a su muerte inminente.
Los días siguientes, con sentimientos de culpa, nostalgia y la profunda depresión me intenté suicidar tragando una sobredosis de pastillas para dormir. Desperté unos 5 días después en el hospital, casi muero pero fracasé. No me llevaron a la cárcel por tres razones: soy menor de edad, mi pésima condición de salud y porque pensaron que fue un error y descuido mío. Posteriormente mis días se volvían oscuros y aburridos, pensaba mucho en suicidarme una última y definitiva vez, pero mi madre como un ángel me envió a un psiquiatra y con el paso del tiempo, pude mejorar notablemente. Pero la mejor cosa que me pudo dar mi mamá justamente ese día, fue un regalo, como muestra de su apoyo y afecto, me dio el libro llamado "Noche Eterna" de Agatha Christie, una verdadera obra de arte, una novela policíaca.
Poco a poco, la lectura, el aprendizaje autodidacta se convirtió en un refugio de mis pensamientos, emociones, de la realidad. Al paso del tiempo todo se volvió bueno para mí, hasta luego de 6 años comenzaron los verdaderos problemas.



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