Capitulo 1

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Doce la hora en que lo vi, dos los momentos en que nos presentaron, una las veces que necesité verlo para darme cuenta que haría cualquier cosa por él, cuatro la cantidad en que nuestras miradas se cruzaron, trecientas setenta las noches que soñé con él y me refiero a toda la noche, cinco  las chicas con quienes lo vi acompañado desde que lo conocí, cero las conversaciones que tuvimos desde aquella noche. Cien las razones que se me ocurren para salir corriendo y no contestarle nada de lo que me está diciendo.

Ahora lo tengo justo frente a mí, con cara de desesperación, sé que debería contestarle algo, pero ¿cómo voy a hacerlo si realmente no puedo recordar lo que me dijo?

¿Cómo podría recordarlo si cuando lo vi venir sentí asfixia?,  sí asfixia, me pasa a menudo cuando me pongo nerviosa. Es normal, este chico lleva metido en mi cabeza... bueno y en mi cama, aunque él no lo sabe, por más de un año.

La primera vez que lo vi fue en la fiesta a la que me arrastraron Linda,mi compañera de cuarto, y sus amigas, se sintieron solidarias conmigo con eso de mi cambio de universidad en último año, así que me adoptaron, me maquillaron y me sacaron a esas fiestas en las que nadie se habla más que por señas porque la música está muy alta.

Nada más llegar, estaba arrepentida, en mi anterior universidad, me había ganado a pulso mi fama de reservada y aburrida. No por nada en especial, simplemente no tenía amigas fiesteras o  novios populares.  No  me sentía  cómoda en ese ambiente, de alguna manera temía que todos me miraran y notaran que no pertenecía.

Me hubiera encantado decir que esa fue la noche en que conocí al amor de mi vida, surgió el flechazo y no nos separamos jamás, pero no, no fue así. Bueno más o menos.

Cuando llevaba una largas tres horas en la fiesta y una  firme decisión de marcharme con o sin mis amigas, Linda se me acercó para desenterrarme de un sofá, que juro te  engullía cuando te sentabas.

-¡Vamos Anna, te voy a presentar a un grupo de amigos  que te van a encantar! Están en la junta editorial y les encantaría conocerte.

No me negué, tampoco es que me estaba preguntando, pero conocer gente que tuviera algo en común conmigo era bastante interesante. Debo decir que amo escribir, escribo todo el tiempo, en mi mente, despierta o dormida, cuando como, cuando conduzco (aunque eso me ha traído serios problemas) y no escribo en un papel, todo queda en mi cabeza, cuando tengo oportunidad lo vuelco en mi computadora, pero mi trabajo es constante, todo el tiempo, sin parar.

En fin, caminé hacia donde estaban el resto de las chicas y sentí cómo si mi vida se estrellara contra un muro de sólido concreto... me estrellé contra él, sí, nada romántico ni memorable, un simple tropiezo para él, pero para mi fue el principio de mi pequeña obsesión.

Para ser honesta, debo decir que quedé como una rara y una completa estúpida.

Mientras Linda tiraba de mí para no perderme entre la multitud de borrachos y bailarines, lo ví, abriéndose paso entre  la   gente,   lleno   de  vasos,   que  milagrosamente   se


pegaban a sus dedos y sorteaba cada empujón para no derramar nada, lo ví, porque no había manera de que pasara desapercibido, era diferente, diferente en todos los sentidos. Primero noté su figura, nunca fui muy amante de los chicos de gimnasio, pero éste era definitivamente una perfecta muestra del resultado de "después" en esos  famosos anuncios de gimnasios, no era muy musculoso, pero lo suficiente para saber que no necesitaba ayuda para cargar absolutamente nada, o para protegerte en caso de una invasión alienígena, me imaginé en sus brazos corriendo lejos de la nave nodriza. Apuesto a que ningún alienígena me daría miedo estando en sus brazos... sí, extraño pero real.

Siete Veces CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora