Capítulo 12

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El viernes Marcus y yo tuvimos nuestra cita, la cual fue agradable, hablamos, bailamos y hasta nos reímos un poco; mi ánimo no había estado muy bien durante el resto de la semana. Noah sólo me había dirigido la palabra para asuntos estrictos de trabajo y para darme mi café de las mañanas, luego desaparecía del brazo de Abril y no lo veía hasta la mañana siguiente bajo las mismas condiciones. Me costaba creer que lo nuestro fuera tan débil que con sólo la visita de una mujer nuestro mundo se derrumbara.

Marcus se esforzó por hacerme sentir cómoda y feliz, no me presionó en ningún momento y yo le agradecí el gesto, él aguantó con una elegancia única mi falta de conversación y ánimo. Habló por los dos, bromeó por los dos y me acompañó a la casa como el caballero que era.

-Gracias por aceptar a salir conmigo, fue una noche muy agradable -Yo me reí en su cara divertida.

-Vamos, Marcus, no hace falta que me mientas, fui una cita pésima, no me reí de ninguno de tus chistes y fui aburrida, perdón por eso, te prometo que no soy así -Marcus pasó la mano por mi rostro con dulzura.

-Está bien, Anna, no tienes que fingir lo que no sientes, para mí fue suficiente saber que estabas ahí conmigo, si hay algo que me sobra es la paciencia. Yo esperaré hasta que estés bien, no pienso rendirme tan fácil.


Nos despedimos con un abrazo y me fui a la cama, esa noche dormiría sola, Linda se quedaba con Lucas, su relación estaba avanzando bastante rápido.

De repente un terror irracional me invadió, en mitad de mi sueño, no había estado sola desde hacía mucho tiempo y podía identificar un ataque de ansiedad llegar. Me faltaba el aire y un dolor insoportable invadió todo el lado izquierdo de mi cuerpo, inmovilizándome.

Quería llamar a Noah, porque le prometí llamarlo si algo iba mal, pero mi orgullo no me lo permitía, no podía hacerlo, creo que era hora de enfrentar la realidad y llamar a la única persona que sabía me amaría incondicionalmente, Beverly.

-¡Anna! -Oí su tono de voz preocupado- ¿Pasa algo?

-Hola Bevy... ¿estás bien, estás ocupada?

-Estoy cenando con unos amigos en un restaurante en el centro. Por cierto, que vi...

No la dejé terminar porque su voz me hizo sentir más débil, quería que ella me sostuviera en sus brazos, así como ella y papá hacían cuando tenía pesadillas, quería que estos ataques de ansiedad se fueran y sobre todo, quería ser fuerte, quería superar esto.

-¡Bevy! Bevy, necesito que vengas a buscarme, estoy sola en casa y... y yo... no puedo respirar, traté de calmarme, pero no lo logro. Veo cosas, escucho que vienen por mí y aunque sé que no es cierto tengo mucho miedo, tengo miedo de ser como mamá.

-¡Anna! -oí gritar a Bevy- Anna, querida, voy para allá en unos minutos, estoy cerca, no hagas nada cariño, sólo quiero que enciendas las luces y te quedes en el lugar que te haga sentir más segura ¿oíste?


Yo accedí y colgué el teléfono, me metí en la cama y empecé a sollozar, el miedo más grande para mí era volverme como mi madre, no podía entender que estaba mal conmigo, porque de la nada mi corazón se aceleraba y sentía que me seguían, hasta veía sombras y oía susurros, aquello estaba segura que no era normal.

Unos brazos me levantaron de la cama y yo sollocé en ellos, las lágrimas no me dejaban distinguir bien con quién estaba, pero segura de que no era Beverly.

Siete Veces CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora