Capítulo 5

1.4K 90 10
                                    



Dos meses más tarde:

Estoy en el aparcamiento destinado a la revista y me siento frustrada, es uno de los momentos más grande de frustración que he experimentado, entiendo que es mi culpa, que tener dos juegos de llaves de mi auto y que los dos estén dentro y yo vergonzosamente fuera, es 100% mi culpa, pero no debería ser así.

En mi defensa apenas llevo una semana con este auto, logré ahorrar lo suficiente para comprar un auto usado, cuatro meses de restricciones que valieron la pena, de hecho, está casi nuevo, tuve mucha suerte, pero claro, un auto conlleva una rutina a la que no estoy acostumbrada, en específico la rutina de las llaves, benditas llaves.

Cuando regresé a mi oficina pasé directamente a quien me podría ayudar, nuestra relación no era la mejor desde que regresamos de Londres, de hecho, era un poco más distante y respetuosa, creo que era la manera de Noah de no atormentarme, aunque él, no tenía idea que eso era peor para mí. ¿Qué tan enferma estaba?

Entré a su oficina sin llamar, porque prefería el enfrentamiento con él, así no caería en desear cosas que no podía tener.

-Vaya, Pecas, tan millonaria y tan escasa de educación.

Parece que es cierto lo que dicen, la clase no se compra.


Dijo mientras revisaba unas fotografías de nuestro último reportaje. Yo me aproximé a verlas y señalé una con el dedo, él la seleccionó y la miró pensativo, a veces era muy duro con él mismo y necesitaba que lo empujara.

-No le des más vueltas Noah, esa es perfecta.

-Mmmmm, no sé... la luz no es la mejor, pero es una candidata.

-Bla bla, al final pondrás la que yo te digo, como siempre. Pero no vine a eso, ni a que me insultaras -me incliné hacia su mesa, no por ninguna razón específica, sólo porque me gustaba tenerlo cerca-. Necesito tu ayuda -la vergüenza se apoderó de mi rostro, porque repentinamente, me di cuenta que esto iba a ser material de burla por mucho tiempo.

Noah se dio cuenta, me conocía lo suficiente para leerme y de repente tuve toda su atención y una sonrisa socarrona en su rostro.

-Vaya, vaya, ¿por qué creo que me va a encantar?

-Oh por dios, ya estoy arrepentida, aunque no tengo opción, pero antes solicito sigilo.

-¿Sigilo?, ¿es eso posible¿, ¿a qué estás apelando?, no soy ni cura ni abogado ni doctor.

-Pero esto -dije señalándonos-, lo que sea que tenemos, está basado en sigilo, no me lo puedes negar.

Me miró divertido y se cruzó de brazos mientras se recostaba en su silla. Internamente me lamenté, ya no estaba tan cerca.

-Bien, habla.

-No, me tienes que dar tu palabra de que no dirás nada.


-¿Mi palabra, de qué te sirve Pecas?

- Bueno, de todas las cosas espantosas que puedes hacer y lo indeseable que puedes llegar a ser, sé que nunca rompes tu palabra, nunca lo has hecho conmigo.

Noah pareció conmoverse por unos instantes, luego regresó a su personaje de tipo duro y burlesco.

-Bien, la tienes, ¿qué has hecho ahora?

Siete Veces CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora