Capítulo 21

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-¿Estás lista? -me preguntó Noah mientras besaba mi mano.

Había pasado un tiempo prudente, de pruebas y preparación de mi parte para recibir el riñón que mi madre estaba dispuesta a donar y por insistencia de Noah, había quedado en reunirme con ella en la habitación de un hotel, un lugar donde ella no podría encontrarme otra vez, para que yo decidiera si alguna vez la quería volver a ver, sin presiones, sin prisa.

Abrimos la puerta para encontrarla sentada en una silla frente a la ventana, la vi retorciendo la esquina de su traje chaqueta que le quedaba un poco grande, estaba mucho más delgada de lo que la recordaba, también mucho más vieja, castigada por el tiempo e imagino que por la medicación. Instintivamente, me ubiqué detrás de Noah, para sentirme protegida. Cuando la vi, sentí que tenía 8 años otra vez, me sentía indefensa y expuesta. Pero Noah, pensaba que verla me iba a ayudar a superar las pesadillas, cuando entendiera que ella estaba estable, que estaba a salvo y que nadie trataría de volver a secuestrarme y usarme para sus locas creencias.

-Tranquila, yo estoy aquí, no me voy a ningún lado y nadie te va a hacer daño.

Tomando aire dio un paso hacia ella, que me miraba expectante, sabiamente no había hecho ningún movimiento ni tomado la iniciativa en saludarme, para no asustarme.


-Hola... mamá.

-Hija... Anna... Me alegra que aceptaras verme, ha pasado mucho tiempo.

-Sí -dije, y acepto que no estaba de los más articulada, pero no era mi momento feliz, encuentro madre-hija, era más mi momento atemorizante encuentro entre secuestradora y secuestrada.

Noah, me miró preocupado, por lo visto no estaba hablando muy sensatamente.

-Anna, ¿nos sentamos? Por qué no hablamos un poco, nos ponemos al día y después tocamos el tema de ... ehh, bueno ya sabes, lo del riñón.

Sólo asentí, mientras mi madre me observaba con tristeza, al parecer, esperaba otra reacción de mi parte, pero ¿quién podría culparme? La mujer que tenía delante usaba capucha negra y bebía sangre, a veces la mía.

-Anna, lamento que esto sea así, de esta manera -se disculpó ella mientras retorcía más la tela de su chaqueta, por Dios, esa arruga sería parte de la tela para siempre, imposible quitarla con nada. Mi madre me miraba a la expectativa, parecía que me perdí parte de la conversación.

Instintivamente miré a Noah, esperando que él entendiera que estaba totalmente perdida. Por Supuesto, Noah salió en mi rescate.

-Anna, tu madre quiere saber cómo te has sentido estos días.

-En serio -dije sorprendida-, ¿en serio vamos a tener esta conversación?


Ni yo mismo me esperaba mi reacción, pero una furia burbujeante golpeaba contra mi pecho.

-¿Hiciste lo que hiciste y tenemos esta conversación como saludo? Si quieres podemos hablar del tiempo, no sé, o si Noah y yo planeamos casarnos... lo que te parezca más trivial.

-Anna, lo siento, tienes razón -dijo mi madre suspirando-, nada de lo que hice me da derecho a tener una conversación normal y menos algún tipo de relación, sólo quería tener la oportunidad de disculparme y a responder a tus preguntas, si es que tenías alguna. No quiero que pienses que verme era un tipo de condición para ayudarte, sólo quería deshacer en la medida de lo posible todo el mal que te causé.

Siete Veces CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora