Capítulo 2

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Cuatro años después...

Me aliso la camisa para lucir un poco más formal, no es cualquier día en el que tienes el primer día en las revistas de viajes y costumbres más famosa del mundo.

Sí, para mi orgullo y después de 1 año de pasantías y 2 años trabajando casi gratis en lugares estratégicos, conseguí una entrevista debido a mis reportajes y así, como si fuera magia estaba contratada, como reportera junior.

Dios mío reportera Junior, un sueldo decente, viajes continuos a todas partes del mundo y seguramente, en algún tiempo, un coche y un apartamento en una zona mejor.

¡Mi vida era maravillosa! Amaba lo que hacía y la gente parecía amar mis escritos.

Después de la graduación en la universidad, Linda y yo tuvimos la maravillosa idea de viajar por un año a diferentes lugares, y nos fuimos con una humilde mochila cada una. Viajamos a Grecia, Italia, El Tíbet, India, Francia, por supuesto pasamos por Brasil y terminamos con un año enriquecedor. Aprendimos mucho de nosotras mismas y de nuestra amistad, si también creímos enamorarnos en cada país que íbamos y nos desenamorábamos al llegar al siguiente destino.

En ese año me reinventé, bueno Linda ayudó bastante, logré perder mis lentes de pasta negra, aunque ahora los uso cuando quiero lucir "Chic", como diría Linda, también perdí


mi sensación de aislamiento, disminuí mis miedos y aprendí a reírme de mí misma sin tomármelo tan en serio. En fin, me aprendí a querer, lo cual era genial; también tenía una maleta llena de historias y costumbres que jamás imaginé que existían.

De hecho, esa fue una de las razones por las que me contrataron en la revista, les gustó mi iniciativa de viajar sin un centavo sólo para experimentar el mundo, y ahora estaba viviendo mi sueño.

Subir al quinto piso con el carnet de la revista, sonreír a la gente y decir buenos días se volvió mi nuevo momento favorito y eso que era sólo mi primer día, empezamos a apretarnos a medida que llegaba más gente y ni eso me molestaba.

Sólo cerré los ojos y me concentré en vivir el momento.

-Disculpe señorita -oí una voz tan familiar al otro lado del elevador, no podía ver bien de quién se trataba, pero por detrás ese pelo me parecía dolorosamente familiar. No, no podía ser, de tantos edificios en el mundo, es más, en la ciudad, ¿tenía que coincidir con Noah?

No lo había visto desde la graduación, donde con un gesto de cabeza "me felicitó" y yo me hice la despistada, simplemente porque desde nuestra última conversación no sabía cómo enfrentarlo. Para mi desgracia, aprecio que sin ningún esfuerzo coincidíamos en todos lados, vaya suerte la mía, un año entero siguiéndolo y ahora no podía deshacerme de él.

Además, casi que podría asegurar que estaba cerca de sentir una extraña clase de amor-odio por él.


Todo el trayecto hacia arriba, me fijé en la parte de atrás de su cabeza, con una insistencia enfermiza, tenía que estar segura de que era él, para así evitarlo por completo.

Creo que el sintió mi mirada, porque hizo un leve giro de cabeza hacia atrás, lo suficiente como para que viera sus impresionantes ojos. Instintivamente, me escondí tras el peinado de una señora, que convenientemente usaba un moño inmenso, el que se volvió mi refugio.

Siete Veces CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora