Segundo Tempo

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SÁBADO, SEPTIEMBRE 09

4:00 p.m.

Templo Sōji-ji

–"La casería es mucho más interesante cuando la presa es astuta. Poe-kun jamás sacó el celular del templo. Sólo lo aparentó y recorrió Yokohama entera repartiendo cajas blancas vacías por todas partes. Mientras yo dormitaba frente a su puerta. Reapareciendo al día siguiente."

Ranpo acababa de llegar al templo, pagando el taxi que lo llevó directo. Llovía y tenía los ojos irritados. Ya no recordaba la última vez que lloró tan suelto. Y mucho más importante: por alguien.

Apenas se controló y había activado su Ultra-Deducción, decidido en cada fibra que no dejaría ir a Poe. El sólo pensarlo era insoportable. No podía, no quería y no lo aceptaba.

Muestra de su arrojo y juicio nublado era no haber esperado por ayuda. Horas atrás habló con sus compañeros e incluso ellos mismos se encargaron de recordarle sus presencias, al llamarlo durante el viaje en taxi. Pero no contestó. Sabía que los preocuparía después de haberles pedido ayuda y ahora desaparecer. Pero estaba seguro que podría terminar más pronto si se apuraba él solo.

Y justo ahora, con un empleado del lugar, buscaban en la bodega del templo. Pasando un rato hasta que su ayudante improvisado emergió desaliñado y sucio de una esquina. No mucho mejor de estado que él mismo.

–¡Lo tengo, señor! –llegando de la esquina dónde guardaban las cajas de incienso.

–¡Dámelo! –enseguida chasqueó la lengua porque se escuchó demasiado demandante.

Así que en disculpa y agradecimiento asiente con la cabeza. Enseguida comenzando a caminar, teniendo que cruzar de nuevo el edificio entero. Sacando el celular a su paso en medio de un pasillo, e iluminándose en azul la pantalla, junto con un único símbolo de llamada.

Detiene sus pasos y realmente no había que pensarlo. Era obvio y su funcionamiento sencillo.

"¿Cuándo será buen momento?" –piensa.

Y decide hacer la llamada llevándose el apartado al oído. Esperando siquiera un sonido, pero nada. Así que habla.

–Septiembre 09, sábado 5:00 a.m.

Enseguida su propia voz rebota del otro lado de la línea, ilógicamente como una pre-grabación.

Lo siguiente que sabe Ranpo es que sus pies son de plomo, bajo la sensación que se hunde en el piso de madera. Los sonidos e imágenes alrededor se desvirtúan en borrones y lo consume un frío en el estómago.

Y pierde la conciencia.



*****

SÁBADO, SEPTIEMBRE 09

5:00 a.m.


–¿Ranpo-kun?

Una mano mueve su hombro despertándolo amable. Y Ranpo se sienta de golpe crujiéndole los huesos al cambio de una posición malísima de dormir, rematando, estaba en el suelo.

Y ésta vez está desorientado, mirando el aspecto desaliñado del novelista. Por las ventanas del edificio entra la luz de un día claro, y el frío que le calaba desapareció. También revisa su celular y comprueba que apenas es sábado por la mañana.

Rebobinar ::: RANPOEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora