-Narra Benjamin.-
Llegué a casa. Dejé mis cosas en el salón y saludé a Marius.
- Hola -sonreí.
- Hola Benjamin -me abrazó mi hermano pequeño.
- ¿Y _____?
- En la cocina.
- ¡Marius! ¿Quié ha llegado? -dijo ella.
- Ve y asústala -me susurró.
- Asustarla, no, abrazarla.
- Bueno, tú me has entendido -hizo una mueca.
- ¿Marius? ¿Dónde estás?
- ¡He abierto yo la puerta, _____!
- ¡Vale!
Me quité los zapatos -para no hacer ruido- y me dirigí sigilosamente a la cocina. Estaba cocinando algo que olía realmente genial. Se le veía tan guapa cuando se concentraba. Me acerqué lentamente y le abrazé.
-Se sobresaltó un poco cuando le besé en el cuello.- Hola -sonreímos.
- ¿Cómo estás?
- Se puede decir que un poco mejor.
- Me alegro mucho -le besé.
- Te he echado de menos toda la mañana.
- Y yo a tí -sonreímos.- ¿Por qué estás cocinando? Podríamos simplemente llamar a una pizzería.
- Para agradecerte todo lo que haces por mí. Oye, tienes que comer sano más a menudo ¿eh?
- Que mona eres enserio -le abrazé de nuevo.- Eso me lo tengo que plantear... -sonrió.- Luego tengo mi primer entrenamiento de baloncesto de la temporada, ¿vendrás con Marius?
- No lo dudes -sonreimos. Cada día me enamora más...
Mientras ______ terminaba de cocinar, Marius y yo pusimos la mesa. Marius le dió de comer a Batman y luego se puso a ver los dibujos animados en el salón. Terminó de hacer lo que estubiera haciendo para comer. Olía terriblemente bien. Trajo los platos para cada unos y nos sentamos.
- Que aproveche -sonreímos los tres.
- Igualmente -miró a Marius.- Venga Marius, pruébalo, si no te gusta te hago un sandwich.
- Es que... no sé... no me gustan las verduras...
- Venga, hazlo por mi -se levantó y fue con él.- Benjamin -le miré- ¿a qué está rico?
- Probé el plato y no mentía.- Está super bueno.
- Mira Marius, si no quieres, no te voy a obligar, pero pruébalo por fa... -le miró con cara de cachorrito abandonado.
-Suspiró.- Bueno, venga... lo voy a probar -sonreímos.
- Ahora me dices que tal -se volvió a sentar al lado mía.-
Comimos atentos a Marius y sus tontería y caras de asco que ponía a unas simples verduras. Por fin se decidió y las probó, pero sin antes taparse la nariz y cerrar los ojos. Jajajajaja que hermano tengo.
- ¿Y qué tal...? -le preguntó _____.
Mi hermano la miró y sonrió.
- ¡Te lo dije! ¡La receta nunca falla! -reímos.
- Están muy ricas así -dijo sin dejar de comer.- Dádle a mi madre la receta, por favor.
- Se la daré tranquilo -sonrió satisfecha y recogió su plato.