La calmé un poco y me dio permiso para irme a la habitación de Benjamin. Cogí su mochila habitual y metí un pijama de superman, que era monísimo, una camiseta con estampado del agua de una piscina, un pantalón de deporte azul marino, sus supras rojas, ropa de recambio y unos tenis para la clase de mañana. Guardé toda la ropa con cuidado y cerré la mochila. La cargué en mi hombro y bajé las escaleras. Benjamin estaba sentado en el sofá rodeando sus piernas con sus brazos, mientras lloraba.
- Bebé, ¿nos vamos ya? -me senté a su lado y le abrazé.
- Por favor.
Le quité lágrimas que recorrían su rostro y nos levantamos. Me abrazó y emprendimos camino hasta mi casa. Unas calles más arriba, nos encontramos con los ''malotes'' de nuestra clase, que insultaron y pegaron a Benjamin.
- Huy, ¿por qué llora? ¿se le ha roto una uña?
- ¿Ustedes sois g·lipollas o qué os pasa? ¿No podéis dejar de molestar?
- Déjalos -me susurró Benjamin, me besó la mejilla y tiró de mí para que siguíeramos caminando.
Me dolía muchísimo que le hicieran esto, a él. A la persona más perfecta que he conocido. Sólo, por tener otros gustos y sueños diferentes a los de ellos. Era una mezcla de dolor, coraje y enfado, lo que sentía. Ahora mismo, Benjamin debe tener los mínimos problemas o caerá en una depresión. No quiero que eso le pase, así que estaré protegiéndole en todo.
Desbloqueé mi móvil para mandarle un mensaje a mi madre.
''Mami, ya vamos de camino, no preguntes que le ha pasado por favor. Ya te contaré. _____x''
Lo guardé en el bolsillo y abrazé de nuevo a Benjamin. Me obligó a que cargase él la maleta, pero se lo negué rotundamente.
Saqué las llaves, busqué una de ellas y la introducí en la cerradura. La giré dos veces y empujé, con ayuda de Benjamin, la puerta de entrada. Le dije que subiera arriba, se diese un baño y se relajase. Aceptó y mientras fui a hablar con mi madre.
- Cielo, ¿cómo ha ido todo?
- Bueno... mal.
- ¿Qué le ha pasado? ¿Por qué ese mensaje?
- Sus padres se han divorciado.
- Joder, pobrecitos, Dios... ¿sabes el por qué?
- Su padre estaba con otra a sus espaldas... Y cuando se lo contaron, empezó una discusión y su madre soltó que Benjamin no era su hijo... -mi madre palideció y abrió su boca por asombro.
- Dios mío, Dios mío, Dios mío...
- No saques el tema, por favor, sólo apóyalo y que sepa que no está solo.
- Vale... que fuerte... ¿qué esta en el baño?
- Sí, le dije que fuera a relajarse.
A la media hora, más o menos, bajó Benjamin ya con su pijama puesto. Se había secado el pelo y creo que había llorado otra vez.
- Pero que gracioso estás con ese pijama de Superman, Benjamin -le dijo mi madre y se ruborizó.
- Gracias, supongo que sabrá quién me lo ha elegido -reprimí una risa.
- Oye, estás muy guapo ¿eh? No te vayas a quejar -le dí un beso en la mejilla-. Oye mamá, ¿por qué no hacemos la cena yo y Benjamin?
- Vale, no hay problema, si me necesitáis, estaré haciendo la colada.
Decidimos cocinar una receta mía, rollitos de arroz cinco delicias. Le dije todos los ingredientes y entre los dos los pusimos en la isla. Le ordené que cortase a taquitos los filetes de cerdo, los pimientos y la lechuga a tiras, mientras yo hacía tortilla a la francesa. La corté en trozos, no muy grandes ,y empezé a cocer el arroz en agua hirviendo. Lo dejé unos 15 minutos, entretanto, le ayudé a cocinar el cerdo.
- ¡______! ¡Qué esto salta! ¡Ay! ¡Me ha caído aceite en la mano! -lloriqueó y reí.
- Tranquilo, mira así -le cogí la mano derecha con la que aguantaba un tenedor de madera.
- No, no, no, no, no, no, no, que va a saltar... -dijo como un niño pequeño.
- Pues dame el tenedor -me lo entregó y removí con cuidado los dados de cerdo-. Listos -aparté la sartén del fuego y puse a escurrir toda el aceite que tenían en papel de cocina.
- ¿Por qué a tí no te salta y a mí sí? Injusticia -se cruzó de brazos.
- Porque eres muy tonto, por eso -se quejó-. Es broma -le besé-, sólo ten confianza.
- Para tí es muy fácil -hizo un puchero.
- Pareces un bebé -reímos y esta vez me besó él.
- Tú bebé -sonreí y le abrazé.
- Venga, sigamos.
Aparté el arroz y escurrí todo el agua que tenía. Lo puse en una paellera mediana con aceite y sal. Poco a poco añadimos todos los ingredientes, removí y puse una tapadera de cristal encima. Me dejé caer sobre la encimera para esperar. Benjamin me abrazó por detrás y repartió besos por mi mejilla izquierda.
- Gracias cielo -me susurró.
- No las des -sonreí.
Empezó a bajar los besos poco a poco hasta llegar a mi cuello. Joder, ahora sé cual es mi punto débil y Benjamin también se había dado cuenta. No podía decir nada, no tenía fuerzas suficientes. De mi boca sólo salía mi respiración irregular. Mi corazón latía demasiado rápido.
- B... Ben...
- ¿Mmm?
- El... a...rroz... se... va a... qu...quemar...
Dejó de besarme pero no de abrazarme. Benjamin dejó caer su cabeza en mi hombro derecho y empezó a besarme de nuevo. Aparté la tapa y moví el arroz. Quité la sartén del fuego con cuidado de que no se me cayese porque me temblaba todo, de verdad. Era una sensación muy extraña e incómoda pero me encantaba. Me quedé inmóvil durante un tiempo para recuperar el ritmo normal de mi respiración.
- ¿Qué tal? -me preguntó en un susurro.
- Muy bien -soltó una risita.
- Vamos a terminar, venga -me besó de nuevo.
(...)
Después de terminar de cenar y recoger la cocina, fui hacia mi habitación para cambiarme de ropa. Cuando estaba terminando de pornerme la camiseta de mi pijama favorito, Benjamin llamó a la puerta.
- ¿Has terminado ya?
- Sí, entra.
Entró y me sonrió. Se sentó en el filo de la cama aún mirándome.
- ¿Pasa algo?
- Tienes dos chupetones -me señaló el cuello.
- ¿Qué? Te mato. Como lo haya visto mi madre... Benjamin te juro que te mato...
- Que es broma -rió.
- Eres tonto -me cruzé de brazos.
- No te enfades -se levantó y me abrazó.
- Ay, te quiero.
- Yo más -me besó levemente.
Arropé a Áfrika que ya estaba dormida y me tiré al lado de Benjamin.
- Gracias de nuevo.
- Te he dicho que no las des -le abrazé y me acosté en su pecho-. Buenas noches.
- Buenas noches, princesa.
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capítulocaca :c
quiero 5 comentariosonolasigo, sorry.
laurax