Capítulo 24

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Después de estar unos minutos andando, llegamos a casa de Benjamin, bueno, la que era su casa. Llamé al timbre dos veces, como era habitual en mí, y abrió la puerta un chico que no conocía. Unos centímetros más alto que yo, ojos azules claros, moreno, de mi misma edad -o eso aparenta-, nariz fina, sonrisa blanca y brazos musculosos. Abreviación: chico perfecto.

- Hola preciosa, ¿puedo ayudarte? -se apoyó sobre el marco de la puerta.

- Tengo muchas preguntas que hacer, pero seré breve; busco a Benjamin -puso los ojos en blanco y respondió.

- Está en su habitación. Antes de entrar, dime tu nombre.

- Mmm... Rodolfa. Adelante -dije y me dejé paso yo misma.

Aseguré que mi madre me seguía y subí los escalones de dos en dos. Toqué y abrí la puerta de su cuarto.

- ¿Hola?

- Hola - sonrió sin mostrar los dientes desde su cama.

- Antes de nada, ¿quién era el chico moreno que nos ha abierto?

- Supongo que sería Hayes -fruncí el ceño-, primo de Marius -me acerqué y le di un beso en la mejilla.

- ¿Cómo estás, Benjagrier - Bueno, mejor, gracias Karen.

- De nada -sonrió-. ¿Dónde está tu madre? Quiero hablar con ella para decirle que podéis quedaros en mi casa.

- En su habitación, tercera puerta a la izquierda.

- Os dejo solos -sonrió y salió al pasillo.

Le besé, esta vez en los labios, y acaricié su pelo. No creía que sería la última vez que pisara esa casa, vería todos los dibujos de su habitación, la canasta encima del garaje, la cama elástica del jardín junto a los columpios de madera de Marius. Era algo muy extraño. Benjamin creo que leyó mi pensamiento.

- Yo también echaré de menos esta casa -miró hacia la pared.

- Venga, te voy a ayudar a quitar todos estos dibujos -le agarré de la manos y tiré de él hasta que se levantó.

Empezé por la derecha y él por la izquierda. Con mucho cuidado levantaba el fiso de la pared y luego del folio o cartulina. Cuando ya estaba por la mitad, más o menos, entró Hayes y se cruzó de brazos.

- ¿Os ayudo?

- No -le dedicó la sonrisa más falsa del mundo y respondió antes de que yo lo hiciera. Ese era mi chico.

- Uo, tranquilito rubio. Bueno, en verdad sólo venía para hablar con ella.

- No me apetece en absoluto hablar contigo, por favor, deja de molestar.

- ¿Por qué todos los daneses sois tan bordes?

- Inglesa -le corregí.

- De ahí vendrá tu nombre. Por cierto, feo nombre para tan bonita chica -Benjamin me miró levantando las cejas, como si me estuviera preguntado a que venía eso.

- Rodolfa, es bonito mires por donde lo mires. Y, te lo digo por favor otra vez, vete y deja de molestar - Benja reprimió una risa y seguí a lo mio.

Unos quince minutos después de haber recogido todos los dibujos y metido toda la ropa y demás en maletas y cajas,  recibí como unos diez mensajes de Emilie.
" Holaa, ¿cómo ha ido todo?"
" El juicio y tal."
" ¿Estás?"
" ¿No estaréis...?"
" Nah, no creo."
" ________..."
" Me estoy preocupando..."
" Llamamee."

" Heeeyy..."
" anskamenlsqbdlansñw"

Empecé a reírme sola cuando leí el cuarto mensaje. Vaya amiga que tengo... Busqué su número antes de que me enviara más mensajes y me "petara" aún más el móvil.

Tres pitidos tardó en descolgar, muy raro en ella.
- ¿______?

- Emilie, hola.
- Por fin, estaba asustada -reí-. ¿Habrás leído los mensajes al menos, no? Bueno, ¿qué tal? Hablo de Benjamin.

- Que buena amiga que no me pregunta ni cómo estoy...
- Lo siento, ¿cómo estáis?

- Era ironía, Emilie... Está bien, sólo que pierde su casa.

- ¿Quién es? -me preguntó Benjamin.

- Emilie.
- ______, tía, te tengo que contar una cosa...

- Dime.
- Markus... -pegó un gritito emocionada-. Me ha pedido salir.

- ¿Enserio? No...

En ese mismo instante, mi madre apareció en la puerta con cara de enfadado, ojos entrecerrados, mejillas rojas y ceño muy fruncido.

- Ey, vosotros, nos vamos.

- Emilie, luego te llamo, adiós -guardé mi móvil en el bolsillo-. ¿Qué pasa? Todavía no hemos terminado.

- Te he dicho que nos vamos.

- Karen, ¿qué te ha pasado? Puedes decírnoslo -le dijo Benjamin con mucha tranquilidad.

- Nada, hijo. ________ Benjamin, quiero veros en la puerta en un minuto. Mañana recogeremos las demás cosas -me miró por última vez y desapareció.

Miré a Benjamin y luego a la puerta, y repetí varias veces la misma acción. Estaba muy desconcertada, no sabía lo que había ocurrido. Cogí la gran maleta de ropa y Benjamin las dos cajas. Cerré la puerta con cuidado y cogí la maleta en peso. Cuando llegué abajo, visualizé un panorama muy distinto de hace unas horas. Platos rotos, fotos y cuadros tirados por el suelo, tres manchas de color rojo intenso sobre la pared; vino. Cristales de esas botellas esparcidos por toda la cocina y salón, la bolsa de comida de Batman rajada, las cacerolas tiradas por el suelo... Todo un desastre. Cuando estábamos recogiendo escuchamos varios rudios, pero no le dimos importancia.

Me agaché y cogí tres fotos: dos de Benjamin y una de Marius de pequeños.

Se me paró prácticamente el corazón cuando vi que una lágrima recorría el rostro de Benjamin, tomó aire, miró al frente y siguió su camino hasta la puerta.

××××××××
Holaa c:
Subiré solamente los findes, pero quiero que comentéis la parte final, el "destrozo", y quién y por qué ha hecho eso.

multimedia; hayes grier

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2014 ⏰

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