《Faltante》

3.8K 555 271
                                    

Tal vez la suerte en la noche ésta a su favor puesto llega totalmente cuerdo, ileso y sin que le falte alguna pieza de su cuerpo. Llega a la pequeña isla que poco a poco ha ido encogiendo por que sus orillas han sido quemadas por el mismo dragón dorado que habita en el castillo.

Embarcó en la costa. A su alrededor se escucha la completa tranquilidad, tanto silencio le da miedo, ha de admitir.

Tomó los dos costales. Suspira fuerte. Retoma un camino, profundizando se en aquel lugar que hace mucho tiempo era su aldea. Su pueblo. Y ahora, a pesar de que si bien aún hay algunas casas y demás, parecen estar opacas, sin vida alguna por que no hay ser humano que les de luz y calidez junto a la familia.

En breve piensa sobre el tema de la familia. Tener una. Pequeños niños siendo su adoración junto a su futura pareja que despozara. Se promete ser comprensivo con ellos y no ser tan estricto como su padre.

Intenta no pensar mucho en eso pues sabe que ahora solo debe concentrarse en su misión.

Poco a poco se va a costumbrando al peso que carga, maldiciendo por lo bajo por no ser mas fuerte y teniendo que dar un descanso de cinco minutos cada cierta distancia justa para su cuerpo.

La luz de la luna no está en todo su esplendor, por lo que la oscuridad es su mayor problema en esos momentos. Su vista están obsoleta en la penumbra como cualquier ser humano corriente y normal que haya conocido. Por eso saca de sus cosas un candil.

Con la poco iluminación que hay, lo alista para que por el pico se encienda una llama que será la luz en esa enorme penumbra. Por cualquier cosa traía aparte algunas velas extras.

Siguió su camino con dificultad, su objetivo ahora es llegar al castillo. Y otra gran suerte suya es que no está tan lejos como se imagina.

Su mirada curiosea con su alrededor. Recuerda que desde muy pequeño le ha temido a la oscuridad y peor si esté se encuentra solo. Aunque al crecer, ése miedo ya no parece afectarle como antes. Si bien, siente algunos escalofríos al aventurarse en un lugar donde ningún alma pasea y sólo hay una llama de fuego para protegerse del frío y la penumbra, una llama que se puede extinguir si el viento se vuelve fuerte y violento.

— ¿Qué pienso? Mi mayor miedo y preocupación debe ser el dragón. — se dice así mismo como ánimo. Piensa que lo peor que puede suceder le no es quedarse en la inmensa oscuridad, de lo que verdad debe preocuparse es de encontrarse con esa bestia dorada anticipadamente.

Espera que esté durmiendo en el castillo. Lejos de él por el momento.

Mientras camina alerta de cualquier peligro fuera de sus planes, se pone a pensar en la posibilidad que nunca ha visto algún otro dragón de otra especie cerca de la isla. Tal vez se aplique la teoría que leyó en otra ocasión en el libro de su tío Ford.

"La posible razón por la que ningún otro Dragón entre a su 《territorio》 sea por que le tienen respeto y miedo. Lo cual puede ser bastante asombroso pero aún más intimidante."

El Pines asegura que el recorrido hasta el castillo —mientras planeaba el como atrapar a la bestia de escamas doradas para proseguir y matarla—, es algo de varias horas.

Pero la adrenalina y el fuerte deseo de al fin acabar con todo eso persiste en su pequeño cuerpo. No le permiten dormir. Primero necesita cumplir su cometido.

Un breve descanso es lo que ocurre, toma  agua puesto su garganta comienza a secarse.

Sigue su camino.

Rumbo a lo desconocido.

[...]

Le cuesta trabajo saber que hora es. Puede dar un juramento y decir que son las tres de la mañana aproximadamente.

"Escombros" ■BillDip ■Editada2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora