Martes

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Abrí los ojos cuando escuche golpes en la puerta de mi habitación, como era mi costumbre, lo primero que hice fue mirar el reloj de mi mesa de noche, eran las 11:30 de la mañana lo que significaba que ese martes, Jay ni siquiera se había tomado la molestia de despertarme para intentar que vaya a clases.

-Estoy en clases –grité, no tenía ganas de ver a nadie pero en ese momento escuche un ladrido. –¡Chico! –exclame golpeándome la frente con una mano.

-Soy Ben –escuche la voz del rey de Auradon –acaban de traer a Chico de Neverland. –me levanté a abrir la puerta con rapidez.

-Tenía que haber ido a recogerlo ayer –dije quitando al perro de los brazos a Ben –gracias por traerlo.

-Todos estaban preocupados porque no habías ido por el –comentó el rey de Auradon entrando detrás de mí –dicen que lo que tiene en la piel es solo una reacción alérgica y te mandan este alimento –levanto una bolsa plástica –solo puede comer esto y tomar agua durante siete días, si no mejora lo tienes que llevar de nuevo.

-Gracias –mascullé tomando la bolsa, tuve que dejar a Chico en el suelo para poder abrirla y verter un poco de croquetas en el plato del perro, él se acercó inmediatamente a comerlas con algo de desesperación. –¿No te han dado de comer en Neverland? –comenté al aire ro las risitas de Ben me hicieron darme cuenta que él seguía ahí.

-¿Estás bien? –preguntó y yo puse los ojos en blanco.

Odiaba esa pregunta porque la respuesta real era NO, pero nunca iba a decirla en voz alta.

-Claro que si –caminando hacia mi cama –todo está bien, solo que estoy cansado.

-No me voy a ir de aquí hasta que no me digas la verdad –El chico dio unos pasos dentro de la recamará y cerró la puerta detrás de él.

En pocos meses de conocernos, Ben y yo habías forjado una bonita amistad y ambos ya nos conocíamos tan bien como para saber cuándo el otro estaba mintiendo.

-Estoy destruido –susurré dejándome caer en la cama –me duele la cabeza, el cuerpo –lo miré sintiendo que las palabras se atragantaban en mi garganta –me duele el corazón y no hay un remedio que pueda tomar para que el dolor pase.

-No –afirmo Ben –pero nos tienes a nosotros, no tienes por qué pasar esto solo.

-Pero quiero estar solo –miré a Ben –no quiero que nadie me vea sufrir, quiero antes de compartir de nuevo con ustedes volver a ser el chico alegre que era antes de enterarme del engaño de Jane.

-Lo eres –mi amigo puso una mano sobre mi rodilla derecha antes de sentarse en el borde de mi cama –lo serás siempre, esto es solo una etapa, y créeme, todo etapa mala pasa. No hay mal que dure cien años decían las abuelas.

-Lo sé, lo sé –no sabía que podía decir para que él pudiera entender como me estaba sintiendo de verdad.

-¿Tienes hambre? –preguntó Ben mientras yo me tapaba otra vez con la colcha blanca.

-La verdad –lo pensé un momento –Si, mucha.

-Voy a traerte algo de comer –el rey se levantó rápidamente y salió de mi habitación sin preguntarme nada más.

Miré al techo resoplando, yo solo quería que el dolor pasará y poder caminar por los pasillos de la preparatoria sin tener miedo de ver a Jane o a Doug, ya que en ese momento el solo pensar cruzármela por el pasillo delante de todos hacía que mis rodillas temblaran.

Almorcé junto a Ben el cual me escucho durante todo las poco más de dos horas que habíamos estado juntos lo que le había hecho perder el entrenamiento de Tourney que habían programado para ese martes pero su presencia me había ayudado mucho a desahogarme y cosa que no podía hacer con Jay, Mal o Evie porque no me gustaba mostrarme débil delante de los Vk's.

Carlos, La Peor Semana de mi Vida.Where stories live. Discover now