Carlos, La Peor Semana de mi Vida.

Viernes

El último día de la semana escolar había llegado, y en mi interior sabía que no iba a poder faltar más a clases, en algún punto iba a tener que volver aunque no me sintiera preparado.

-Deja de atormentarte –dijo Jay saliendo del baño y parándose detrás de mí, yo estaba con la laptop prendida sentado en la mesa de centro revisando las redes sociales de Jane.

-Solo quiero leer cada una de sus palabras para que nunca se me pase por la cabeza la idea de volver con ella –susurré levantando los hombros.

-Como digas –dijo Jay caminando a la puerta –voy a ir a Agrabah con Monny, Ben te traerá el almuerzo hoy. –asentí sin darle mucha importancia. –ok nos vemos en la noche.

Escuche la puerta cerrarse y seguí en lo mío, durante los últimos cinco días Jane había sido una actriz envidiable, compartía canciones de amor y frases tristes, era como si yo la hubiera engañado y partido el corazón.

A pesar de leerlo, mi cabeza aún no asimilaba cada palabra, escuche la puerta abrirse.

-¿Qué te olvidaste? –pregunté pensando que era Jay pero al no obtener respuesta levante la vista.

Jane estaba parada delante de mí, llevaba puesto el traje de animadora y tenía su cabello amarrado en una cola alta.

-¿Cómo entraste? –pregunté.

-Tome prestada la llave de repuesto del despacho de mi madre –levanto los hombros, la pequeña hija del hada madrina rompiendo las reglas, sí que había cambiado.

-Vete –señale la puerta.

-Carlos en serio, necesito hablar contigo –puse los ojos en blanco –yo te amo...

-No seas mentirosa –dije molesto recordando cada palabra que había leído en las redes sociales.

-Te amo, pero tengo que ser fuerte –dijo mirándome con sus grandes ojos celestes.

-¿Tú tienes que ser fuerte? –negué con la cabeza –déjame decirte que tu broma es de muy mal gusto.

-¿Broma? –preguntó ella frunciendo el ceño.

-Decirme que me amas y que debes ser fuerte en la misma oración solo puede ser una broma –me levante de la silla y me acerqué a ella tomando su brazo –vamos Jane, fuera de aquí.

No dijo nada mientras la iba llevando hasta la puerta de mi habitación pero en un rápido movimiento logro librarse de mi agarré y pegó sus labios con los míos mientras yo agradecía internamente que Jay me hubiera obligado a lavarme los dientes esa mañana.

Sentí sus piernas alrededor de mi cadera y ni siquiera me había dado cuenta de que en momento lo había hecho, para mí todo iba como en cámara lenta, como si yo fuera un espectador mirando una película.

Mi corazón palpitaba casi desbocado y las mariposas en mi estómago no paraban de revolotear, la necesitaba, claro que la necesitaba, cerré los ojos y la imagen de ella besando a Doug invadió mis pensamientos haciendo que cortará el beso y la obligará a pararse en el piso de mi habitación.

-Carlos te necesito –susurró mirándome a los ojos.

-Yo no –dije lo más firme que pude, aunque sabía que la duda en mi voz iba a hacer que ella se diera cuenta de que lo que decía no era lo que sentía.

-No puedes mentirme –susurró mientras se soltaba el cabello, su sonrisa de lado y su mirada penetrante me indicaron lo que tenía en mente.

-No voy a tener sexo contigo –dije dando dos pasos atrás, sus ojos me miraron con decepción.