Los hestaru

Lluvia

Llueve, escucho a las gotas golpear diferentes superficies. Llueve como siempre, tal vez un poco más fuerte, tal vez un poco más acido. Lo importante es que aún hay una atmosfera.

Me pregunto qué está bañando el agua, si hay algo vivo bajo el cielo, o si el tiempo le ha ganado a mi legado. Preguntarme es lo único que puedo hacer.

¿Llueve? ¿O es algo más que suena igual?¿Las nubes son aún de agua?

Podría estar naufragando en el espacio, pero no hace tanto frio. Y lo que parece ser el sonido de las gotas me asegura que hay algo ahí afuera. Vivo, mecánico, o climático. Sea lo que sea, me ignora, y así debe ser.

Porque creo que llueve. Y espero que vuelva a llover.

Y cuando se detenga, volveré a pensar en cuantas vueltas ha dado este planeta a su joven y caprichosa estrella madre. Pensaré en aquella mascota que liberé en los mares, pequeña, pero resistente y adaptable. ¿Hace cuánto fue eso? ¿Puedo responderlo?

Si llueve, si lo de afuera es agua, significa que estoy en la superficie una vez más. El planeta fue incapaz de digerir mi hogar de roca, y lo ha escupido para que se pueda meteorizar.

¿De qué color será el cielo? ¿Cuánto queda para que la estrella decida que lo va a devorar? ¿Habrá el universo aprendido ya a perdonar?

Estoy en la tierra, un flujo sonoro se empieza a crear. ¿Pasará por encima de mi hogar, por delante, por detrás? ¿Terminaré arrastrado hacia un rio, un lago o el mismísimo océano?

Oigo el aullar del viento. Esto debería ser bueno. Mi hogar, mi prisión... destrúyanla, elementos. Desgasten mi roca, libérenme. Quiero salir, ver qué ha ocurrido durante estos eones. Tal vez sea el último ser inteligente en el universo. O incluso el último vivo, si es que los sonidos de animales son solo ecos creados por máquinas frías e inmortales. Pero si las corrientes no se apiadan de mí, nunca lo sabré.

Nunca lo sabré de no sucumbir mi protección. Fue necesaria en aquellos momentos, descansar a la intemperie era peligroso.

Ahora solo queda esperar.

Que la lluvia caiga.

Que mi piedra se disuelva.

Que lo que sea esté viviendo me contemple.

¡Y que la cacería implacable comience otra vez!