Las cuevas del pensamiento.

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La gente no sabe de criaturas de otros mundos. Imaginan, teorizan, y similares. Pero no tienen certeza de algo concreto. Esta criatura de la que les hablo, señoras y señores, es real y peligrosa.

Olviden los platillos voladores y similares. La humanidad, o al menos la reducida porción de esta que realizó el gran hallazgo, no tiene idea de cómo llegó al planeta Tierra.

Aletargado y oculto en lo profundo de una cueva, un grupo de espeleólogos se llevó una desagradable sorpresa al encontrar al sujeto.

Jonathan, Renata, Rick y Érica. Esos eran los nombres de los desafortunados que encontraron a la criatura. Escamas, tentáculos para movilizarse y una cola espinosa son las características que uno notaría a primera vista. Le iluminaron sus seis ojos, que forman un ovalo alrededor de su boca, un simple agujero sin dientes. Apuntan hacia el frente, lo que hizo a Jonathan aseverar que se trataba de un cazador.

Érica protestó, diciendo que carecía de medios para cazar a su presa. La falta de dientes y garras era, cuanto menos, un impedimento para cualquier animal que no tuviera veneno.

Y Rick sabía esto. Trabajaba investigando cuevas, pero se entretenía escribiendo y leyendo ciencia ficción. Le encantaban las formas de vida extrañas y con apariencia de otro mundo. Al menos en papel. Las cuevas eran el escenario más parecido a un planeta rocoso extrasolar que podía encontrar en la Tierra. Fascinantes formaciones de cristales y seres descoloridos y ciegos solían encontrarse dentro de ellas.

Insensato , se acercó al espécimen. Sacó de entre sus ropas una libreta que llevaba a todas partes, y empezó a tomar nota de lo que notaba interesante. Al tener guantes, se atrevió a tocar a la criatura. Sus escamas son muy duras, o tal vez tiene placas de hueso subcutáneas. El ser produjo un sonido leve, pero audible para las personas. Cual si se desperezara. Una estructura parecida al capullo de una flor asomó por su boca. Al abrirse, reveló una larga y fina aguja. un colmillo en la punta de la lengua. Lengua que, con la misma velocidad que la de un camaleón, salió disparada contra la cabeza de Rick. Penetró la piel, penetró el hueso , y llegó al cerebro.

Paralizado, Rick cayó al suelo. Pero sus compañeros no se acercaron a ayudarlo, no con inmediatez. El miedo les impedía actuar. La sensatez también. Cuando el alien se apartó del cuerpo y volteó hacia la pared, Renata se apresuró a intentar auxiliar a la víctima. Pero era tarde. Siempre había sido tarde.

Nada había ya en su mente. Babeaba tirado en el suelo. Era peso muerto. Todo recuerdo, toda emoción, borrada, cual una memoria de acceso aleatorio quedándose sin energía. Seguía con vida. Su cerebro aún era funcional, más toda conexión entre neuronas se había reorganizado. El cuerpo de Rick seguía vivo, pero ya no era una persona. Incluso un bebé tenía mayor coherencia a la hora de actuar y pensar.

Tanto el desgraciado como Jonathan sabían código Morse. Y, con la lengua afilada, el engendro empezó a golpear la roca. Los sonidos largos los realizaba raspando la piedra. Jonny, como le decían cariñosamente sus amigos, tomó la libreta y empezó a traducir. . Tenía la esperanza de averiguar cómo traer de nuevo a su amigo.

"Atrapado, estoy atrapado en esta cosa" era la primera oración el texto. Les mostró eso a las hembras, que estaban más bien incrédulas.

—¿Rick, eres tú? —preguntó Érica.

Mientras el hombre transcribía, la criatura seguía comunicándose.

"Sí, dame mi libreta y algo para escribir. La lengua es prensil."

Le lanzó con cuidado lo que había pedido, y por supuesto también el bolígrafo que la acompañaba. El monstruo escribía un párrafo y se la deslizaba por el húmedo suelo de nuevo. No sin retraer la lengua y voltear, para demostrarles que carecía de intención de lastimarlos.

" Ahora comparto un cuerpo con esta cosa. Espero entiendas mi horrible caligrafía."

Luego de leer, Jonny le devolvía la libreta.

—Dime, amigo mío. ¿Sabes cómo podemos ayudarte?

"No. No tengo la más mínima idea. Al parecer, la criatura hace algo similar a una transferencia de datos, y destruye el cerebro de la presa en el proceso. Tal vez sea reversible, pero este animal bobo no sabe cómo. Váyanse y no le digan a nadie que estoy aquí. Saben lo que me haría el gobierno."

—Tal vez ellos descubran cómo curarte—aportó con timidez Renata. Era callada, y seguía teniendo miedo. Ella planeaba en confesarse a Rick uno de esos días. Pero ahora lo veía hablando a través de una libreta, siendo un horror de quién sabe dónde. Era horrible y descorazonador.

"No quiero arriesgarme. Déjenme, amigos. Y sé que soy asqueroso, pero me gustaría un último abrazo. Tengo control total del cuerpo, mi voluntad es más fuerte que la de este... león del espacio. Acérquense, quiero verlos de cerca por última vez. Estos ojos no son muy buenos"

Convencidos de que era Rick, se le acercaron.

Renata incluso me abrazó, dejando el cuerpo humano tirado en el suelo. Y tres de las espinas de mi cola se extendieron, cual lo había hecho la lengua. Entre tanto, escribía una última línea.

"La humanidad sabe mentir. Por extensión, ahora sé mentir".

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