Aquí estamos de nuevo, mi ángel escurridizo. Tan pequeña como eres, y tu influencia sobre mí continúa proyectando una sombra equivalente a la de una montaña.
Yo, amargado y de luto por la defunción de mi sueños. Tú sentada en el frasco que te designé como prisión. Puedo verlo en tus ojos, intentarás escapar de nuevo. Y , sí, estoy viejo, pero ahora que te recuperé, no cometeré de nuevo los errores de la juventud.
Antes que nada, te contaré el dolor que me causaste aquel día que , de ser una película, estaría filmado en escala de grises.
Mi ángel, mío, mío de y nadie más, no estaba cuando regresé del trabajo. Te busqué por toda la casa. Debajo de la cama, en otras repisas, en el patio. Incluso busqué rastros de gatos para asegurarme de que ninguno se había colado para devorarte.
Mi ángel, aquél que encontré en mi juventud y que juró servirme, protegerme. Me diste lo que no pedí, pero necesitaba. Cuando tu poder menguaba, yo poco te exigía, mi pequeña, valiosa bendición.
Pero un día volaste, marchándote porque creíste que yo ya no te necesitaba. Un error que no pienso perdonar. No te vi escapar, y, lo admito, fue mi error.
Fue mi error no ponerle cadenas a aquello que deseaba mantener siempre a mi lado. Ya dicen que si uno ama algo, hay que dejar que se vaya. Y luego tirar de la corea y recordarle que tiene un collar de ahorque por una razón.
Tantos años buscándote, y tú solita vuelves a ver cómo estoy. Estoy agradecido, y aunque no lo parezca desde dentro del frasco, aún te aprecio.
Como a un anillo de oro.
Como a un auto antiguo.
Como al odio que plantaste en mi alma.
Me dan ganas de acariciar con un dedo tus blancos cabellos mientras con una pincita te desplumo un ala. O tal vez, si estoy de ánimo, te la retuerza hasta arrancártela. Dolerá menos que tu partida, te lo aseguro.
Podría agarrarte por el pescuezo y ahogarte en un balde hasta que pidieras clemencia. Me es difícil contenerme para no hacerlo.
Después de todos estos años, pequeña ángel, ¿te crees que me importa ir al infierno? . El que me hiciste vivir cuando arrastraste mis sueños adondequiera que te hayas ido, te aseguro, es peor que todo el fuego y los tridentes que pueda imaginar.
Dime, diminuta bendición, ¿has soñado alguna vez con ser una obra de arte?. Clavada en una diana, con dardos fijándote por el vientre. Sangrando bajo el sol hasta quedar tan seca que llorar sea imposible.
O... ¿qué tal si te desprendo las extremidades una a una, dejándote enterrada en sal hasta que vuelvan a crecer?
No te preocupes, al final del día, todo esto son solo oscuros deseos que hoy pospondré para mañana. Y mañana para pasado. Porque si te destruyo, mi ángel de la repisa, no lo disfrutaré tanto como verte desesperanzada y llorosa en ese recipiente. Es casi terapéutico, es como ver todos estos años que sufrí reflejados en ti.
Buenas noches, sueña conmigo. Tal vez así me despiertes con tus gritos en la madrugada y, por unos segundos, me olvide de que algún día te fuiste, ángel de nadie.
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Los hestaru
Short StoryCompilado de cuentos que voy a ir expandiendo a medida tenga más. La mayoría serán sobre criaturas no humanas. El primer relato da el nombre a la colección. Sinopsis de los diferentes cuentos Los hestaru: Los hestaru, reptiles inteligentes y bíped...