Lo ve todo. Ese maldito en el cielo nunca parpadea, nunca deja de mirarnos. No tapa la luz del sol, y su imagen no salé de allí ni aunque le des la espalda, ni aunque cierres los ojos o te los arranques con una cuchara. Créanme, ya lo intenté. Nos mira, nos mira siempre. Es etéreo pero real, mucho más real que la bala que la semana que viene pasó por mi cabeza. Nunca estuvo ahí hasta dentro de cinco años, y ahora siempre lo ha estado.
¡Nos observa y lo sabe! aún peor, ¡nos observa y se asegura de que lo sepamos!. No existe la privacidad, y sonríe. No tiene boca, y tiene mil, y todas sonríen con dientes tan blancos como amarillos y negros. Sonríe cuando sufrimos, sonríe cuando morimos, sonríe cuando nacemos. Lo hace para traernos desgracia.
Pero su malicia no es humana, no señor. En la malicia humana puedes reconocer un factor familiar, incluso el peor de los dictadores reconoce, en el fondo, que está asesinando otros hombres. ¡No somos hombres para esta cosa! , ni mujeres , ni niños para este dios que ha ocupado el cielo, las retinas y la mente. No somos animales, ni siquiera bacterias. No experimenta, solo nos mira. Y nos mira. Nunca nos había mirado, y ahora siempre lo hizo. Las memorias de días sin él se van, se van , se van. Pasaron hace milenios, o millones de años, o ayer. No sé, ¡no quiero ni pensar en saber!
La gente se mata, se viola, se mutila entre sí y nada importa. Porque él mira, y si él mira, entonces todo y nada sucede. Hoy me dormiré desangrado y despertaré en la cama siendo un niño, sabiendo lo que fui, lo que seré. Mi cabeza no recuerda cada paso mas mis músculos no los olvidan.
Al principio, si es que no fue más que una ilusión, queríamos complacerle. Éramos buenos samaritanos, era , por fin, la prueba de que no estábamos solos en el universo. Que había algo más grande que nosotros allá afuera, quien escuchara nuestras plegarias.
Y las escucha, vaya que las escucha. Le oraba, y muchos todavía le oran, esperando en vano que se vaya, que nos deje vivir y morir en paz. Pero los ojos están ahí para quedarse. Si no se fueron mañana, si no fueron ayer, si no se van a ir hoy, entonces no importa. No podemos echar lo que nunca estuvo ahí. Pero no podemos ignorar a lo que está siempre presente. En cada tic y cada tac, y cada tac y cada tic y ¿Para qué tenemos relojes? ¿Por qué seguimos teniendo relojes si el tiempo está tan retorcido como el ente que nos tortura?
¿De qué nos sirve? ¿En qué nos beneficia un dios que no juzga ? No hay fuego para los malvados, no hay vida eterna en algún cielo para los justos. Hay solo vida para todos. Vida inescapable y repetida ¿Cuántas veces me he matado? ¿Cuántos ojos me he arrancado?
Hoy me mataré y ayer despertaré y todo ocurrirá una vez más. Si postergo el suicidio, pasará igual, si no lo hago, no tendré mi catarsis diaria. ¡Necesito morir como quien necesita fumar!
Y antes de que mirara, creo que tenía una familia. A veces me pregunto quién estará violando a mi mujer, quién vende a mis hijas al mejor postor. Me pregunto si a ellas tampoco les interesa ya lo que les ocurre. El dios que mira y no nos deja escapar nos ha quitado todo. El valor de la vida, y, aun más importante, el de la muerte.
¡Y sé que ves esto, bestia de oídos no sordos mas cínicos que sonríe! Sé que lo leerás hoy y ayer y en el inicio y en el fin de los tiempos. Y ya no me importa. Sigue mirando, que sabes que no podemos ganar.
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Los hestaru
NouvellesCompilado de cuentos que voy a ir expandiendo a medida tenga más. La mayoría serán sobre criaturas no humanas. El primer relato da el nombre a la colección. Sinopsis de los diferentes cuentos Los hestaru: Los hestaru, reptiles inteligentes y bíped...