Un escalofrío dejó helado a Yoake al escuchar las intenciones de la chica. Ni él podía tener tan mala suerte en quince míseros años de vida.
—Te he dicho que no tienes que tomar la decisión ahora, tendrás...
—¡No lo entiendes! —Le cortó al instante—. No lo entiendes, es algo que no puedo explicar con palabras, solo percibo que esa guadaña está hecha para mí. Siento una conexión, una especie de lazo. Al igual que cuando he sabido que estas armas no eran normales, no me equivoco al decir que necesito la guadaña.
Jackie había alzado mucho la voz a pesar de estar a menos de dos metros de su compañero. Escupía las palabras casi con desesperación, en un intento de transmitir aquella sensación que sencillamente no se podía expresar mediante el lenguaje. Él por su parte no musitó una palabra, su piel se había vuelto más blanca de lo habitual, rozando el color de la nieve.
Jacqueline tenía la necesidad de tenerla en sus manos, manejarla, pero resistió la tentación de cogerla y morir en el acto.
—¿Por qué quieres la guadaña y no un fusil como el mío? —formuló Yoake—. Parecías muy interesada en ellos hace un segundo. Si prefieres un arma blanca los cuchillos son mucho más fáciles de utilizar y más sencillos de esconder.
Yoake estaba intentado evitar que se decidiese por la guadaña, y no trataba de ocultarlo. Le estaba diciendo que se olvidase de ella y se decantase por un arma más convencional. Por otro lado, estaba pensando racionalmente: era verdad que sería muy difícil de ocultar un objeto tan grande. Aunque si ese era el problema también podría aprender a manejar el cuchillo, tenía algo de experiencia que adquirió en el orfanato.
—¿Por qué no quieres que tenga la guadaña? —cuestionó sin rodeos—. Sé que sería difícil de esconder en un misión, pero puedo aprender a usar los cuchillos para defenderme en situaciones extremas.
—No es que no quiera que la tengas, solo pienso que podría ser inútil en algunas de nuestras misiones. Se requiere discreción en ellas, y aparecer con una guadaña de casi dos metros de alto no es lo que yo llamo ser discreto.
Jackie puso los ojos en blanco ante la evasiva de responder a su pregunta. Sabía que Yoake estaba mintiendo, lo notaba en sus ojos. Había una razón por la que no quería que la omega tuviese ese arma, lejos de su excusa de la discreción.
—Sé que es una decisión extraña, pero practicaré para conseguir esa maldita guadaña todo lo que haga falta. —De pronto recordó algo muy importante que se había prometido a sí misma—. Soy idiota, lo había olvidado, ¿es una Platinum Demond?
Quería ese arma, pero había jurado que conseguiría una Platinum Demond, el mayor rango posible. ¿Qué haría si era de un rango inferior?
—Lo es. No te puedes hacer a la idea de lo poderoso que es el demonio que habita en su interior. —Hechó hacia atrás un mechón que le estaba tapando la vista—. Espero de verdad que tu intuición esté en lo cierto, porque de lo contrario él destruirá tu alma en pedacitos.
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Omegaverse: Jerarquía
General FictionOmegaverse: donde ser suicida te hace especial. Tras su fallido intento de suicidio, la ya de por sí desastrosa vida de Jackie se vuelve aún más difícil; sus padres adoptivos la abandonan y es enviada lejos de ellos a un extraño internado llamado O...