Capítulo 19: Omega

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Jackie recorría los pasillos de la planta central desesperada por encontrar la salida al jardín trasero, donde la esperaba Alois desde hacía veinte minutos

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Jackie recorría los pasillos de la planta central desesperada por encontrar la salida al jardín trasero, donde la esperaba Alois desde hacía veinte minutos. Le había dicho a la chica que subiese rápidamente a su habitación para cambiar su uniforme por ropa más cómoda para el intenso entrenamiento que le esperaba ese día. Así lo había hecho ella, pero no contaba con volver a quedar encerrada en ese laberinto de paredes impecables. Tampoco podía pedir ayuda a algún interno que pasase por allí, porque todos ellos estaban en sus respectivas clases o lo que fuera que estudiasen allí.

Pasados algunos minutos —siete si su nuevo reloj no se equivocaba—, distinguió una sombra en el corredor contiguo. Esta, al sentir la presencia de la chica se dirigió hacia ella.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Yoake encogido de brazos.

Jacqueline quiso cuestionar qué hacía él allí cuando debería estar en su entrenamiento, pero la necesidad de salir de allí habló por ella.

—Alois me espera en el jardín trasero —aclaró—. Un lástima que no sepa dónde está eso.

El alfa puso los ojos en blanco.

—Te está costando acostumbrarte a esto más de lo que esperábamos, omega.

—Ni siquiera sabéis qué esperáis de mí —contestó alzando una ceja.

Era verdad, ni ella misma sabía qué debía esperar de su nueva vida.

—Touché —se rindió Yoake —. En cualquier caso, sígueme, Alois debe de estar preguntándose dónde diablos te has metido.

Sin mirar atrás, hizo un gesto para que le acompañase por aquel laberinto. Por lo visto no estaba tan perdida como pensaba, pronto llegaron a las paredes acristaladas del edificio, donde la luz matutina y el rocío teñían de anaranjado todo lo que encontraban a su paso. El idílico paisaje dejó boquiabierta a Jackie —que al haber vivido gran parte de su infancia en un lúgubre orfanato nunca había tenido la posibilidad de contemplar nada semejante—, pero no a Yoake. Tanta luminosidad afectaba a sus ojos claros. Él mismo sacó a Jacqueline de sus pensamientos al verla embobada observando el paisaje.

Golpeó su hombro para sacarla de sus pensamientos.

—Tierra llamando a Jackie, repito, Tierra llamando a Jackie.

Esta se giró de inmediato, recordando cuál era su propósito.

—Lo sé —murmuró intentando centrarse—. Alois. Entrenamiento. Jardín trasero. Gracias por traerme, Yoake.

—No es nada —asintió él para quitarle importancia—. Ya que estás aquí, déjame darte un consejo: no somos británicos pero nuestra puntualidad sí lo es.  Evita llegar tarde a toda costa.

—Descuida, es solo cuestión de tiempo que aprenda a orientarme por este lugar.

—Eso espero —respondió no muy convencido, y se fue tan rápido como había aparecido.

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