Capítulo 13: Omega

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—Cállate y déjame entrar de una vez —dijo enfurruñada

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—Cállate y déjame entrar de una vez —dijo enfurruñada.

—No sabía que eras incapaz de abrir una puerta tú solita —respondió Yoake, pero al contemplar la mirada asesina en los ojos de la omega decidió hacerle caso por una vez. Esa mirada era capaz de traspasar el acero, tan afilada como un estoque.

Intentó disimular el tirón que sintió en el brazo al abrir los pesados portones; quizá no tuviese la fuerza de un beta, pero sí tenía algo llamado orgullo. De todas formas no importó, ya que Jacqueline ni siquiera reparó en el chico cuando la estancia quedó a la vista. Anduvo unos pasos hasta quedar dentro de la sala, lentamente, como una sonámbula. No se inmutó al oír el estruendo de las puertas al cerrarse, porque ni siquiera lo escuchó. Estaba demasiado ensimismada contemplando el inmenso arsenal que tenía ante sus ojos. Fusiles de asalto, espadas, arcos, ametralladoras... Las paredes estaban cubiertas de arriba abajo con toda clase de armas. Yoake vio como los ojos de Jackie centelleaban, parecía una cría con juguetes nuevos. Era igual al mejor de los videojuegos de guerra a los que solía jugar en su antigua casa... solo que real.

—¿Impresionada? —preguntó Yoake sacándola de su asombro.

—¿Eh?

Segundos después se dio cuenta de que le estaba hablando a ella.

—Ah, sí, sí —respondió aún ausente.

«Bien, Jackie, trata de no sonar como una estúpida la próxima vez».

—Quiero decir, sí, estoy impresionada —rectificó—. Sabía que teníais un buen arsenal por lo que me habías dicho, pero no pensé que llegase a estas dimensiones, creo que ni siquiera soy capaz de llegar a ver el final de la armería.

Era cierto, las paredes blancas inmaculadas parecían extenderse hasta el infinito, y quizá, hasta más allá.

—Nuestra armería es ciertamente impresionante —afirmó el alfa, de acuerdo con su compañera—. Aunque esta sala en realidad se divide en dos áreas: la armería como tal, donde se encuentran todas las armas...

—¿No me digas?

—... Y el área de entrenamiento para novatos—prosiguió como si no hubiese escuchado a la chica—. Desde donde estamos no puedes verla, pero si avanzas verás como hay un gran espacio a tu izquierda.

No hizo falta que terminara la frase para que Jackie corriese como un rayo hasta donde le había indicado. Según avanzaba descubrió dos cosas: que  a la sala era en efecto finita y, al igual que había dicho Yoake, había una zona de entrenamiento gigantesca al girar a la izquierda. Se diferenciaba fácilmente de la armería, ya que un tatami flotante de unos cuatro metros de largo y aspecto mullido resaltaba en el centro de la estancia. Sus paredes parecían desnudas sin ninguna espada colgada en ellas, aunque eso no significaba que no las hubiese. De hecho, había tres filas de soportes con dagas, estoques y demás armas blancas frente al tatami, pero por alguna razón lucían diferentes a las que se encontraban en la armería. Tenían el mismo aspecto, pero la sensación que transmitían era completamente distinta.

Omegaverse: JerarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora