Cariño buscate una zorra

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-¡Juro que te mato! – Si, el que gritaba desde la puerta de mi habitación es mi adorado y preferido hermano mayor.

Sólo éramos mi hermano, mi madre y yo, así que supongo que se nota mi sarcasmo cuando digo que quiero a mi hermano...nos odiamos. Por si se estaban preguntando, sí, tengo un padre, mejor dicho, teníamos. Lamentablemente mi padre nos dejó luego de una larga lucha contra el cáncer.

La realidad es que antes de todo el drama solíamos ser muy unidos. Recuerdo que en los veranos íbamos con mi hermano y mi padre a pescar y luego a la playa. Amaba cuando nos escapábamos a nuestra casa en la costa, luego de que mi padre pasara a mejor vida no volví a pisar la arena.

-Ya para de golpear la maldita puerta ¡Aborto de avestruz! – Y sí, esa soy yo.

No me considero una mujer muy femenina que digamos. Por si se lo preguntan, soy una mujer alta, de pelo castaño largo (no como Rapunzel, no exageren) y ojos verdes. No es por alardear, pero tengo buenas curvas, solo que no me gusta mostrarlas, siempre opto por usar ropa suelta.

Dejo el libro que estaba leyendo tan pacíficamente para cambiarme de ropa, saco del armario una remera larga de manga corta, jeans pegados al cuerpo y mi infaltable gorra de beisbol. Mi padre solía usarla siempre, solía decir que era de la suerte. Vaya suerte le trajo.

...Estábamos en el lago pescando con mi padre y mi hermano. Mi madre no se encontraba, estaba en la casa preparando la cena. Tenía cinco años y Kyle siete.

-¡Corre, Kyle, corre! – Gritaba yo mientras que mi hermano era perseguido por mi padre.

Como siempre, llevaba su gorra preferida. Mi padre de pronto deja de correr para atarse los cordones, en eso aprovecho y le robo su preciada gorra. Siento las pisadas de mi padre detrás mientras yo corro como si mi vida estuviese en peligro y los gritos de Kyle diciéndome que siga corriendo lo hacía todo más real.

En un segundo me encuentro en el piso y la gorra de mi padre cubierta por un charco de lodo.

-Papi ¡Lo siento mucho! – digo sollozando – No era mi intención, solo quería jugar y luego devolvértela – hago mi mejor puchero, un arma mortal para los padres. - No puedo creerlo Emma- me da una mirada de desaprobación – Mira lo que haz hecho con mi gorra – salgo corriendo con lágrimas en los ojos, lo más lejos que podía.

Por un lado, entendía el enojo de mi padre, era su gorra preferida y la usaba además para tapar la calvicie que le generaba la quimio. Pero yo era pequeña, lo último que quería era que se enoje conmigo. Me siento en una roca que da al lago, veo como el sol se va escondiendo.

-Sabía que te encontraría aquí – giro mi cabeza hacia donde se encontraba mi padre – Siempre te ha gustado, es tu lugar preferido – asiento y mi padre se sienta a mi lado mientras toma mi pequeña mano. – Quiero que me prometas, que pase lo que pase, no dejarás de venir a este lugar - ¿por qué dejaría de venir aquí? – Por más que te cueste, aquí es en donde me encontrarás – no entendía muy bien de que me estaba hablando ¿cómo no lo iba a encontrar aquí si se supone que él siempre estaría a mi lado? – También quiero que siempre lleves esta gorra contigo, aunque no lo creas es de la suerte – río mientras me coloca la gorra sucia – La llevo desde los dieciocho años, me casé con una hermosa mujer y tuve dos preciosos hijos – besa mi cabeza y me da uno de esos abrazos...

Desde ese día, esta vieja gorra me acompaña a donde vaya. Diría que somos compañeras de vida. Tomo mi mochila, al salir de mi habitación me ve a Kyle saliendo del baño con la toalla en la cintura y el cabello de color azul. Aguanto mi risa.

Cariño, búscate una zorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora