Capitulo 2

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-Vamos linda, no te pongas así, no es el fin del mundo – escucho detrás de mí. Freno y me giro enfrentando al sin cerebro - ¿Linda? – doy dos pasos hacia el controlando mi enojo – Primero no me llames linda – enumero con un dedo, Nick da un paso hacia atrás con una sonrisa burlona – Segundo, no me digas lo que tengo que hacer – solo a un paso de distancia de este ser, su colonia huele bien – Tercero, no se quién te crees que eres pero déjame en paz – empujo su pecho con un dedito y me alejo con intención de encontrar un lugar tranquilo antes de la próxima clase. Nick da un paso hacia atrás poniéndose un puño a la altura del corazón haciéndose el dolido – Me has dado en lo profundo, Emma – suspiro ante su acto de ofendido – Y yo pensando que éramos almas gemelas – en tus sueños Sawyer.

Doy media vuelta dejándolo solo en el pasillo y me dirijo hacia afuera del edificio. Observo mi reloj, media hora para la próxima clase. Miro a mi alrededor, solo hay un par de personas relajándose en la sombra de los árboles y otras caminando sin prisa. Un edificio a lo lejos llama mi atención ¿Para qué quedarse con la duda ¿no?

Una vez frente a las grandes puertas que encierran lo que se encuentra dentro decido empujar tentando a mi suerte. Y para mi favor, estaban abiertas. Asomo mi cabeza, no hay nadie. Entro a una sala principal obscura con un escritorio de admisión, al fondo hay dos puertas de vidrio. Me acerco hacia las puertas de vidrio y puedo distinguir una pileta olímpica detrás. Empujo la puerta y el olor a cloro tan familiar me abraza como una frazada.

...Me encontraba en el lugar que el juez me había asignado. Antes de saltar al agua, miro hacia mi costado donde el público animaba. Mi padre se encontraba allí, a un costado, en su silla de ruedas y con el tanque de oxígeno. A un costado mi madre sonriéndome y Kyle con un cartel en sus manos "¡Aplástalas, Emma!" recuerdo que mi madre le había dicho que cambie ese cartel por uno menos agresivo como un "¡Tú puedes Emma!", pero Kyle decía que había que intimidar a las otras niñas.

Antes de salir de mi casa esa mañana, Kyle entró a mi habitación para decirme que mi padre había pedido especialmente ese día salir del hospital para ver mi carrera. Mi único pensamiento era que tenía que ganar, por él.

El silbato suena, el agua me abraza cálidamente. La primera vuelta había que nadar estilo mariposa, por suerte logre tomarles distancia a las demás competidoras. Nadar es una mezcla de paz interior cuando estas en la profundidad, pero cuando sales a respirar y escuchas los sonidos de afuera, la realidad te golpea. La segunda vuelta, nado de espalda. Abro los ojos y veo una de las competidoras aproximándose. Doy vuelta debajo del agua y comienzo a nadar crol, la ultima vuelta. No es por alardear, pero el crol siempre fue mi especialidad. Tomo gran velocidad y me alejo de la niña que intentaba robar mi puesto, toco el suelo y miro hacia el publico aplaudiendo, mi familia ya acercándose hacia donde estaba sonriendo.

Los jueces nos guían hacia las tarimas. Entregan una medalla y unas flores al tercer y segundo puesto – Y por último – el juez con el micrófono se dirige hacia a mí – La ganadora del certamen, llevándose la medalla de oro y por si no es poco... – miro confundida hacia mi familia – ¡Emma Williams, encabeza la lista de récords, rompiendo el del año 1990! – abro mi boca con asombro, mi madre salta de alegría y Kyle silba con la cámara en la mano - ¡Muchas gracias! – el juez sonríe mientras me entrega la medalla, un ramo de flores y un pequeño trofeo con la insignia de natación. Miro hacia mi padre, tiene una sonrisa de oreja a oreja y sigue aplaudiendo.

Me acerco hacia ellos – Cariño, no sabes lo orgulloso que estoy – lo abrazo con cuidado – Eres mi pequeña Nemo, siempre te estaré alentando desde arriba – me susurra al oído – Alentándote en cada carrera, cada paso de tu vida – comienzo a llorar, me alejo un poco – Te amo – le digo aún con lágrimas en los ojos. Sabía que la batalla la estaba comenzando a perder – Yo también cariño, yo también – responde mi padre con lágrimas en los ojos, pero siempre con una sonrisa...

Cariño, búscate una zorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora