El gato buscando al ratón

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Desde ese misterioso mensaje que me incitaba a jugar un juego al cual no estaba segura de cómo había entrado... Bueno, en realidad sí, en teoría era un medio para un fin. Pero más allá de esos detalles, no he vuelto a recibir ninguna otra noticia, pensé que al menos se mantendría en contacto conmigo, asegurándose que asistiera al lugar de la foto. El mismo que, casualmente, no tenía idea dónde se encontraba. 

Supongo que el gato espera a que el ratón... ¿aparezca? Para cazarlo o la cosa que fuera. Y aunque en teoría accedí a ir, quiero creer que el juego comienza conmigo llegando a ese sitio. Cosa que no resultaba fácil partiendo de una mísera foto, al menos que él asumiera que ya lo conocía o que haría lo que estuviese en mis manos para averiguarlo si me importa. 

Pienso detenidamente, si realmente quiero empezar esto ahora, aunque no sé si me dará las respuestas que busco, porque el hacerlo sería confiar en lo que dijo y tengo mis reservas al respecto. Es que nadie aparece de la nada queriendo ayudar sin buscar algo a cambio. Eso hace ruido de repente en mi cabeza y creo que, sin querer queriendo o eso prefiero suponer, mi búsqueda de la verdad me está llevando a la boca del lobo y no a ser cazada por el gato.

Sopeso las opciones una y otra vez y... ¡no sé qué hacer! Por qué no me hacen las cosas más fáciles. Soy sólo una chica indefensa a la cual le suceden cosas de películas, con una amiga traidora y un chico misterioso. ¿Algo más que deba pasarme? 

En fin, como no sé dónde queda ese dichoso lugar —debe ser en otro país— y dado que no pienso hacer ningún tipo de viaje... al menos, que dependa de mí, lo mejor que puedo hacer es ir a enfrentar mi vida mundana y ya veré después, en el transcurso del día qué hacer. Solo espero que no suceda nada y siga todo "normal", si es que eso acaso exista para mí en estos momentos. Y sinceramente prefiero lidiar con Elisa a quedarme aquí a pensar en obtener respuestas a algo que no sé cómo manejar. Y, a decir verdad, es mejor dejar las cosas así... por ahora. 

Me visto con mi ropa habitual de trabajo y me encamino a hacia allí. Espero que haya tanto que hacer que la tarea de pensar sea algo que este en segundo plano. De esa manera mi mente dejará de maquinar y me dejará ser, aunque suene loco porque a veces pareciera que tuviese mente propia y pensara sola.

Cuando llego, saludo a mi amada compañera —nótese el sarcasmo, por supuesto— que como de costumbre, está rodeada de hombres. No me extrañaría saber que se ha acostado con todos ellos, pero para ser sincera no me importa, no soy yo la que lleva los cuernos de alce. Me dirijo a mi puesto, luego de prepararme un delicioso café, ¡a empezar el día se ha dicho! 

Después de una larga jornada laboral en la que trabajé casi sin parar, me despido de Elisa y de los demás, para luego dirigirme a la salida. En estos días mucha gente viene y va —lo que soy yo no quiero saber de viajes—, ya que como saben los que he realizado últimamente, no son los más placenteros que he tenido. Aunque para mi suerte no me ha vuelto a suceder nada raro, lo cual, es sumamente genial. 

Ni bien salgo, disfruto del viento agradable que sopla cerrando los ojos por unos minutos. En ese instante, choca conmigo un hombre bien parecido de unos treinta años, ojos color marrón y labios bien carnosos.

—Disculpé, estaba distraído y no la vi —me dice apenado por haber chocado conmigo. 

—No se preocupe, suele pasar. Además, yo tuve algo de culpa también —digo un poco sonrojada al verlo. Su atractivo impacta un poco, a decir verdad. 

—No, fui yo el del error. Discúlpeme de nuevo. —Repite sin sacarme la mirada de encima, la cual no sé por qué, de repente me puso algo nerviosa. 

—Está bien, digamos que fue culpa de ambos, de ese modo quedamos a mano, ¿qué le parece?

—Bien, quedamos así. Un placer señorita, he de irme —me guiña un ojo. 

A Través Del Mundo (Actualizaciones lentas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora