[Haciendo uso del Pensamiento 5]
—Em...—Piensa por un momento, hasta que dice:—Yusudio, Tusuide, algo así...
— ¡¿Tuyusudioe?!
— ¡Sí!... Eso creo...
— ¡¡¡Es mi libro!!!
Sale corriendo hacia la ambulancia, y Kari lo sigue. Hyoma, quien sentía que su presencia era poco notada, sube en la parte trasera de la ambulancia. Kari arranca, mientras Richard le decía que vaya rumbo a su escuela. Van a toda velocidad, hasta llegar a la escuela. Era domingo y la escuela permanecía cerrada. Él le contó a Kari, que en ese libro, yacían los secretos de su máquina, y que no podían caer en manos de los religiosos. Richard entra a la escuela, abriendo la puerta a patadones. Corren hacia la biblioteca, y aunque Kari le gritaba queriéndole advertirle algo, se negaba a escuchar mientras corría. Ella iba más lento, por su extraña enfermedad, que la detenía. Cuando al fin llega, ve que Richard revisaba el libro, y veía que la tinta en sus páginas estaba toda corrida, y no se podía leer. La única pagina sana era la que ella había leído.
—Eso era... Lo que intentaba advertirte...
— ¡¡¡¡Salgan ahora!!!!—Una grotesca voz les gritaba desde afuera, y no parecía muy amistosa. Kari mira por la ventana y los ve. Era la policía local.— ¡¡Tenemos a su compañero, monstruos de Satán!!—Decía el hombre de piel oscura, con músculos bien trabajados y pelo marrón, que tomaba a Hyoma del cuello.
Todos estaban armados. Kari sabía que no podían escapar de eso. Hasta que recordó las cosas de la caja de primeros auxilios curanderos de la escuela. Sacó alcohol y lo mezclo con agua de la canilla. Obviamente, esos dos líquidos jamás se mezclarían. Se moja la mano con eso, y toma un encendedor. Toma algo de gasolina que quita de los autos de el estacionamiento. Se la pone en la boca. Agarra un libro de la sección de magia, y sale con una mano encendida en fuego y la otra sosteniendo el libro. Parecía toda una bruja. Todos los policías temblaban de terror. Uno dijo:
—No se asusten. Debe ser mentira.
Kari sabía que algo así pasaría, y por eso había almacenado gasolina en su boca. En el momento en que todos habían tomado valor, ella pone su mano frente a su boca, y escupe la gasolina. El fuego se esparció mas gracias a la gasolina, y todos los policías se fueron, dejando a Hyoma en el lugar.
—Eso fue increíble.—Dice Richard.—Usaste el alcohol para que encienda tu mano, mientras que el agua la protegía. Y el final... Simplemente no tengo más palabras para describirlo.
—Gracias.—Le dice Hyoma a Kari, algo avergonzado.—No entiendo mucho lo que está pasando, pero no me negare cuando quieras llevarme contigo, porque... Te quiero Kari. Y hare lo posible para ayudarte...
Kari se queda muy avergonzada, pero a la vez feliz. Van de vuelta a el hospital. Lo primero que Richard hace es preguntar por Aoyama. Y Kari juega con Hyoma al tatetí. El día tuvo un final feliz, a pesar de que Aoyama seguía en coma. Pero no solo ellos, si no que quienes robaron la maquinaria de clonación, también. Pelto se estaba subiendo a su avión privado para llevarle la máquina de clonación al sumo pontífice. El hermano menor del sumo pontífice era el mejor ingeniero del mundo, y Pelto quería que hiciese funcionar la máquina de clonación. El iba a clonar a su abuelo, uno de los mejores genios estrategas y quien llevo a la religión a la cima del mundo, como lo es ahora. Enemigo natural de Richard, y quien era el sumo pontífice en el momento en el que fue asesinado. Ósea, quien asesino a Richard con sus propias manos. Mientras todos, a su manera, estaban felices, Yun almacenaba en él un gran odio y desprecio. Era por culpa de Kari, porque ella era el cerebro que al mundo le hacía falta. Ella podía refutar a la religión totalmente, y el obispo estaba consciente de ello. Llega a su departamento su compañero de cuarto. Un amigo de la infancia de Yun. El era policía, y acababa de terminar su turno de trabajo. Se veía cansado, y asustado. Como si hubiera estado corriendo de algo aterrador.
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Haciendo uso...
Science FictionEn la historia de vida de Kari, verás cómo caen los buenos mientras que prevalecen los malos. Te darás cuenta de por qué los extremos no están del todo bien, descubrirás cuánto arriesga una persona por el bienestar de otra, y aprenderás que ni el pe...