22 - Noah

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Sus ojos volvieron a abrirse, Aria lo estaba balanceando.
El frío aire le confirmó que LoneWolf estaba abierto, y podía ver la pequeña estación mucho más cerca de lo que hubiera imaginado, sin embargo, la expresión preocupada en la cara de su compañera le dijo que no lo estaba despertando por puro placer, sino por instrucciones.
Se desabrochó el cinturón torpemente, bajando del Vital Suit y tomando la Beretta que su subordinada le ofrecía, quitando el seguro y asegurándose que estuviera cargada.
- Supongo que esos rasguños son el problema, verdad? - preguntó, notando las marcas incrustadas en la puerta metálica, la cual parecía propia de un búnker más que de una estación radiofónica.
Aria asintió, lo que confirmó los temores de Noah, haciéndose donar su contracturas cuello y acercandose hacia la entrada. Ya estaba completamente despierto, y la corta siesta le había servido para reflexionar y distenderse de la desesperada situación en la cual se encontraban, por otro lado, no se podía decir lo mismo de Aria.
Su pelo estaba revuelto, y su cara de cansancio le anunciaba que pronto deberían detenerse para que pudiera descansar, eso o tendría que derivar la energía del traje hacia el sistema de Aria. Agradecía en parte a RavenWest por pensar en todo, la idea de que el traje redirigiera energía o ATP directamente en el presente sanguíneo mediante la gran cantidad de tubos echos para refrigerarlo le pareció de lo más ingeniosa cuando la escucho de parte de Aeón.
Se asomó unos centímetros para observar el interior de la estación a través de la puerta, lo que encontró lo dejo aún más inquieto.
Todas las ventanas que daban al exterior estaban destrozadas, y al parecer nadie estaba trasmitiendo. Un rastro de sangre reseca manchaba el limpio suelo de cerámica hacia el estudio de grabación y la trastienda.
- Yo entró primero, tu cubre la habitación mientras yo intento contactar con CG - le dijo a Aria, procediendo a irrumpir en la estación.
Con su revolver en ristre, entró en la espaciosa habitación, sintiendo a Aria detrás suya mientras se encaminaba al estudio de grabación.
Noah se acercó a la pequeña emisora que había sobre el mostrador, mirando unos segundos a través de la destrozada ventana para ver si alguien se acercaba a través de la calle.
Volviendo a su tarea, intento sintonizar el dial en alguna señal sin captar más que estática, cansado de seguir intentándolo, acercó su pulsera magnética y presiono un par de botones. Para su sorpresa, logro establecer una señal débil pero estable, bendijo a RavenWest otra vez.
- Hola? Alguien me escucha? - preguntó a través de la pulsera, acercandose a la boca y abriendo el pesado casco.
- Te recibimos Noah, aseguraste el Unoctanio?- le contestó una voz femenina a través de la línea.
- S-Si.. Como podemos extraerlo? - pregunto nervioso, agradecido de poder escuchar una voz que no estuviera teñida de desesperación en toda aquella pesadilla.
- No nos podemos arriesgar a entrar en aquella tormenta por más que pudiéramos, algo muy extraño está interfiriendo con nuestros equipos de la zona. - explico la mujer, está vez más claramente a través de la pulsera.
- Entonces que hacemos? Escapar a pie? La tormenta parece seguirnos a donde quiera que vamos y cosas muy extrañas están ocurriendo - balbuceó, cada vez más impaciente por la falta de certezas.
-Espera... Dejame pensar.. - un silencio de un par de segundos inundó la línea telefónica - Tenemos un helicóptero en la zona a nombre de Desperado Enforcement LLC, nos deben unos cuantos favores así que vamos a ordenar un alto el fuego, permitiéndoles escapar junto a ellos, deben reunirse con ellos dentro de 1 hora, te adjunto las coordenadas a tu PDA. - recibió un mensaje entrante casi instantáneamente, indicándole el lugar de encuentro, a un par de kilómetros de distancia de donde se encontraban. - Te deseo buena suerte, recuerda que la prioridad es el mineral que llevas encima, tu pelotón es prescindible.
Se despidió la mujer, fríamente.
El sonido de estática a través de la señal volvió a sumir a Noah en un estado de desamparo aún peor, ensañándose con la radiotransmisora y dándole una fuerte patada. La única persona en la que podía confiar era Batallador y no sabía ni siquiera donde estaba, y bueno, Aria.
Recordó como lo había consolado cuando estaban dentro del Vital Suit, o más bien la sensación de confort que tuvo al dormir por primera vez en mucho tiempo. Se palpó el bolsillo donde mantenía a él Unoctanio y su corazón pego un respingo, no estaba.
Intento hacer memoria de donde lo había dejado, o si alguien se lo había quitado, su respiración se aceleró, llamando a Aria a través del casco.
Nadie respondió.
Nunca desenfundó su arma más rápido, tomándola nerviosamente por la empuñadura, gritó a través del pasillo que daba a la trastienda.
- Aria!? Estas ahi!? - dijo desesperadamente, maldiciéndose a si mismo por perderle el ojo de encima, y si también la había perdido a ella? Jamás se perdonaría.
Entro precipidamente a través del pasillo, abriendo la puerta de la sala de grabación y sin encontrar nada fuera de lugar, sólo un par de cascos tirados encima de la mesa, la cual estaba repleta de bebidas energéticas y comida chatarra. Al parecer alguien se había refugiado allí y había estado trasmitiendo hace poco.
Abandonó la sala y camino sigilosamente hacia la trastienda, sus pisadas haciendo un ruido sordo y audible entre las baldosas de cerámica.
Se asomó en el marco de la puerta, pudo ver claramente como la cabeza de Aria yacía en el suelo, un fuerte golpe en la cabeza había echo pedazos su casco, y su cara yacía ensangrentada. No podía asegurar que siguiera viva, pero en completa desesperación se acercó a ella para tomarle el pulso.
En ese instante una figura se movió entre las grandes cajas, echando abajo un estante y causando un estrepito cuando esté chocó contra el suelo, desperdigando las cajas a través de la habitación. Aquella cosa tomo la cabeza de Aria con unas largas y afiladas manos, las cuales parecían echas de un material parecido a la obsidiana.
La criatura se presentó enfrente suyo, alcanzando los dos metros fácilmente, mirándolo con unos ojos ambarinos tales como los que había notado observándolo en la tormenta.
Su aspecto humanoide permitía intuir que era la persona que antes se había refugiado aquí, sin embargo poco quedaba del hombre que antes había sido. Sus miembros habian quedado alargados, y una sustancia oscura se aferraba a su carne, haciendo unos sonidos borboteantes cada vez que se movía. Su cara estaba demacrada, lo más notable era su mandíbula, la cual había sido desencajada y hacia colgando, pudiendo ver una nueva hilera de filosos dientes. La criatura le habló sin siquiera mover la boca, pero su voz reverberaba en cada parte de su cerebro.
- Lo vemos claro.. La liberación está cerca.. Sólo tenemos que llevar el corazón a nuestro maestro.. - fue lo que escucho, aparentemente hablando consigo mismo.
- Que? - dijo confundido, olvidando disparar por el momento.
- Unete a nosotros humano, no puedes ganar.. Ustedes han desatado su propia perdición..
" Nosotros nos rehusamos al principio y miranos ahora, pronto seremos una legión dispuesta a lo que sea por Alarack.. Ahora sabemos mucho más de lo que podríamos haber imaginado, y ese conocimiento puede ser tuyo si nos das su corazón".
- Te refieres al Unoctanio? - pregunto a la defensiva, dando un paso atrás ante la proximidad de la criatura.
- Así es como lo llaman, pero tú pequeño cerebro no puede entender que aquella pequeña piedra es en realidad parte de algo mucho más grande, algo que ha estado roto por demasiado tiempo.
- Que es lo que está roto? Y por qué?
- Nuestro Dios, vuestra perdición y a la vez su única salvación. Él es el fin, volverá a moldear el mundo a su merced. - una escalofriante risa repercutió en su cerebro, haciendo que se tape los oídos - Claro está, primero tendrá que devorarlo todo y a todos para volver a empezar, sino las impurezas de este mundo seguirían en el siguiente.
- A que te refieres con todo?
- A todo, La Tierra, el Sol, el resto de las estrellas y todo lo que allá más allá, dejará vacío y por fin se hará el silencio.
Sin pensárselo dos veces, Noah vacío el cargador de su revolver sobre la criatura, aterrado ante lo que le estaba diciendo, y aún más aterrorizado ante las constantes voces que le confirmaban que lo que decía aquel emisario era cierto.
Los tiros atravesaron a la criatura, la cual sólo se rió ante su efímero intento de asesinarla.
Noah se armó de valor, y mientras está se enderezaba arremetió contra ella, apretando sus puños y sintiendo la fuerza de los pistones hidráulicos sobre sus manos. Dirigió un golpe a la cara de la criatura, la cual no paraba de reirse, un sonido lastimero y molesto dentro se su cerebro que no paraba de atormentarlo.
Cuando se dio cuenta, no quedaba más que una carcasa destruida de lo que antes había sido el cráneo de aquella cosa, anteriormente humana. Sus manos estaban manchadas de sangre oscura y pequeños trozos de materia gris, su respiración agitada contrastaba con el silencio que se había echo en la habitación.
Lentamente, se acercó a Aria, la cual yacía tirada en el suelo a pocos centímetros de él, se acercó a su pecho e intento sentir alguna clase de pulso.
Débil, pero pulso al fin.
Con cuidado, intento moverla. Se sorprendió al ver lo liviana que era, y tomándola en brazos se apresuró al Vital Suit, dedicando una última mirada hacia aquella cosa que yacía en el suelo, probablemente muerta ya.
No volvería a mostrar la misma debilidad, la próxima vez dispararía sin dudarlo...

Infierno de EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora