69 DAYS | JJK (ESPAÑOL)

10

CAPÍTULO 10

DÍA 12/69

Abrí los ojos y me toqué la cabeza. Me masajeé las sienes y me quejé.

—¿Estás bien? —dos muchachos preguntaron preocupados al mismo tiempo acercándose a mí. Uno a cada lado.

Eran TaeHyung y Jimin.

Les di una cálida sonrisa.

—Sí. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?

Jimin me masajeo los hombros, empujando a Taehyung. Este dejó salir un suspiro de alivio.

—¿Estás bien? Te desmayaste ayer. Por suerte te encontré a tiempo. No como otros —le dio una mirada de disgusto a JungKook, que estaba sentado en una esquina apartada.

—¿Qué? No fue mi culpa —JungKook cruzó las piernas y siguió usando su teléfono.

—No te preocupes por él. ¿Cómo te encerraron ahí?

—Oí tacones después de que pusieran las cadenas se apretaran. Bueno, sentí claustrofobia y empecé a hiperventilar. Seguro me desmaye por eso —expliqué.

—Oh, me asustaste cuando te vi inconsciente. ¿Sabes lo preocupado que estaba? —Jimin apretó fuerte mi muñeca y me miró preocupado.

—Está bien, ya estoy bien... ¿Qué hora es? —le pregunté pero JungKook fue quien respondió.

—8:30 am —me levanté frenéticamente de la cama.

—¡Tenemos clase! ¡¡Estamos muy atrasados!!

Los tres se rieron.

—Estamos aquí contigo — Taehyung insistió y me empujó de vuelta a la cama.

—¿Huh? —pregunté.

—Los Kingkas tienen ventajas, duh —JungKook dijo y volvió a concentrarse en su teléfono.

Me estiré y bostecé un poco. JungKook se acercó hacia mí, tirándome del brazo hacia otro lugar.

—¿Qué? —rompí y quité con fuerza mi mano.

—De esta manera es más divertido atraer tu atención. —Sacó la lengua y yo lo golpeé en broma.

—Vamos, ¡vayamos de fiesta! —exclamó y yo seguí detrás de él hasta el taxi, donde le dijo al conductor que nos llevara a algún lugar. Afirmó me divertiría allí.

—¿Me trajiste a un club? —exclamé cuando ví que estábamos de pie a la entrada del mismo.

La música llegaba tenue afuera.

Miré a JungKook. Sus ojos brillaron mientras tenía una amplia sonrisa, me llevó dentro del club. Las chicas llevaban faldas muy cortas. Las blusas revelaban sus atributos o algunas chicas estaban caminando en ropa interior.

Mis ojos se agrandaron al ver a los hombres, aprovechándose de las chicas borrachas sin que a nadie le importara.

—¿Quieres que te haga eso, nena? —alguien susurró en mi oído.

Me di la vuelta y noté de que era JungKook.

—¡No! —grité pero la música era muy fuerte.

Decidí correr al baño de chicas para descansar de la música con la gente bailando.

Caminando por los pasillos, vi a la gente haciendo... Dios mío, ¿en qué se había convertido la sociedad? Antes de que pudiera entrar en un cubículo, fui agarrada a la fuerza y ​​clavada en una pared. Era un viejo borracho.

—Hey, niña, ¿no vas a la escuela? Pareces tener sólo diecisiete. No te preocupes, te voy a complacer. —sonrió y me mordió los lóbulos de las orejas.

Grité, pero a nadie le importó.

Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos y las dejé. El viejo me besó y me mordió el labio inferior haciendo que abra la boca. Aprovechando la oportunidad, deslizó su lengua en mi boca. Me atragante. Sus manos pasaron de mi cara a mi cintura, luego a los botones de mis pantalones cortos.

—Hey, ¿qué estás haciendo con mi novia? —gritó alguien, pero el viejo no se soltó.

—¡¡¡Mmmm!!! —mis gritos fueron amortiguados y me liberaron.

JungKook le dio un puñetazo en el rostro y le unas patadas que lo dejaron tendido en el suelo, gimiendo.

—Eso te enseñará a no tocar a mi chica. —Sonrió y me guiñó un ojo. No pude evitar sonrojarme.

«Acaba de llamarme su chica y su novia».

Mi corazón dio un vuelco, pero recordé que si me enamoraba de él, podría sacar mi tarjeta. Era su nueva regla y no me gustaba la idea de perder.

—¿Estás bien? —Se acercó a mí y me secó las lágrimas con el pulgar—. ¿Qué harías sin mí, nena? Los hombres no pueden quitarte las manos de encima, ¿no? —me preguntó inclinándose esperando que le diera un beso.

Le di un rápido beso en sus mejillas y huí del club lo más rápido posible, esquivando a todos los borrachos y sonriendo de oreja a oreja.

Mientras tanto JungKook se quedó sin habla. Se tocó las mejillas sonriendo como un idiota.

—¿Qué estás haciendo exactamente con mi corazón, Cassandra?