69 DAYS | JJK (ESPAÑOL)

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CAPÍTULO 3

DÍA 3/69

Me puse la ropa de educación física con rapidez, ya que el tiempo entre las clases era muy corto. El traje estándar era un par corto de shots de educación física y la camiseta de color blanco con el logotipo de la escuela en ella. De inmediato saqué una botella de agua y cerré torpemente la cerradura de mi casillero, pues estaba un poco atascada.

Estaba a punto de entrar en el baño de chicas para cambiarme cuando escuché ruidos, específicamente, gemidos. La voz era muy aguda. «Anna», pensé.

¿Cómo se supone que debo cambiarme aquí?

—Argh, baby, eres tan ardiente —la voz sonaba muy familiar, pero no podía asegurarlo.

― Por supuesto, pequeño oficial sexy, ¿Estuve vestida anoche y eperas que no juegue contigo? Has sido travieso ―Anna, asumí, bromeaba y podía sentir totalmente que las cosas se calentaban.

Ambos estaban encerrados en un cubículo moviéndose. Dí mi mejor esfuerzo para no preocuparme y fingir que no estaban ahí en lo absoluto.

Fui al siguiente vestidor junto al suyo, pues sólo había dos, y me apresuré en desvestirme.

La falda de mi uniforme cayó, junto con mis bragas. Tomé mis shorts y me los puse apresuradamente.

Quite mi blazer y la etiqueta de mi nombre, está última cayó. La pateé con el pie izquierdo por accidente, haciendo que volará al cubículo vecino.

«Mierda». En pánico, me agache e intente encontrar donde cayó. Estaba justo detrás de la pierna de quien sea. Argh, no tenía idea.

Contuve el aliento mientras trataba de acercar mis dedos a la etiqueta. Ya había podido tocarla antes. Grité.

―¡¡¡Owww, suéltala!!!

― ¿Cassandra? ―preguntó la voz.

Oh mierda ¿Ese es... Jeon JungKook?

Quité la mano de inmediato. Me puse la camiseta de deporte y arreglé mi parte inferior.

Saliendo del baño, corrí lo más lejos que pude de aquel lugar... Pero cuando iba en la mitad del camino, me dí cuenta de que no tenía la etiqueta con mi nombre.

Oh, Dios mío. No. Esto no puede estar pasando.

Entonces sonó la estridente campana y se escuchó en todo el pasillo. Los estudiantes se acumulaban como abejas y llenaban las escaleras, corriendo hacia sus respectivas clases.

Tenía educación física en ese momento. Fui a la sala de multipropósito dónde sería mi clase. Una vez ahí, sin embargo, me salpicó agua desde arriba. Estaba empapada por completo. Mis compañeros se rieron mentas yo veía abajo. Habían un par de zapatos.

La persona tocó mis hombros, dándome escalofríos en la espina dorsal. Quitando el exceso de agua de mi cabello y camiseta ví a la persona frente a mí.

Era JungKook

―¿Ya estás mojada para mí? No he hecho nada. ―Sonrió.

Fruncí el ceño.

―¡¿Es eso lo que te importa justo ahora?! ¡Tengo frío! ―Le golpeé y me abracé.

Mi sujetador probablemente era notable, ya que ví a algunos compañeros de clase apuntándome... Al notar lo que estaba pasando, intentó llevarme hasta una esquina.

―Vamos ―dijo.

―¿Qué? ―le pregunté.

―¡Vamos! ―repitió, pero sonaba un poco molesto. Debido a que no me estaba movimento en lo absoluto, me cargó en sus hombros y me dio una nalgada―. Eso es lo que obtienes por desobedecerme.

«¿Disculpa?».

Me llevó al baño se chicas, después de tomar su ropa extra de educación física.

―Cámbiate ahora ―exigió.

Lo miré extrañada, pero me empujó a un cubículo.

―¿Necesitas ayuda para cambiarte? ―Sonriendo, me acorraló en una esquina y tiró con facilidad del dobladillo de, mi ahora, mojada camiseta―. Buen sujetador ―cometó.

Parpadeando y notando qué diablos estaba pasado, lo empujé y rápidamente me puse su camiseta extra. Me quité los shorts mojados y volteé  para ponerme los secos. Entonces sentí otra nalgada, pero esta vez vino acompañada de un apretón.

«Juro que lo voy a matar».

🐰

Reí triunfante como si acabara de ganar un trofeo mientras salía del baño de chicas con Cassandra. Íbamos a tener una pijamada BANGTAN BOYS en la noche y se suponía que llevaríamos nuestras chicas.

―Ve a esta dirección a las ocho. Pijamada. Mi número está ahí. No te atrevas a faltar ―dije con cara seria entregándole una tarjeta a Cassandra.

Cuando leyó los detalles, frunció el ceño.

―¿Por qué debo usar una minifalda? ―preguntó.

―Son las reglas. Es mejor que te vea ahí, si no, me preguntó qué pasará si sesenta y nueve días se convierten en cuarenta y nueve. ―Sonreí y me fuí.

«Hmm, lo hará, ella irá».