PRÓLOGO- Cenizas

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ATENCIÓN: TODOS LOS PERSONAJES DE LA SIGUIENTE OBRA DE FICCIÓN SON MAYORES DE 18 AÑOS, AUNQUE NO SE ESPECIFIQUE LA EDAD DE TODOS ELLOS DURANTE EL ESCRITO.


- Jefe, he estado buscando, ya sabes, para poder cubrir el hueco que Stefan dejó cuando le pegaron un tiro, y creo que tengo al hombre perfecto. Podríamos ofrecerle un puesto. Te aseguro, jefe, que él puede superar al último gran sicario que tuvimos.

- Oh, Stefan...-el hombre suspiró con melancolía, pronunciando aquel nombre delicado con una voz rasposa y diabólica.- Ese hombre era la discreción en persona y era tan mortífero... Lo echaré de menos, supongo.- su tono frío al acabar de enunciar el recuerdo del muerto parecía cruel y burlón, como si su luto durase apenas unos segundos.-Cuéntame más sobre él.

- He averiguado todo sobre este nuevo hombre, incluso los chanchullos ilegales. Sabes que se me da bien jugar con la red. Ahora mismo conozco mejor su vida que él mismo.

- Entonces quiero saberlo todo.

- Primero mira su fotografía, entra por los ojos ¿A que si? Si no mata con armas los mata con la mirada, el hombre intimida.

Quien estaba a cargo de todo aquel negocio se reclinó hacia adelante en su silla para poder observar mejor la fotografía que se deslizaba hacia él sobre la madera de su escritorio.

La tomó entre sus dedos ásperos y gruesos y mientras con su lengua cambiaba de lado el puro que sus labios sostenían exhaló humo y un sonido de aprobación.

En aquella imagen estaba apuntada la altura del hombre, casi un metro con noventa, y el resto lo narraba la ilustración por si sola. Era un tipo joven pero maduro, de aspecto intimidante y grandes proporciones regalo de una genética que le dotaba de una envergadura considerable y de un arduo trabajo físico, en un gimnasio posiblemente. Su piel pálida se veía manchada por una sombra de barba que lo dotaba de cierta seriedad y su pelo corto, de un rubio apagado, parecía peinado hacia atrás de forma causal. Los ojos azules se veían pequeños pero profundos, escondidos bajo la sombra de unas cejas incipientes. Mirada de lobo, la sabía reconocer desde que había empezado con el negocio treinta y seis años atrás y la veía cada día en el espejo. Facciones duras y muy marcadas y, por último, un aura extraña y aterradora que agradeció.

Escrutó con la mirada aquel trozo de papel coloreado con la forma de aquel hombre extraño y casi sentía que esa mirada imprimida le perforaba el alma, o lo que él tuviera en su lugar. Un humano sin escrúpulos, lo podía sentir a través de su mirada, lo veía.

- Me gusta, parece muy capaz de esto, ahora ¿Lo es? Comienza, estoy dispuesto a escuchar toda su historia, por más larga que sea. Quiero conocer a todos y cada uno de los hombres que matan para mi.

- Se llama Einzel y ha tenido una vida muy movidita.

Nacido en Alemania en el 1990 era hijo de una familia acomodada formada por él y sus nueve hermanos. Su padre, un magnate de los negocios, estaba todo el día centrado en su única pasión, lo que movía su vida: ¡El trabajo! Su ambición superaba cualquier vínculo afectivo familiar. Su madre era la secretaria de la empresa que le hacía la competencia a su padre y, debido a su gran competitividad y al amor por su trabajo que compartían, parecían más enemistados que enamorados y, creeme, hay muchos testimonios de esto...

Se casaron para obtener beneficios y su madre pareció ser muy fértil pues se embarazo de quintillizos producto de un condón roto, más tarde de trillizos por culpa de lo mismo. Años más tarde, cuando todos los hijos odiaban y repudiaban a su dividida família a la que apenas veían nació Einzel a causa de una de las muchas infidelidades de su madre. Era el pequeño de la familia. Un pequeño diablo.

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