Habían atendido a Kori de forma sorprendente amable en la recepción de aquel lugar. Marcos, el hombre que se encontraba en la entrada para ayudar a los clientes y además llevaba el papeleo del lugar, le había hablado como si fuera un pequeño niño perdido en el supermercado y el chico lejos de ofenderse se sintió reconfortado.
Una mujer pronto le guió a la habitación que correspondía a la vivienda de Einzel y le dio un par de indicaciones antes de marcharse despidiéndose de forma jovial y dulce.
Todos ahí le trataban con el respeto obvio que el consumidor recibe de la empresa vendedora, pero sin embargo había en ese trato una amabilidad compasiva que le extrañó.
Se preguntó si eran allí tan suaves con todos los clientes o si le habían concedido un trato especial por su corta edad y por el hecho de que estaba evidentemente aterrado.
Ahí surgió una nueva pregunta ¿Eran muy intuitivos o él demasiado transparente? Esperó que su miedo no resultase tan fácil de ver.
Fuera como fuera allí todos le hicieron sentir agasajado. O casi todos.
Había entrado donde la joven le había indicado y al adentrarse un par de pasos había hallado una amplia habitación con tres austeras puertas. Una, suponía, era el baño y las otras dos corresponderían a la cocina y el dormitorio de aquel sicario que Roy ya había contratado con anterioridad por sus problemas con ciertos camellos.
Su compañero de piso le había advertido de algunas cosas. La primera era que debía ir discretamente vestido pues a Einzel le molestaba la gente iba por ahí llamando la atención como Roy lo hacía con su enorme cresta. Cuando recordaba su pelo lo imaginaba con un camaleón en la cabeza.
Aquel peinado alocado y rebelde había hecho a Einzel rodar los ojos nada más verle. Él trabaja eliminando huellas, barriendo sus pasos y pasando desapercibido y sus compañeros eran más de lo mismo, por consecuencia estaba acostumbrado a un ambiente lleno de personas con vestimentas comunes que se amasijaban en un conjunto homogéneo donde nadie sería capaz de discernir entre individuos o de recordar una particularidad de cualquiera de ellos.
Roy era una discordancia enorme en ese lugar y Einzel se había sentido incómodo con su presencia y además se lo hizo saber de malos modos porque -y esto también entraba en la lista de cosas que Roy había advertido a Kori- Einzel no era considerado, para nada y con nadie.
Por ese motivo Kori había decidido que quería agradarle al tipo, o al menos no molestarlo con la primera impresión, así que se vistió con tejanos, una camiseta básica negra y unos zapatos deportivos también de color carbón. No era algo elegante, pero era común en jóvenes de su edad así que creyó que no parecería alguien excéntrico.
Einzel se demoraba en atenderlo pero la mujer que lo había llevado hasta ahí había hecho hincapié en que Kori debía ser paciente y no entrar en ninguna de las estancias personales del señor o se vería metido en problemas, más de los que tenía.
En esa sala de espera que supuso era el comedor del hombre había un pequeño sofá frente a una televisión a un lado, una estantería con libros en el otro y una mesa oscura en el medio del lugar, con dos sillas puestas en los dos extremos para permitir que los comensales pudieran mirarse a los ojos.
En el centro de la mesa había un cenicero, una caja de cigarros y un papel que Kori no se atrevió a tomar para leer como consecuencia de que su temor superaba su curiosidad, que no era poca.
La puerta del medio se abrió bruscamente, sobresaltando al chiquillo.
El pecoso jovencito pensó que había sido una presentación pésima así que trató de tomar aire y comportarse como todo un adulto.
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Cuestión de vida o muerte (Yaoi) [En Amazon]
Short StoryKori no tiene nada bueno en su vida, pero tiene una razón para vivirla, una razón lo suficientemente grande como para contratar a un sicario incluso estando casi sin blanca. Él no sabe que al infierno se va en vida, que los hombres son los mayores d...