Kori, con su mayoría de edad prácticamente recién cumplida, estaba revolcándose entre las sábanas y murmurando negaciones lleno de terror, comportándose como un niño en medio de una de sus recurrentes pesadillas que anunciaban su pasado.
- Mamá... mamá...-mascullaba en la cama mientras apretaba la almohada casi desgarrándola con sus dedos- mamá siento haber nacido... siento que todos te den la espalda... mamá siento... mamá eres tan joven... mamá...
Su rostro pálido parecían aún más blanco esa noche, casi igual que la nieve, tan perfecto y bello pero a la vez arrasado por una mueca llena de espanto.
Sus facciones eran aniñadas e incluso provocaba ternura al fruncir el ceño y sus rosados labios de esa forma tan pueril. Sus ojos azules y grandes cerrados con una intensidad dolorosa, apretando los párpados hasta arrugarlos y presionar las largas pestañas entre ellas.
En su delirante mente un sueño se proyectaba y le llenaba de tormento. Una madre adolescente que amaba a su bebé no planeado por encima de todas las cosas grácias a su alma pura y benevolente y, a su lado, otra madre. La madre de aquella adolescente llena de cariño y compasión era su antítesis, echando a su hija de casa por la semilla que crecía en su interior. Una vieja rancia y malvada que repudiaba a su progenie pero años después se veía obligada a cargar con el peso de un indeseado nieto.
- Abuela, muérete... como pudiste hacer... como.... a tu hija, a ella... si no hubiera nacido solo... perdóname- su suave voz comenzaba a alzarse y sus murmullos lastimeros pasaron a ser lamentos altos y temerosos que imploraban una especie de perdón divino.
La escena se interrumpió de golpe cuando una almohada no lo suficientemente acolchada como para no ser dolorosa impactó en el andrógino rostro del pelinegro y lo arrancó de las garras del mundo onírico.
- Roy...-musitó Kori mientras sus cabellos desordenados caían por su sudoroso rostro, pegándose a él- Era...
- Una pesadilla, lo se. Hablabas de tu madre y de tu abuela, otra vez. Deja a los muertos descansar en paz, quieres. No te hace bien torturarte con el pasado.- el hombre que se encontraba de pie frente a la cama habló serio, consiguiendo que como muchas otras veces su amigo enmudeciera guardándose sus pensamientos y asintiera dócilmente para alejarse de la conversación- Mañana nos toca pagar el alquiler. He cogido tu parte de la cartera que dejaste en la entrada ¿Te importa?
- No, iba a pagar con ese mismo dinero de todas formas. ¿Queda café? Empiezo a trabajar en un par de horas y tengo que estar activo- se quejó el menor frotándose los ojos para ver con más claridad el reloj digital de su mesita de noche.
Como había pensado eran las seis de la tarde así que no tendría mucho tiempo más para descansar antes de comenzar su ardua y vergonzosa jornada.
Su compañero se encogió de hombros haciendo que su ropa holgada se moviera sobre su esquelético y larguirucho cuerpo. Apenas parecía un esqueleto andante de no ser por las tiras de piel seca que unían sus huesos. Además sus marcadas y obscuras ojeras escondían sus ojos marrones hasta hacerle cobrar el aspecto de dos cuencas vacías.
El mayor y más alto se dispuso a salir de la menuda habitación de su compañero de piso pero en medio del trayecto se apoyó en el marco de la puerta, volteándose.
Su cresta verde fosforescente se movió al compás de su cabeza, captando la atención de Kori.
-¿Qué pasa?-preguntó este desperezándose y arrastrándose cansadamente hasta la orilla de la cama.
Taciturno, se levantó esperando una respuesta del cadavérico chico, que tardó en llegar.
- Enserio tío, solo somos colegas y no te conozco mucho, pero deja ya de pensar en tu madre, no se que pasa pero todas las noches estas jodiendo con eso, se te oye gritar desde mi habitación y molesta.
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Cuestión de vida o muerte (Yaoi) [En Amazon]
Cerita PendekKori no tiene nada bueno en su vida, pero tiene una razón para vivirla, una razón lo suficientemente grande como para contratar a un sicario incluso estando casi sin blanca. Él no sabe que al infierno se va en vida, que los hombres son los mayores d...