- Jefe, dejemos las mierdas burocráticas para luego. Un capullo de la ciudad me espera para que asesine a su esposa infiel- comentó Einzel rodando los ojos. Su superior simplemente suspiró y alzó las manos clamando la paz en esa situación en que Einzel siempre quería irse.
- Sé que es una pérdida de tiempo para ti, pero es la norma. Cada año te reexplicaré tu contrato y sus novedades.- comentó el vejestorio ante la aburrida mirada de Einzel.
El susodicho profirió un pequeño gruñido de disconformidad e impulsandose con sus pies retiró su silla de la mesa frente a la que estaba sentado, listo para largarse y dejar de escuchar la verborrea de su jefe, quien a su juicio era demasiado serio y profesional para ser el líder de un grupo de traficantes y sicarios.
Normas pensó, no había nada más estúpido que imponer un orden dentro de un grupo que se dedicaba a violar las mismas leyes que constituían al de afuera.
El hombre rascó su barba blanquecina y grisácea, produciendo un leve sonido rasposo e introdujo una mano en el primer cajón de su escritorio.
- ¿Esto te convence a quedarte?- Einzel ya estaba levantándose, con sus piernas flexionadas y los muslos abandonando la tapicería roja, pero al ver la gran caja de puros sonrió copiosamente dejándose caer en el asiento de nuevo.
- Esto está mejor, mucho mejor- comentó estirándose para tomar uno sin permiso mientras sacaba el encendedor de su bolsillo. Su jefe se sorprendió por la temeridad del chico cuando vio que el mechero tenía rastros de sangre en él, pero prefirió no comentar nada. Mientras los resultados fueran óptimos él no se metería en el trabajo de sus empleados.
- Desembucha vejestorio, de todas formas no te voy a escuchar- Entre sus ácidas palabras escapaba una tóxica nube de humo gris que ocultó su rostro socarrón, pero aún aquella traslúcida barrera visual sus ojos pequeños de alimaña se podían seguir observando con claridad.
Un azul tan aterrador como el del mar para un náufrago.
- El caso es que el contrato en términos generales se mantiene. Por tus trabajos se te ofrece protección, hospedaje y se cubren todas tus necesidades básicas además de que te llevas el setenta por ciento de lo que tus clientes pagan. Pero ahora se han ampliado tus horizontes de trabajo. Ya tienes permitido ocuparte de los casos que impliquen o se basen en el asesinato de menores de edad.
Einzel se sacó el puro de la boca, dejando que el sabor agrio y la textura rugosa acariciaran sus labios breves instantes para después abandonarlos. Pocas veces se interrumpía a si mismo cuando fumaba y si eso sucedía era porque la ocasión verdaderamente lo tenía merecido.
Con sus gruesos belfos libres sonrió ampliamente, mostrando un rostro vil y perverso más que feliz, que era como en esos momentos comenzaba a sentirse.
- Maravilloso...-murmuró bajo la atenta mirada de su jefe, quien ojiplático observó cómo lejos de responder a ese avance con una disconforme aceptación, el hombre ante sus ojos parecía satisfecho de poder hacer el mal a mayor escala.
- A veces me pregunto si eres de veras humano- comentó el hombre con un hilillo de voz y la mirada perdida en los claros y ominosos ojos de su empleado. Tragó saliva al ver un brillo extraño y fugaz en estos.
Si los ojos eran las puertas del alma, la de Einzel parecía querer salir por ellos par sumir el mundo en una negrura eterna, para ahogarlo con su azul.
- De lo contrario no sería capaz de ser monstruoso. Somos el animal más perverso y yo, jefe, me considero un santo al lado de otros. Sigo mi instinto, solo eso. Y parece que me corresponde el de un depredador... ¿Que hay de usted?
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Cuestión de vida o muerte (Yaoi) [En Amazon]
Truyện NgắnKori no tiene nada bueno en su vida, pero tiene una razón para vivirla, una razón lo suficientemente grande como para contratar a un sicario incluso estando casi sin blanca. Él no sabe que al infierno se va en vida, que los hombres son los mayores d...