II

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Noruega abrió los ojos lentamente; había dormido demasiado bien, tomando en cuenta que había compartido la cama con una de las personas más escandalosas y ruidosas para dormir en el mundo.
Pero se sorprendió aún más cuando al girar sobre la cama no halló a nadie en la otra orilla.
El lugar estaba vacío.

Le pareció bastante extraño que Dinamarca se hubiera levantado antes que él; y segundos después, comenzó a preguntarse donde se habría metido.

Bajó los pies al suelo algo adormilado aún.
Caminó lentamente hasta la cocina y puso la tetera con agua al fuego.
Luego comenzó a recorrer la casa en busca del danés, pero no estaba en ninguna parte; él nunca se iba sin decir adiós, así que debía seguir allí.

Regresó entonces al cuarto de dormitorio ya un poco mas despierto.
Al entrar, vio una pequeña barra de mantequilla sobre la mesita de noche, algo abollada, pero aún empaquetada.
Noruega la tomó entre sus manos y la destapó para luego comenzar a mordisquearla. En eso estaba cuando notó algo más en la mesita, era un trozo de papel doblado en muchas partes.

El noruego sintió curiosidad por aquello. Lo tomó y lo desdobló sin dejar de mordisquear la barra de mantequilla. Era una nota, y una larga al parecer.

Comenzó a leerla, y de inmediato supo quién la había escrito.

Querido Noru:

Si estás leyendo esto significa que ya estás totalmente despierto (a menos que seas sonámbulo y yo no lo sepa), y te estarás preguntando a dónde me fui.

Bueno, sabes que nunca me voy sin decir adiós...

Noruega sintió aún más intriga por el mensaje, por lo que se sentó al borde de la cama, aún mordisqueando la mantequilla.

...pero no quería despertarte, así que, aquí está esta carta.

Primero, siento haberme metido por la ventana de tu dormitorio a media noche, no era mi intención despertarte, y mucho menos hacerte enfadar.

Segundo, respecto a la barra de mantequilla sobre la mesa junto a la cama, está un poco abollada porque durante la noche cuando busqué una pluma para anotar caí sentado sobre él...

Noruega dejó de masticar en ese instante, observó asqueado lo que aún quedaba mantequilla y la dejó sobre la mesa.

—Anko eso es desagradable y asqueroso.

...pero de todas formas, ¿cómo es posible que tengas una barra de mantequilla en tu dormitorio y no tengas una pluma? tuve que conformarme con el lápiz que estaba bajo el sofá.

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