Capítulo 18

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Los disparos de los robots me hacían entrar en pánico. Mi instinto me obligaba a correr, pero mis manos sujetaban un recipiente que no era demasiado ligero para hacerlo.

Los demás me seguían algo histéricos. No hacía más que llevarlos de caos en caos. A este paso se iban a acabar acostumbrando a salir corriendo siempre de cualquier lugar.

Me di cuenta de que huir no nos iba a servir de nada, estábamos siendo perseguidos por unos seres artificiales que eran más rápidos que nosotros. Lo mejor era actuar.

Concentré toda la poca energía que quedaba en mi cuerpo, e hice algo que llevaba mucho tiempo sin poner en uso. Apreté mi puño izquierdo lo más fuerte que pude, y una pequeña esfera de color amarillo eléctrico apareció cargada con mucha potencia. En cuestión de segundos, el campo eléctrico que había creado estaba flotando sobre las máquinas haciéndolas caer al suelo.

Pude escuchar varios gritos de sorpresa por parte de las chicas, que me miraban con una mezcla de sorpresa y miedo. Ya habría tiempo de explicaciones más tarde.

Brad interpretó mi ataque cómo una señal de asaltar, por lo que se dió media vuelta y comenzó a disparar con las pistolas a las máquinas que nos perseguían.

— ¡Vamos! — Gritó a sus amigos. — ¡Disparad!

La mirada de Cassie estaba llena de pánico, por lo que sus manos temblaban mientras sostenía el arma.

La vi girarse también, y colocarse al lado de Bradley. Ambos parecían decididos y al mismo tiempo inseguros.

Ella acertó en la cabeza de un robot que se aproximaba. Desde mi ubicación, comencé a crear nuevos campos de fuerza con los que poder atacar. En un disparo, di sin querer a una papelera que estalló en mil pedazos. En el impacto, varios robots que estaban cercanos cayeron al suelo cómo si de un efecto dominó se tratara.

Cuando acabamos con todos ellos, sentí cómo si mi cuerpo se liberara de toda presión. La había vuelto a liar, pero por suerte todo había salido bien.

— ¿A qué no sabéis que he encontrado en el almacén? — Pregunté sin dejar de mirar a las máquinas que yacían todas apiladas en el suelo.

— ¡Lisbeth! — Gritó Dylan furioso. — ¿Crees que es gracioso? ¡Por que puedo asegurarte qué no lo es!

Lo miré. Tenía gotas de sudor corriendo por su frente, estaba igual de alterado que todos. En ese momento el remordimiento empezó a invadirme el cuerpo, a tal punto que sólo tenía ganas de gritar.

— Hablas cómo si lo hubiese hecho a propósito. — Contesté con la mirada perdida.

— Pues así lo parece. — Esta vez quién tomó la palabra fue Cassie, que estaba sentada en el suelo recogiéndose el pelo por el calor. — ¿Es que no tienes sentido común? ¡Estábamos muy preocupados! Creíamos que te habías vuelto paranoica o algo así.

— Lo siento. — Dije con mis más sinceras palabras. — La verdad es que en ese momento parecía tener la mente en blanco. Algo hacía que solo pensara en andar en esa dirección. No podía escucharos, os oía a lo lejos pero no podía prestaros toda mi atención. Lo siento, no quería traer problemas. Sólo quería investigar.

— ¿Y no podrías haberlo hecho con nosotros? — Dijo Irma con una mirada llena de preocupación. — Somos tus amigos, deberías confiar en nosotros.

— ¡No, no! No es eso. — Dije haciendo una pausa para intentar componer bien las frases que iba a decir a continuación. — Claro que confío en vosotros. Lo que pasa es que estaba como en trance, una sensación muy rara e inexplicable. Cómo si algo me hubiese atrapado.

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