Vasectomía |Larry|

Mes cuatro

Harry y Louis se miraban fijamente, Harry comía papas fritas que había preparado en la comida.

Los niños estaban jugando en sus habitaciones y el perro en el jardín.

—¿Estás listo, cariño?—pregunta Louis.

—Sí, ¿y tú?

—También.

Harry se preguntaba si todo el amor que sentían por él se convertiría en odio al saber la noticia.
Él sabe que sus hijos no desean más hermanos, cuando iba a nacer Lauren, Celeste se había puesto histérica. Incluso, cuando tenía 5 años y Lauren cumplía 3, llamó a la policía y dijo que Lauren era un ser del espacio, que lo sacaran de su casa porque quería matar a todos.

Y cuando los mellizos venían en camino, Lauren y Celeste (la ultima apenas se había adaptado a su hermana) no les hablaron por dos días. Y cuando se enteraron de León, todos se escondieron en el jardín por un día entero.

Sus hijos eran unas joyas.

—¡Niños, vengan por favor!—grita Louis.

—¡Ven tú! —grita Celeste.

—Tu hija es horrible.

—Es el karma—le contesta Harry.

Louis bufa y se levanta para caminar hasta las escaleras.

—¡Tienen tres segundos para bajar!—silencio es lo que recibe—¡1...—más silencio—2...

—¡3!—gritan sus hijos.

Harry carcajea desde la sala y Louis gruñe antes de subir las escaleras.

Primero va a la de los niños, es azul con amarillo y tiene muchos dibujos en las paredes.

—Bajen a la sala, su papi y yo tenemos que hablar con ustedes.

—Pero tú bajas a León —dice Maik—no quiero que haga que nos caigamos como la otra vez.

—Sí sí, ya vayan.

León mira a su papá con sus enormes ojos verdes, Louis siempre a pensado que ese niño es algún tipo de especie no humana.
Es muuuuy raro.
El pequeño se baja de su cama con dificultad y camina hasta su papa.

—¿Qué?—le pregunta Louis.

—Adiba—León le mira con una sonrisa y alza sus brazos.

Louis rueda los ojos y lo alza, sale del cuarto sintiendo los pequeños dedos de León jugar con su cabello.

La habitación de las niñas es celeste con rosa y lila, las niñas lo escogieron así.

—Bueno, ¿qué se creen ustedes para desobedecer?

—Elete, abajo—León le apunta con su dedo.

—No soy un perro, tigre.

—¡León!—el niño grita y frunce el ceño.

Celeste carcajea y Louis inhala profundo, esa niña es su viva imagen y se lamenta tanto por ese castigo del señor.

—Rápido, no quiero batallar.

—Pero nos van a dar helado—dice Lauren.

—No—Louis acomoda mejor a León y el pequeño ríe.

—No es pregunta, papá—Celeste le mira con ambas cejas alzada.

—Y el poco pelo con el que despiertes no será un castigo.

La de ojos grises le mira uno segundos y después bufa saliendo del cuarto.

—¿Para mí si hay helado, papá? —Lauren le mira con una pequeña sonrisa.