XII

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NARRA MADISON

Terminé de comer y dejé mi plato en la cocina, ayer fue un día espectacular ya que di un paseo con Arianna y me demostró que yo era su amiga. Nos reímos mucho y me solté mucho más ya que la conté parte de mi vida y ella toda la suya.

Al terminar de dar el paseo llegué a la conclusión de que soltarse aveces no es malo, de echo algunas veces tus problemas se pueden solucionar y Arianna me ayudó bastante.

Me duché  y me puse aquel uniforme olvidado que nunca en mi vida me puse. Me miré al espejo y sonreí, me veía hermosa, me até el cabello, negro; con dos coletas, agarré mi bolso y salí de mi casa.

Esa tarde todos los de clase debíamos ir al instituto para organizar y decorar el gimnasio para la fiesta de navidad. Entré y por lo que vi yo era la única que faltaba por llegar ya que el profesor al pasar lista dijo mi nombre, esa fue la primera vez que lo hacía.

Ian fue corriendo hacía mi y me dio un corto beso en los labios, todavía no me acostumbraba, cuando me besaba solo me quedaba quieta y no correspondía al besó, pensé que le molestaría pero nunca comentó nada.

Me agarró del brazo y juntos colocamos el cartel de bienvenida y pusimos manteles rojos en las alargadas mesas que se encontraban allí.

A la hora de descanso salimos todos y Arianna me sorprendió con un pequeño regalo, era una cadena que ella tenía igual y en ese momento la llevaba puesta.

Tan grande fue mi alegría que casi se me salen los dientes de tanto sonreír, me puse la cadena y nos sentamos todos mis amigos en el patio para merendar.

Erika nos contaba su vida muy animada mientras nosotros fingíamos prestarle atención.

Ian se levantó sigilosamente y me señaló hacia el almacén del gimnasio, fui con él y nos sentamos en una colchoneta.

Me miró a los ojos serio.

Madison, ¿tú me quieres? —Y lo dijo sin apartar sus ojos de los míos.

Una gota de sudor bajaba por su frente y tenía los puños cerrados, se le veía muy nervioso.

Le miré lo más tranquila posible y me acerqué a él con lentitud, nuestras caras estaban aún más cerca.

—Sí. —Le dije en el oído. —Te amo. —Le besé, ese fue el primer beso que le di, la primera vez que le confesé mis sentimientos, fui fría pero eso era lo que sentía, yo le amaba.

Después de aquel beso sus ojos brillaban aún más.

—Estas hermosa, es la primera vez que te veo con el uniforme. — Me acarició la cabeza con una sonrisa embobada y volvió a besarme, coloqué mi mano encima de la suya y la acaricié.

Sin duda esos meses fueron los mejores de mi vida. De pronto aparecieron James y Kendall abriendo de golpe el almacén.

—¡Chicos! —Grito Kendall con alegría. —Tenemos que volver al trabajo.

—Pero esta vez... —Suspiró James y se colocó el cabello. —Hay que decorar el exterior y hacerlo por parejas, el profesor los eligió por nosotros y pues... Mady con Erika y Ian con Arianna. — Salimos de allí, nos despedimos todos con un abrazo grupal y luego nos dispersamos.

Erika no paraba de hablar, yo la escuchaba y de vez en cuando una carcajada me salía por si sola.

—Y... —Se comenzó a reír. —Un día soñé con que me hacía un selfy en un río y se me calló el móvil, aquel día me levanté sudando. Y buf esas épocas eran las que estaba de moda
aplastar el pan con el culo. —

Erika era muy social y la encantaba hablar de si misma,pero lo bueno de ella es que si la llamabas a las tres de la mañana por algún problema el que sea, correrá a ayudarte; pero, ella también te llama a esa hora por problemas, ella le llama problemas a no poder abrir el bote de Nutella porque está muy bien cerrado.

Pusimos caramelos navideños en el pasillo de la entrada y a lo lejos vimos a Ian y Arianna poniendo campanillas en cada esquina de las puertas, ellos nos sonrieron y siguieron con lo suyo.

Una campanilla acabó en mi cabeza, alguien me lo había tirado, miré donde se  encontraba la pareja de Arianna pero ya no estaban.

Más tarde por el campo de béisbol Ian colocaba los adornos del gran árbol de navidad y me volvieron a tirar uno de los adornos a la cabeza, miré hacía él y se estaba riendo en ese momento a carcajadas.

Ya no aguantaba más, ya me había cansado de que me molestara así porque dolían las cosas que me tiraba.

—¿¡Oye cuando vas a parar!? —Le agarré de la camiseta a Kate. Ella me miró confundida y con una seña hizo que sus amigas se acercarán.

—¿De qué me estás hablando rarita? —Sonrió y se soltó bruscamente de mi agarré.

—No te hagas la estúpida, se perfectamente que tú fuiste la que estuvo tirándome cosas para que yo  creyera que fue Ian pero no soy tonta como tú. ¿Sabes? Tú, siempre has sido la popular, los profesores te adoran, tienes amigas que van detrás de tu trasero porque eres rica y tú mandas. Yo no tengo nada de lo que tienes tú es más yo cerca de ti soy muy inferior pero hay algo que tengo yo y supera todo lo que tienes y es amor. Ian me ama, mis amigos me aman,¿a ti quién te ama? La gente de tu alrededor te quiere o por tu popularidad o por tu riqueza, a mi me quieren tal como soy y ¿sabes? Al final hasta acabas siendo ¡Tú! Inferior a mí. — Me sentí tan agusto después de haber dicho lo que pensaba desde hace meses.

—¿A si? —Enarcó una ceja, me agarró de los hombros e hizo que me girase, mi boca se abrió automáticamente y una lágrima salió de mi ojo izquierdo. Ian le estaba dando un beso a Arianna en los labios, ella le agarraba del cuello y él a ella de la cintura. —Ya veo lo mucho que te aman tus "amigos". —Hizo comillas con sus dedos a la última palabra. —No seas imbécil y abre más los ojos. —Se fue, sus amigas me dieron tal empujón que caí al suelo y se fueron detrás de ella riéndose a carcajadas.

No mires a la rarita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora