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Capítulo treinta. 1/2

Estuve a muy pocos segundos de decirle algo.

Estuve.

Comenzó a sonar mi celular, y como tan rápido que pude sin mirar quien era, atendí.

—¿Papá? — fue lo único que salió decirme.

—Disculpe, ¿Usted es Morgan... Emily verdad?

—S-Sí soy yo.

Shawn

¿Es en serio? ¿Justo ahora que hablo de mis sentimientos hacia ella?

Su mirada fijaba al suelo, mientras con su otra mano sostenía el celular

No sabía bien con quién estaba hablando ni menos sobre qué, pero su cara no transmitía nada bueno.

Mi mirada estaba fija en ella, ni siquiera me aparté para que hablara en privado, como curioso que soy, quería saber.

Sus ojos se estaban nublando, lo notaba, estaba por llorar.

—¿Quién es? — pregunté al verla en ese estado.

Comenzó a respirar irregularmente, eso pasaba cuando se exasperaba, algo malo estaba pasando.

—Emily, dame eso.

Su mano se guió directamente a su boca intentándola cubrir, haciendo que su celular caiga al suelo. Sus ojos ya estaban a punto de explotar, sus mejillas ahora se estaban volviendo rojas, su respiración era totalmente fuera de lo normal, pero esta vez peor que las demás veces, y eso me preocupaba.

—Emily, pequeña, ¿Qué tienes? — pregunté acercándome a ella.

Pero antes de que logre asomar mi mano en ella, sin importar el celular en el suelo, salió a correr como si de una carrera se tratase.

Mis ojos se abrieron de par en par, me sorprendió, miré el celular en el suelo y lo tomé en manos, volteé a ver y divisé a lo lejos Emily correr, no sé donde.

¿Qué tendría que hacer un niñero en estas situaciones?

Ah sí, seguirla, cierto.

—¡Emily! — grité segundos antes de correr con la mayor velocidad que pudiese.

Sin regular la velocidad en cuanto iba corriendo, iba pidiendo a las personas que se cruzaban que se apartaran, así no la perdería de vista.

Las personas ahí me miraban extrañados. ¿Qué? ¿Nunca vieron a un chico correr por el amor de su vida?

Quiero decir, un niñero correr por su pequeña.

Mierda, mierda, mierda.

La he perdido de mi vista.

Emily

Corría, simplemente corría con el corazón que sentía que se oprimía con cada paso que daba.

Mis pasos comenzaban a perder velocidad, mis pulmones ya dañados al ponerlos en riesgo por correr, mis pulsaciones iban a mil por segundo.

Lágrimas y más lágrimas se deslizaban impidiéndome la vista.

Crucé la calle corriendo sin fijar si venía un auto, y desprevenidamente sí estaba por pasar unos cuantos.

Sólo escuché bocinas y más bocinas resonar toda la cuadra, estuvo a punto de atropellarme.

—¡Fijate por donde vas, niña! — oí a uno dentro del auto gritar por su ventana.

Sin prestarle atención seguí corriendo.

Mis pulmones ya débiles, pidiéndome que pare, si esto seguía me haría daño a mí misma.

No podía creer lo que estaba pasando.

Llegué a aquél edificio de 45 pisos, y sin previo aviso pasé entrando al elevador.

Me senté en una esquina a esperar a llegar al último piso, y cubrí mi rostro intentando ahogarme con mis propios llantos.

Pude sentir la presencia de alguien más, observándome disimuladamente.

Un chico que se encontraba ahí estaba en otra esquina del elevador.

—Oye, sé que es inútil preguntarte si estás bien porque claramente no lo estás. — habló una voz ronca. — Pero, ¿Estará todo bien?

Levanté sólo un poco mi vista y lo observé.

Era alto, sus ojos mieles se reflejaban con la luz del elevador, sus ojos miraban mis ojos, sin apartar la mirada y sin casi parpadear.

Me enamoré.

—No prometeré eso. — dije volviendo mi vista al suelo.

—Entiendo. ¿Pasó algo muy malo?

—Sólo depende de cada persona, pero sí. — no siquiera podía saber como era que aún me quedaba voz para hablar en estos momentos.

—No te conozco, pero espero que todo logre mejorar, ¿Sí? — antes de que pueda responder, las puertas del elevador se abrieron, él aún esperando mi respuesta.

Sólo asentí con mi cabeza y seguí cabizbaja.

Escuché un gran suspiro, y pasos alejándose del elevador.

Ya volviéndose a cerrar las puertas, el elevador comenzó a subir y subir.

Comencé a inhalar y exhalar intentando calmarme, pero no podía.

Ya llegando al piso 45, se abrieron las puertas, me incorporé rápidamente con el corazón a punto de explotar, y salí a la terraza.

Y sí, tenía vértigo, pero que más da.

Me acerqué ahora a pasos lentos hacia esa vista al cielo, y todas esas pequeñas personas que se veían desde arriba, los autos parecían hormigas.

Me arrodillé al borde de la terraza a simplemente desahogarme.

—¿Por qué? ¿Por qué merezco todo esto si jamás soy mala con nadie? — hablé casi inaudible.

Acá parecía tener más libertad, podía gritar, podía llorar y desahogarme en paz.

Y eso comencé a hacer, sollozar en forma de desahogo, dejando que se escuche a ecos mi llanto.

Lentamente me incorporé en el lugar, manteniendo equilibrio con mi brazo extendido.

—Aléjate de ahí. — habló profundamente.

Volteé y ahí se encontraba él.

—¿Por qué? Total ya no me queda nada, ya no podré ser feliz. ¿Para qué seguiré en esta vida si no puedo vivirla con las personas que amo?

—No sé de lo que hablas, ni menos lo que pasó. — se acercó lentamente. — Pero tranquila, se puede arregl...

—¡No! — dije comenzando a tener un leve ataque asmático. — ¡Ya no se puede arreglar, ya es tarde! — comencé a desaquilibrarme y los pasos de mi niñero comenzaban a acelerarse. — ¡Llegué tarde, Shawn, ya no me queda nadie! ¡Listo, eso anhelaban todos, que quede totalmente sola, y ahora lo obtuvieron, de seguros estarán demasiado felices!

—Pequeña.

Quedé a escasos metros de él.

—Aléjate tú o... — di un paso en falso hacia atrás creyendo que había suelo.

Antes de sentir cualquier impacto cerré mis ojos con mucha fuerza.

Los latidos de mi corazón se oían con pura facilidad.

Hasta acá llegó todo, hasta acá llegué yo.

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Cuando termine de escribir el otro lo subo, ya que este es; 1/2

Perfectly Disagree [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora