16. Distancia

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No sé cuánto tiempo llevo tirado en la cama. Tal vez días, tal vez semanas. Mi mente está completamente destrozada y mi cuerpo ni se molesta en tener fuerzas para salir de estas cuatro paredes. Estoy en un bucle continuo, recordando una y otra vez la expresión de Eren en aquella ocasión. En un momento dado, incluso creí erróneamente de que se había tratado de un mal sueño; o incluso que se trataba de que aquel Eren no era real, sino una ilusión. Un desesperado intento de mi mente para que no siguiera sintiéndome tan horriblemente mal.

Hace ya bastante que no veo los rayos del sol. También he dejado de comer, y en general, de vivir. Espero que un día de estos aparezca por la puerta algún policía para arrestarme y llevarme lejos de aquí. Estoy seguro que así todo el mundo se quedaría más tranquilo, sin un Omega más que haga cundir el pánico. Si acaso, Isabel me echaría en falta. 

Ella, desde que comencé con este comportamiento, ha insistido en que nada malo iba a ocurrir, que había hecho lo posible para explicar a Eren la situación, y a su madre también. Ha intentado cubrir mi perversión de alguna manera, pero eso no quita lo que he estado a punto de hacer. Y soy consciente que encerrándome en mi cuarto tampoco iba a solucionar nada, pero realmente no quiero salir. No quiero que nadie me juzgue con la mirada por esto. Ya no soy yo mismo. Ya ni siquiera me comporto como hace seis meses. En un profundo rincón de mi alma, desearía que todo esto no fuera real, que nunca lo hubiera conocido, que mi vida fuera la misma mierda que antes, sin familia, sin amor.

- Hermano -La puerta de mi cuarto suena a la vez que la voz de Isabel la atraviesa.- La doctora Zoe llama para ver si quieres un prospecto para los inhibidores de este mes.

- No, gracias -contesto apático.

No insiste más y se marcha mientras termina de conversar.

No sirve de nada gastar dinero en algo que no voy a usar. No pienso volver a usar esa porquería nunca más. Mientras pienso en eso, noto un agudo dolor en mi cuerpo. Llevo demasiado tiempo en la misma posición y ya noto la repercusión de eso. Se me ha dormido la pierna derecha. Intento suspirar, pero no me sale ni el abrir la boca. Poco a poco me levanto de la cama. Estoy totalmente desaliñado y llevo varios días sin cambiarme de ropa. Normalmente eso me asquearía, pero como dije antes, ya no soy el mismo. No ahora.

Salgo del cuarto, sorprendiendo a Isabel, quien acababa de colgar. Al verme, se aproxima a mí bastante determinada.

- ¿Cómo estás? Tienes mal aspecto. Deberías darte una ducha y comer algo. Aun quedan sobras de la comida. Si quieres, te cambio las sábanas de la cama. -Ella sigue hablando, pero prefiero ignorar su buena intención y encerrarme en el baño para al menos mear tranquilo.

Después de eso, logro mojarme un poco la cara, con la esperanza de refrescar de ese modo también mi cerebro. Al levantar la vista, me encuentro a mí mismo mirándome con esa cara tan rancia que tengo, pero esta vez multiplicada por cinco, con ese pelo, esos ojos rojos, esas ojeras y esa barba de varios días. Realmente no me gusta mi aspecto actual, así que me tomo mi tiempo para al menos afeitarme y hacer que no parezca un puto vagabundo. 

Pasan los minutos, y poco a poco vuelvo a un aspecto más o menos normal. Mi reflejo aun me dice que me encuentro como el culo, pero no tanto como antes. Me quedo un buen rato enfrentándome a mí mismo, intentando pensar en la clase de expresión que pudo darle tanto terror a Eren. Es ese mismo rostro el que recordará por años con malestar. Incluso puede que ya esté comenzando a tener pesadillas con aquel momento. Me dan ganas de golpearme a mí mismo una y otra vez. En un intento de ello, poso mi puño en mi otro yo, quien me imita. He pasado de sentir resentimiento a ira, ira hacia mí mismo por hacer lo que le hice a ese niño. Cuando estoy de esta manera, es mejor que me aleje de todo el mundo, pues estallo con mayor facilidad que una bomba. 

Un mocoso es mi Alpha [Suspendido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora