4. Infiltrado

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Mi cabeza comienza a darme mil vueltas. Abro los ojos aun confuso por lo que había ocurrido. A mi alrededor solo se encuentra una estancia vacía y apenas iluminada por el sol en pleno atardecer. Comienzo a recordar todo lo que ha sucedido, desde la llegada de Isabel a mi vida hasta la imagen de varios hombres arremetiendo contra ella. Me tiento la cabeza en busca de la herida que me había provocado uno de esos capullos. Al notar el golpe, siento que el dolor me recorre todo el cuerpo. La sangre empezaba a volverse dura, por lo que decido ir a por el primer grifo que me encontrara y limpiarme la herida. Mientras lo hago, miles de pensamientos turbios comienzan a pasar por mi mente. Me arrepiento de la decisión que tomé cuando le dije a Isabel que vendríamos aquí antes que a la estación de policía. Desde un principio sabía que era arriesgado, pero era lo único que parecía tranquilizarla en ese momento. También, me siento bastante estúpido pensando que con solo mi presencia iba a estar bien resguardada. Fui un completo idiota.

Salgo de la casa. Me sorprende que ningún vecino haya escuchado nada. Bueno, era mediodía cuando ocurrió, eso debe influir. Una vez que llego a la entrada del bloque de pisos, me encuentro con un vecino. Procuro no explicarle la situación y simplemente le pregunto por la estación policial más cercana. Una vez le agradezco, salgo de ahí a paso apresurado. Apenas hay gente en la calle. Este barrio es bastante más tranquilo que el mío. Me sorprende que haya un lugar así tan cerca de donde yo vivo. Poco después, tras girar la última esquina que me lleva a donde se encuentran los policías de la zona, comienzo a escuchar los típicos gritos que uno hace al estar en un bar. Me acerco poco a poco, intuyendo que esos gritos provienen de la propia estación. Me asomo dubitativo. No veo a nadie en recepción, por lo que entro con algo de cautela. Miro a mi alrededor, los gritos provienen de una de las salas de al lado de la entrada. Me asomo por el cristal de la puerta y veo para mi sorpresa a un grupo de hombres alrededor de una mesa bebiendo alegremente mientras juegan una partida de póquer. Confuso, me vuelvo a la entrada y miro hacia la fachada del edificio, donde se encuentra el escudo oficial de la T.E., adornado con dos rosas características. Me vuelvo extrañado hacia el interior. Ahora comenzaba a entender porqué Isabel desconfía tanto en la policía. Ya era oficial: no podía contar con esa panda de policías alcohólicos y ludópatas. Intento pensar en lo que podría hacer. En ese momento, veo frente a mí el teléfono de recepción. Sé que es una mala idea, pero es lo único que puedo hacer. Giro todo el mostrador y me posiciono dentro de él. Ya estoy dispuesto a marcar el número de emergencias cuando un grito hace que salte soltando el teléfono de golpe. Me doy la vuelta y contemplo a unos metros de mí a un policía cerca de sus treinta que sostiene dos botellas en una mano. Por su forma de tambalearse, puedo intuir que está como una cuba.

- Maldito ladrón... -dice con su boca apestando a whisky. Incluso a cierta distancia lo puedo oler.- Te aprovechas de la partida para robar a la policía, ¿eh?

Retrocedo. Es mala idea provocarlo. Tiene pinta de ser un borracho agresivo. La única salida que tengo es la principal. Está detrás de mí, pero por delante de ella está el mostrador. Podría saltarlo y salir huyendo.

El otro, al ver que no digo nada, comienza a provocarme, incitándome a pelear con él. Se acerca poco a poco a mí moviendo las botellas de un lado a otro. Ya a pocos centímetros de mí, me apunta con una de ellas de la forma más patética posible. Ni siquiera puede mantener el equilibrio. No sé qué le pasa por la cabeza, pero cuando me doy cuenta, él ya tiene alzada una de las botellas para estallármela en la cabeza. No estoy dispuesto a recibir un segundo golpe, así que no me queda más remedio que agarrarme a la mesa y tomar impulso para asestarle una patada en el estómago. Esto me da una oportunidad para salir de allí lo antes posible, me doy la vuelta, salto el mostrador y me largo de allí lo más rápido posible, rezando para que ese tipo no se acuerde de mi cara cuando se le pase la resaca.

Un mocoso es mi Alpha [Suspendido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora