Capitulo 7.

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Capítulos 7: "Fantasmas que atormentan la mente". 

—Estoy nervioso —dijo Xiumin.

—Tranquilo, es solo el medico. No te preocupes —dije tratando de calmarme.

—¿Entrarás conmigo? Por favor.

—Xiumiiin —repuse—. Eres grande, no molestes. Ahora si no entras por la puerta, esta bien —bromee soltando una carcajada de mi chiste. 

Ni se inmuto a reírse.

—Esta bien, admito que fue malo —confesé. 

Soltó una carcajada de repente. 

—Maldito estúpido —hice una minuciosa sonrisa. 

Llegamos al hospital.

—No quiero entrar. —Se detuvo asustado como perro. 

—Ven, entra. Es ahora o nunca.

—No quiero, ¿que tal si no entro por la puerta? 

—Agh, no digas estupideces que pueden ser ciertas —contesté agarrándolo del brazo. 

Lo lleve arrastras adentro de este. Llegamos a la recepción donde nos esperaba una enfermera muy mona. 

—Buenos días señorita, venimos por una cita general del doctor Jihoo.

—Bien, los espera en el consultorio. Derecho, dobla a la izquierda y ahí lo encontrará —comentó muy amable. 

—Tenemos que ir a... ¿Xiumin? —Hable confuso al no notar su presencia. 

Otra vez se había ido. Lo busque por el baño y ahí lo encontré. 

—¿Qué haces aquí? —Pregunté confundido. 

—No quiero entrar, Chen. Por favor, no me hagas esto —rogó llorando desconsoladamente. 

—Tienes que hacerlo ¡¿Por qué ahora?! ¡¿Acaso no sabes que hace mucho tiempo que no vas al doctor?! ¡Debes ir! 

No paraba de lamentarse, como si fuera que el saber de tu salud fuera un temor.

—¿No tienes miedo de saber que estás enfermo? —Añadí molesto de su actitud respecto a está situación. 

—¡A eso le tengo miedo! ¡Tengo miedo a saber que tengo algo malo en mi interior! Porque lo siento —Enfrentó a todo pulmón. 

«No me equivocaba». 

Aquello aumentó más el llanto. Menos mal que no había nadie en el bañó. Suspiré angustiado y lo abrace. Era lo que él necesitaba. 

—Si tu tienes algo, es momento que lo sepas. Como me lo prometiste, debes cambiarte a ti para cumplir tus sueños, tus metas —manipule. No me importaba ni lo más mínimo que tuviera algo en su cuerpo. Seguro lo tenía. Pero, está bien, peor 100 enfermedades que 3 ¿no?

Asintió como niño chiquito, pasando su mano gorda por sus mejillas limpiando las lágrimas que había derramado. 

Entramos al consultorio. El doctor nos recibió amable y simpático. 

—Supongo que tu eres el enfermo ¿no? —Comentó sin quitar la mirada de la pantalla. Su comentario había sonado un poco discriminatorio, pero quién soy yo para juzgarlo.  

—Si. —dijo tímido. Apenas se le escuchaba su voz. 

—Bien, te haré varios exámenes para saber tu condición. Empezaremos primero con extracción de sangre.

—¡¿Qué?! —Paso de un susurró a una que claramente se escuchaba sus cuerdas vocales. 

—Que, ¿te dan miedo las agujas? —Burle gracioso. Miro molesto. 

Lo llevaron a otra sala, mientras me senté a pasar la hora en vicio. Me estaba divirtiendo, lo debo de admitir. Terminaron las horas, era momento de que digan los resultados. 

—Les tengo noticias sobre los exámenes que te has hecho —dijo el medico. Xiumin no estaba nervioso sino lo siguiente. 

—¿Cuál es? —Hablo el enano. 

—¿Hace cuantos no vienes hacerte revisión? —Preguntó serio.

—Hace dos años... creo.

—Si hubieras esperado más de lo esperado hubieras contraído diabetes. Tienes una suerte que no hayas tenido ninguna enfermedad.

«Vaya suerte tiene este enano rubio oxidado. Con cariño pienso», pensé.

—Pero ¿Por qué me cuesta respirar al correr? —Preguntó curioso, sorprendido que no haya tenido nada.

—Y pues por gordo ¿Qué más? —Solté rodeando los ojos. Los dos se quedaron callados mirándome confusos.

Carraspeo nervioso.

—Entonces ¿que hacemos, doctor? ¿Hacemos la dieta? —Pregunté "atento".

—Es lo conveniente. Antes de que pasen por el nutriólogo, le voy a recetar unos medicamentos que debe comer cada 8 horas. Créeme le va ayudar mucho en su transición. —Sonrió dando el papel con las indicaciones. 

—¿Es un hecho? —Habló dudoso de cuidar su salud.

—Si quieres morir lo más pronto posible postrado en una cama, esta bien. 

Agarró el papel con miedo de lo que había escuchado y nos despedimos del doctor. 

—Nos veremos pronto.

—Ya lo escuchaste. Tienes que hacerme caso —dije caminando hacia otra cita.

—Creo que siempre lo tienes —murmuró. 

—Anímate. Será un nuevo comienzo si quieres comer a este papichulo que tienes de frente —reí.

—¿En serio lo debo de hacer? Pensé que ya era parte de ti.

—Supongo —musite dándole la espalda.

[...]

—Te notó cansado, compañero ¿Pasó algo con el gordo? —Preguntó Kai poniéndose a mi lado. 

—Nada que no sepas. Lo acompañe al nutricionista —dije tomando un sorbo de alcohol. 

—Ya veo. Será divertido con él —rio burlón. Se levantó de la cama desnudo yéndose derecho al bañó.

Exhale irónico. Lo era... y mucho.

 Seguí su pasó y abrí la puerta del bañó. Me metí en la ducha, y lo mire perdido. Apreté  su nalga izquierdo, y dije:

—Hazme olvidar. —Le di un besó desesperado con ansias de sentir de nuevo sus labios y perderme en su piel, en el placer de nuestros cuerpo. Querer olvidar el recuerdo que me agobiaba al verlo. 

Si el alcohol no me podía olvidarle ¿entonces que podría ser? 

[...]

Dulces apariencias |Chenmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora