Nacemos mientras la Tierra gira, e igual moriremos.

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A mis bailarinas,
¿Cuántas veces habéis estado en una coreografía preciosa con la mente fija solo en el paso que no os salía, deseando que el baile terminase?
Apuesto a que recordáis esas otras en las que estabais tan pendientes del cambio de ritmo que estaba al llegar, que lo hacíais antes de tiempo y os perdíais.

Pues con la vida nos pasa lo mismo.
Experiencias que podrían ser mucho más satisfactorias si dejásemos de pensar en el momento tan difícil como poco duradero al que tendremos que enfrentarnos en ellas.
O la ansiedad. ¿Acaso la ansiedad no es eso? Un adelanto a los pasos que todavía no están sonando y, por consiguiente, la pérdida del control de la coreografía.

Y es que la vida es bailar, y el truco está en ir sobre la marcha.
Y tener presente que, a veces, conceder un baile es como lanzar un salvavidas, solo que para pedirlo hace falta mucho más coraje.

Me llamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora