[único]

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Park Jimin comprendió que no eran ni las seis de la mañana cuando sintió una fuerte sacudida en su región sur; sabía por costumbre que el sol aún no había salido porque su alarma ni remotamente había sonado y cuando abrió los ojos, la habitación oscura en la que estaba le confirmó tal hecho. No sabía qué hora era no obstante, más que echar su mirada al reloj de la mesa de noche, Jimin arrastró sus manos por su torso aún con la pijama puesta y tomó un puñado de cabello que, incluso en la oscuridad brillaba.

—Hyung..., ¿qué haces? —preguntó con la voz pastosa, divagando entre el sueño y la conciencia y con la respiración un poco agitada. Ya estaba comenzando.

—¿Qué parece que estoy haciendo? —escuchó, una risita pícara siguió a esas palabras—. Estoy disfrutando de ti.

Jimin se estremeció cuando, ya con su cuerpo completamenten despierto y el sueño lejos de esa habitación, Yoongi volvió a tomar una profunda succión de él, y luego lo dejó ir con un sonido obsceno. Tembloroso, con sus manos se aferró a las sábanas frías y los pies se le encorvaron en un efímero intento de no ser tan ruidoso aunque lo que en realidad deseaba era dejarse hacer, como estaba tan acostumbrado.

—Eres tan adictivo, Jiminnie.

Yoongi siguió su esforzada tarea, subiendo y bajando allí donde Jimin tenía mayor sensibilidad, continuó haciendo sonidos que le excitaban todavía más y aunque no podía verlo, la imagen de su cabeza entre sus piernas, tomando todo de él, era incluso suficiente para alcanzar no un orgasmo, sino multiples.

Cerró los ojos, atrapó los labios entre sus dientes y se encorvó tanto como pudo obteniendo un poco más de la habilidosa lengua de Min Yoongi, o Suga, Agust D, quien fuese, eran la misma persona, y justo estaba allí para él, como siempre.

Park Jimin no tenía ni un gramo de vergüenza en admitir que él atraía a Yoongi hasta a él aun cuando no era su meta, que con sólo dar unos cuantos pasos y mover sus caderas con un movimiento sutil pero pronunciado al mismo tiempo, hipnotizaba a su hyung de tal manera que le era imposible disimular si es que no estaban solos. Jimin sabía de buena fuente, con hechos, y sin mentiras que Min Yoongi, a pesar de ser un cascarrabias la mitad del tiempo, vivía y moría para él, para lanzarle miradas cargadas de mucho y de todo, comentarios que a simple vista, y ante los oídos de los demás, parecían normales, de un hyung a un dongsaeng, mas Jimin sabía interpretar las señales. Sabía disfrutarlas también.

Esa relación clandestina que ambos tenían, misma de la que sólo pocos estaban enterados, era un poco demasiado peligrosa, ya había sido algo fuera de lo común que Suga insinuara algo como que le gustaban las chicas... y los chicos, era toda una señal en rojo que Jimin se mostrara cariñoso. Pero lo atribuían a esto del Fanservice, era sencillo. Y aunque sí, era peligrosa, Jimin no podía siquiera pensar en deshacerla porque le gustaba cómo se sentía su cuerpo cuando se trataba de Yoongi, y no sólo era una atracción meramente física y sexual, era una conexión casi mágica que surgía cuando insulsamente rozaban sus dedos, explotaban fuegos artificiales en el mero gesto de unas miradas o una sonrisa.

Jimin no cambiaría por nada del mundo aquello. Porque le fascinaba como su hyung danzaba alrededor de él, cómo era tan apegado, cómo le era imposible evitar un beso aun cuando se lo daba en momentos menos propicios y ni hablar de las caricias subidas de tono. Es por ello que no le daba vergüenza admitir que Yoongi estaba allí, impaciente por él, hipnotizado. Se dio cuenta una de esas tardes cuando el sol matizaba el cielo con tonos naranjas que él tenía la batuta, que él proponía pero también disponía.

Una sonrisa llegó hasta sus labios en ese momento cuando comparó el hecho de que Yoongi seguía allí con él, a pesar de los contratiempos debido a que lo amaba, debido a que Jimin dictaba la música y Yoongi escuchaba atento sin perder ni una nota.

pied piper ❀ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora