Capítulo 7.

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Adriana ayudo a Berenice con su maleta mientras caminaban apresuradas al aula de entrenamiento. El radio de Bere no dejaba de sonar. Adriana lo saco de la maleta y se lo paso.

—Apágalo. Seremos regañadas —a Berenice se le hizo extraño que sonara, pues siempre parecía que el radio lo traía como accesorio, casi nunca recibía llamadas. Miro que el número era desconocido y mejor lo apagó. Adriana lo volvió a guardar. 

Cuando iban a entrar, Isaac se puso en la puerta con rostro enojado esperando explicación.

—¡Me dolía la pierna y recibí un tratamiento! 

—¡Le dolía su pierna y fuimos con un especialista! —el rostro de Isaac paso a preocupado. Se hizo a un lado dándole permiso solo Adriana, la cual le dedico una mirada de "Después me cuentas todo".

—Acompáñame —tomó del brazo a Berenice, con suavidad paso su brazo por su cintura para ayudarla a caminar. Sin decir nada caminaron hasta la oficina de la enfermera a cargo de ellos—. Buenos días, Villa. Vaya por una curandera, la mejor que conozcas —la enfermera pertenecía al clan Villa y por respeto Isaac la llamo así.

—Por supuesto mayor Isaac —y cerró la puerta dejándolos solos. Isaac reaccionó, la ayudo a sentarse. Él con manos torpes puso una silla delante de ella. Ninguno dijo nada, se conocían hace unos años y gracias a sus amigos eran cercanos, no entendían como ahorita no les salían las palabras.

—Perdón —Berenice se sorprendió a tan repentina disculpa.

—¿Por qué te disculpas?

—Yo ordene que fueras una de las que participarán en la pelea —Berenice se quedó sin palabras ante su confesión. Él más que nadie sabe que ella es débil—. Creí que podrías demostrar el poder que yo veo escondido en ti. Perdón —él la miraba muy arrepentido. Bere no lo entendía.

—¿Cuáles son tus sentimientos por mí? ¿Te gustó? ¿Me quieres?

—¡Por supuesto que te quiero! ¡Quiero que demuestres lo que eres en realidad! ¡Estoy orgulloso de ti! —se acercó a ella y noto las mejillas rojas de Berenice. Los observó, eso no era normal en alguna criatura. Dejo eso atrás y se enfocó en mirarla a los ojos, tenía los ojos más hermosos que había visto, en ellos podía demostrar su pureza e inocencia, eso a él le encantaba.

—Isaac... Yo

—Mayor Isaac. Aquí tiene, ella es Luisa Romero y puede ayudarlo —Isaac se alejó. Saludo a la curandera, hablo con las dos por unos minutos.

—¿Isaac? Oh perdón. Mayor Isaac lo buscan —Israel Roberth, amigo de Isaac entró. El pertenecía a la única familia de los Roberth que vivía en pueblo. Hace unos meses se conocieron y eran ya buenos amigos, a Berenice para nada le caía bien Israel, pero lo saludaba por respeto.

—Por favor. Cualquier asunto avísenme. Me retiró —las dos mujeres le hicieron reverencia mientras Berenice lo vio darse la vuelta e irse volviendo a comportarse de manera fría.

—Por favor recuéstate sobre la camilla —La rubia obedeció mientras las veía sacar sus herramientas de trabajo. Sin previo aviso las lágrimas cayeron en silencio.

Ese momento le sirvió para darse cuenta de que lo mejor alejar sus sentimientos que no serían correspondidos de la manera que ella quería.

Una hora después regreso al aula de entrenamiento. Cuando entro solo sus tres amigas la notaron y se preocuparon al ver su pierna vendada haciendo un bulto. Berenice se percató que sus mayores estaban dando un anuncio, entre ellos Isaac.

—Como saben, lo que nos caracteriza es la educación de criaturas, somos un ejemplo para todos aquellos pueblos. Nosotros debemos demostrar nuestro poder y poner en alto el nombre del pueblo el Mar. Esto ayudará o afectará en su graduación. Aquéllos que sean elegidos para la gran batalla y ganen, tendrán su merecida recompensa —el mayor Paúl sonrió—. Por hoy se suspenden las clases y vayan a descansar. Nos vemos dentro de tres días aquí mismo, en el estacionamiento estarán varios autobuses que nos transportarán. Espero que descansen y vengan con ganas de poner en alto el orgullo del pueblo —los aplausos se escucharon, al terminar de hablar los mayores salían uno por uno. Todos comenzaron a tomar sus cosas y abandonaron el aula.

Obligados a CasarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora