Capítulo 19. Etapa 5.

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Septiembre.
Día 15.

Territorio Vicente.

Una chica de botas grandes, cuerpo voluptuoso cubierta con una capa roja; su rostro moreno y explosivos cabellos negros camino por el territorio de los Vicente. Con sus ojos negros observo el lugar; se sabía de memoria cada una de las trampas del territorio Vicente, al lugar no tardó en llegar. Sin perder el tiempo se encaminó a casa del jefe de clan Vicente, a su paso los habitantes se hincaban al reconocerla.

Raymundo se acostó en su cama con los brazos cruzados tras su cabeza; pensando 《Si quisiera esconder a alguien para nunca ser hallado ¿A dónde lo llevaría? En un insólito lugar tenía que estar César incluso pudieron haberlo anestesiado para no sentir su alma》. Varios como esos pensamientos lo invadían, solo pedía que César esperará un poco... él lo ayudaría.

—¿Y esa cara de bobo jamás se te va a quitar? —Su dulce voz fue una melodía para sus oídos; con un salto se levantó para recibirla.

—Temo decirte que es mi don, mi maldición nacer con tan bello rostro —la bella chica se acercó—. Bienvenida Arlen.

—No te levantes. Mejor cuéntame que pasa —encendió otra veladora y se sentó cerca del sillón mientras él regresaba a su posición.

—Fui descubierto; el pueblo el Mar sabe que soy Raymundo, César desapareció y hay un caos por mi culpa.

—¿Y? Tú familia es lo que ha querido desde siempre ¿No? —Arlen se cruzó de piernas esperando la confesión de su mejor amigo.

—Arlen, creo... yo... pienso... que diga. ¡No sé cómo decirlo!

—Fácil, solo di "Falle con el plan, le tome cariño a César y a mis amigos del pueblo el Mar", listo —Raymundo se sentó en la cama—. No diré ninguna palabra, pero no dudo en que Fabián pronto lo averigüe.

—Arlen, él desapareció. Apenas hoy me enteré —conectaron miradas, las cuales parecían decirlo todo. Arlen Treviño, su única mejor amiga que tras la muerte de Luz se volvió cercana a él hasta conocerlo a fondo y convertirse en su otra mitad.

—Lo entiendo Raymundo, mi padre me ha dicho lo que paso en su pelea con el pueblo el Mar —Se levantó y a pasos lentos camino de un lado a otro—. Sabes que soy una Treviño, mi criatura es un zorro... mi reputación es bien conocida por cazar.

—¿Significa que tú...?

—Si, solo dime cuando partimos para ir por mis instrumentos —Raymundo sonrió—. ¿Sonríes? Que cambiado estás incluso me diste la bienvenida. Tus amigos del pueblo el Mar te cambiaron mucho y eso que solo me fui a curación por tres meses —Raymundo miro a su alegre amiga; quien desconocía quien había regresado de la muerte.

—Arlen.

—Si, vayamos a cazar a César. Tendrá un trato especial porque te lo regresaré con vida —intento hacer una broma, pero él no rio—. ¿Hay más verdad?

—Luz.

—Raymundo...

—Arlen, Luz está en el pueblo el Mar —la alegría se esfumó; con un rápido movimiento él llego hasta ella—. No estoy alucinado, Cecilia y mis hermanos la vieron de igual manera. Ella está viva.

—¡No Raymundo! ¡Prometiste que ambos la superaríamos! Dejémosla tranquila.

—Arlen, ella está viva. Te lo juro.

—Raymundo, durante años me he torturado con su recuerdo. Es hora de dejarla ir... fui a curación porqué me he sentido perdida —Raymundo se sintió mal. Hace tres meses Arlen se había ido a curación en lo alto de las montañas; no sabía la razón, pero ahora regresó recuperada tal como él la conocía, no debía atormentarla de tal manera y a lo mejor tal vez nunca volvería a ver a Luz, la chica estaba tan distinta.

Obligados a CasarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora