Prólogo.

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Entró como un torbellino a la habitación. Sus palabras aún resonaban en su oído, y no había quien pudiera alejarlas de su interior. 

Miró dirección a las 20 estanterías que cubrían las paredes de su habitación y con una rabia immensa se abalanzó sobre ellas, tirando con un gran estruendo el enorme tesoro que habían guardado por mucho tiempo. Sus libros. 

Uno a uno fueron cayendo al suelo. Sus fantasías y sus sueños se estaban viniéndo a bajo con cada uno. Los metió dentro de un saco blanco de esos de la granja de su abuelo y los bajo hasta la carreta que había dejado en el jardín. 

Dio patadas a las puertas, a los muebles de su habitación, pero nada le quitaba ese sentimiento que llevaba encima. Decepción. Mucha decepción. 

Cogió la carreta y se adentró en el bosque de detrás de su casa hasta la casita del árbol que ella misma había construído junto a Ed cuando tenían 8 años. Tiró todo el contenido de los sacos en el balcón descubierto y se quedó mirándo toda su adolescencia durante unos minutos. Sacó las cerillas del bolsillo derecho de sus tejanos altos, abrió la caja, encendió una y gritando más que nunca para sacar todo lo que llevaba dentro la tiró encima de la montaña de libros. Y todos ellos ardieron en silencio, llevandose todos los recuerdos y promesas rotas.

Esa tarde todo eran lágrimas y lamentos. 

Not Like In Books.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora